Tal día como hoy, en 2004, en Madrid se detiene una red de reclutamiento de yihadistas para enviarlos a Siria e Irak. Los detenidos hacían acampadas de entrenamiento en una finca rural de Ávila. Esa noticia aparecida en prensa era sin embargo parte de una trama mucho más amplia que revela como la CIA fabrica las redes de terrorismo Islámico.
El líder de la red desarticulada era el marroquí Lahcen Ikassrien, detenido en Afganistán en 2001 y liberado años después tras su paso por Guantánamo, la prisión estadounidense en suelo cubano. Ikasrrien fue acusado por EE UU de terrorismo y recluido en el Camp V de la base de EEUU. Ikassrien fue extraditado a España en julio de 2005, donde estuvo preso un año hasta que en octubre de 2006 el Tribunal Supremo le absolvió de todos los cargos que se le imputaban. Lo extraño es como alguien tras su paso por un lugar tan terrible como es Guantánamo se dedique a captar más terroristas. La posible razón: La CIA usa Guantánamo como centro de reclutamiento y entrenamiento de presos para ponerlo a trabajar por sus fines.
Ikassrien ha señalado que durante su cautiverio en Guantáno, de febrero de 2002 y julio de 2005, fue interrogado al menos en cuatro ocasiones por policías y funcionarios españoles, que se identificaban como tales, para pedirle que colaborara en sus tareas de investigación contra Al Qaeda. Ikassrien, que ha afirmado que era frecuente la presencia de policías de otros países para interrogar a los detenidos. En una ocasión, según su versión, los policías españoles estuvieron acompañados de un diplomático de la embajada española en Estados Unidos.
Así, desde 2003 hasta 2006, la CIA aplicó un programa tendiente a reclutar miembros de al-Qaeda internados en la base naval estadounidense de Guantánamo. Estos agentes dobles recibían entrenamiento en una instalación secreta situada en la misma base y designada como Penny Lane.
Según los oficiales que hicieron esta revelación, el programa permitió “voltear” y reclutar a cierto número de terroristas para convertirlos en informantes cuyas indicaciones fueron de gran valor en la detención o ejecución de líderes de al-Qaeda.
Esta presentación de lo sucedido esconde la realidad. El hecho es que la mayoría de las personas retenidas en la base naval estadounidense de Guantánamo nunca fueron miembros de al-Qaeda. El objetivo del centro de tortura de Guantánamo no era obtener confesiones sino fabricarlas y las personas que se plegaron de forma duradera a la voluntad de sus torturadores fueron utilizadas como agentes dobles.
Sólo así se entiende que sujetos considerados de ‘Alto riesgo’ para EE.UU. luego sean encontrados inocentes para la justicia en España y otros páises.
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