Tal día como hoy, en 1982,  se produce la rendición de las tropas argentinas en Puerto Stanley (capital de las Islas Malvinas) dos meses después de iniciadas las hostilidades entre Argentina y Reino Unido. La Guerra de las Malvinas, fue una guerra muy mal calibrada por la dictadura militar argentina. Costó la vida de casi 700 argentinos y poco más de 200 británicos.

Guerra malvinas

Políticamente, en la Argentina, la derrota en el conflicto precipitó la caída de la junta militar que gobernaba el país; en el Reino Unido, por su parte, la victoria en el enfrentamiento ayudó a que el gobierno conservador de Margaret Thatcher lograra la reelección en las elecciones del año 1983.

La sustitución del jefe de la primera Junta Jorge Rafael Videla por el general Roberto Viola y, luego, de este por el general Leopoldo Galtieri, fue una consecuencia de esa crisis. La consiguiente decisión de intentar recuperar las Malvinas fue tomada, entre otras varias razones, tanto por el efecto que podría conseguirse a la hora de desviar la atención social de esos problemas, como por las posibilidades de recuperar el crédito perdido entre determinados sectores sociales sensibles a una acción de interés patriótico como ésa. Estrategia que, sin embargo, si le funcionó a Thatcher.

Así, Argentina interpretó mal dos elementos: 1.- La capacidad de guerra anfibia del Reino Unido a medio mundo de distancia no parecía estar a la altura de las circunstancias, pese a su gran poderío aeronaval. 2.- No parecía probable que el Reino Unido realizara un contraataque a gran escala, afectando al territorio continental argentino —por ejemplo, usando sus submarinos nucleares— por una cuestión colonial sobre unas islas remotas.

Basándose, en líneas generales, en lo anterior,el gobierno argentino diseñó un plan para la recuperación militar de los tres archipiélagos en disputa llamado Operación Rosario.

Pero era  una guerra muy mal calibrada por la dictadura militar argentina. Cuando comienza el conflicto, gran parte del armamento argentino iba a ser retirado del servicio. En cambio, Inglaterra contaba con la más avanzada tecnología del momento.

Otro elemento muy mal sopesado por la dictadura fue la redistribución internacional de apoyos. Argentina, quizás pensando en los réditos interiores que le proporcionaría el conflicto no sopesó la secuencia de alianzas externas. Pero desde el inicio, las grandes potencias cierran filas en contra de Argentina, dejando al país prácticamente sólo.

Inglaterra es un gigante financiero, amigo de EE.UU. y la diplomacia sabe a que lado inclinar la balanza. Así las cosas, Chile (producto de EE.UU. tras su apoyo a la dictadura de Pinochet), proporciona información a Inglaterra, sobre la salida de los aviones argentinos en la Patagonia, y además interfiere comunicaciones de radio y entrega datos militares a Inglaterra. EE.UU. suministra armas a Inglaterra, misiles aire-aire de última generación y proporcionan datos e imágenes de satélites.

La Comunidad Económica Europea decide aplicar sanciones económicas a Argentina.

Solo ayudan a Argentina: Perú, Cuba y Nicaragua. Brasil se posiciona tímidamente a favor de Argentina sin ofrecerles gran apoyo logístico.