Tal día como hoy en 2006, Joseba Elosua, propietario del bar Faisán en Irún recibía un chivatazo para alertarle que iba a sufrir una redada por parte de la policía. Joseba era un presunto miembro de la red de extorsión de ETA y el chivatazo que recibía, le ponía sobre aviso de que la policía iba a investigarle a él personalmente sobre el envío de cartas de extorsión de ETA (reclamando el «impuesto revolucionario») a empresarios vascos.
Finalmente se procesó a jefe superior de policía y a un subdirector. Y es que en la lucha contra el terrorismo en las alcantarillas del estado, no todo es lo que parece.
Según escribe Mikel Lejarza en el epílogo a «El regreso del Lobo» (Fernando Rueda, El regreso del Lobo, Roca Editorial, 2014).
«Yo pienso que ETA, sólo ha sido un monstruo, creado por unos políticos que primero desde la sombra y después desde el poder, manejaban en impulsaban a ciertos muchachos. Estos eran una manda de borregos, que no sabían ni en que dirección tenían que continuar. Perdón señorías, pero esto está constatado, hubo jefes de ETA impulsados a la dirección por intereses y traiciones entre los propios miembros de la banda para saltar a esos puestos».