Hace poco, mi amiga Rocío García González, ha publicado un libro estupendo que se llama «Vivir como reyes con un puñado de euros». Yo soy (generalmente) enemigo acérrimo de la publicidad, pero voy a recomendar su libro por dos razones. Primero porque es amiga mía y siempre que se pueda hay que brindar un apoyo y segundo, porque creo que hace falta una valentía tremenda para escribir. Ella me sorprendió por la energía y el entusiasmo que le puso a su libro (suena a cliché pero no lo es). En su caso fue así tal cual, y como digo, a mi me sorprendió.

El libro trata principalmente de vivir con poco dinero. Cosa que si se hace con alegría y entusiasmo puede ser una experiencia de liberación tremenda. A parte de reflexiones, trucos y consejos, en el libro encontrarás mucha «energía», mucho arrojo e ímpetu. Y es que así es ella.

Os dejo aquí con el prólogo (integro) del libro, que es mi introducción al tema. Pero recomiendo que pinchéis en el enlace del final para ver el libro. 🙂

 

Es innegable que el mundo actual está enfermo de capitalismo. Enfermo de un capitalismo ya radical que se ha ido cronificando con el paso del tiempo. El capitalismo que primeramente fue mercantil y luego industrial, se transformó en el siglo XX cada vez más en un capitalismo financiero.

Este último se caracteriza por un alejamiento de la economía real (financiación de empresas y proyectos) y además por obtener ganancias mediante la especulación gracias a productos financieros (acciones, títulos, fondos, derivados, etc.).

Esta preferencia por la especulación ha hecho que el siglo XX y XXI sea el periodo con más burbujas financieras de toda la historia de la humanidad. Burbujas que estallan afectando al sistema financiero primero y después a la economía real, es decir, al dinero que percibimos los ciudadanos, el de las empresas, el de los gobiernos, el de mi bolsillo y el tuyo.

El capitalismo financiero, desviado en cuanto a su propósito fundamental que es proporcionar dinero a empresas y proyectos, ha fracasado también como marco económico donde desarrollar su actividad y proporcionar bienestar y riqueza a la mayor parte del mundo.

Este capitalismo es también ideológico, más que científico, porque se basa en construir una doctrina económica que busca concentrar la riqueza en unos pocos, «optimizar» los sueldos de los trabajadores y en definitiva hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

Esta doctrina, condensada en el llamado «Consenso de Washington» es una receta económica neoliberal, que ha traído pobreza y miseria a millones de personas en todo el mundo desde que se empezó a poner en marcha a modo de la laboratorio en las dictaduras militares latinoamericanas de los 70.

Y es irónico que así sea, porque la economía que estamos viendo actualmente en Europa, impuesta por la Troika (Bruselas, FMI y BCE) es una economía de guerra, una economía que no persigue el bienestar de la población sino la máxima productividad del capital. De ese capital que pertenece a muy pocos, a los mercados, a los fondos buitres, a quienes encierran países enteros en un número y le piden rentabilidad olvidando que detrás de los números hay millones de personas explotadas en post de un beneficio.

Cuando comentaba que la doctrina económica imperante es ideológica y no científica, es porque estaba basada en muchos supuestos que ya se han demostrado falsos.

Por ejemplo las medidas neoliberales, mal llamadas ajustes y recortes, no sanean las economías ni las sacan de la recesión, sino que contribuyen al saqueo de los recursos de un país. Son recetas que han fallado una y otra vez a lo largo del mundo y que se siguen aplicando porque quienes las aplican no las sufren y quienes las sufren no tienen poder para impedir su aplicación.

Otra mentira fundamental del capitalismo es la de un modelo de crecimiento indefinido. Este supuesto podría ser verdad hace varios siglos cuando la economía servía a una Europa que era un virus expandiéndose por el mundo y con un horizonte de nuevos mercados que hacía rentable cualquier colonización.

Sin embargo el modelo económico capitalista, basado en el saqueo de recursos, ya sea naturales o explotación de riquezas o de personas, se parece mucho al modelo de crecimiento que experimenta un virus cuando se le deposita en un caldo de cultivo dentro de una probeta. Crecerá exponencialmente hasta acabar con el alimento y fundamentalmente morirá al final del proceso.

El actual sistema no es sostenible y es similar al modelo de la bacteria. La idea es tan básica que duele: no puede existir un modelo de crecimiento económico infinito en un mundo de recursos finitos y cada vez más agotados como los de nuestro planeta.

Por esta y otras cuestiones, el mundo como modelo capitalista, está en profunda crisis, en franca decadencia. Es por eso que a todos en conjunto y también a nivel particular nos toca cambiar la conciencia de las cosas, sobre todo de como gastamos y de como consumimos. Porque todos, aunque sea a muy pequeña escala, somos agentes económicos.

Este cambio, llamado a un modelo de «decrecimiento» es obligado, no sólo porque muchas economías personales se han visto drásticamente reducidas en estos últimos años, sino porque en un país como este, atacado por los mercados financieros, el hecho de estar libre de deudas es una forma de protesta y un necesario requisito para la soberanía financiera. Es una forma de libertad, porque la deuda son las nuevas cadenas de la esclavitud de antaño.

Desde esta perspectiva, el libro que tienes entre las manos es una pequeña joya. Un antídoto contra toda esa propaganda comercial que nos insta a consumir más, a gastar más y a endeudarnos más.

Con este pequeño libro aprenderás no sólo a gestionar mejor tu economía doméstica, sino fundamentalmente a algo más revolucionario y que es fundamental para ir en contra de este sistema: a liberarte del miedo.

Este libro, es fruto de la experiencia. Rocío, la autora, ha llevado todos estos consejos a la práctica y ahora quiere compartirlos con todos nosotos.

Ese es el verdadero motivo que hace grande este pequeño libro, una mirada distinta para vivir sin miedo, en un mundo que nos guste a o no, el dinero sigue siendo amo y señor.

Santander, 18 de Abril de 2014

Para leer más de este estupendo libro…