Tal día como hoy, en 1934, se patenta la desomorfina descubierta dos años antes. Modernamente esta droga se ha convertido en la terrible y peligrosa «krokodrila», la droga que que se come la carne del adicto.

El Krokodil o Desomorfina es una droga casera a base de opiáceos que resulta hasta diez veces más fuerte que la heroína y muchas veces más barata y tóxica.

Los efectos de es la droga son a la vez terribles e irreversibles. El nombre Krokodil procede de la reacción de la droga en la persona que la toma, cuya piel se volverá verde y escamosa, como la de un cocodrilo, entre otros muchos efectos indeseables.

Krokodil es cada vez más utilizado por los drogadictos en algunas partes de Europa como sustituto de la heroína, especialmente en las regiones más pobres de Rusia y Siberia.

La adicción a esta droga no es muy duradera, ya que los consumidores habituales no suelen vivir más de dos años desde que empiezan a tomar esta combinación de medicamentos para el dolor y productos químicos muy tóxicos.

La desomorfina se fabrica en casa a partir de una combinación de tabletas a base de codeína, disolvente de pintura, líquido para encendedores, gasolina, ácido clorhídrico, fósforo rojo (raspado de cajas de fósforos) y yodo. El resultado de la cocción de los analgésicos y los productos químicos es un fármaco tóxico y altamente adictivo.

Los adictos están continuamente cocinando la droga para asegurarse de que podrán obtener la siguiente dosis. El líquido, de color caramelo, se inyecta en zonas dañadas y gangrenosas dando a los usuarios un “colocón” que va a durar unos treinta minutos como máximo.