Tal día como hoy en 1998, en Argentina, una banda de hombres armados llegó al restaurante Dolli, en Buenos Aires, para atracarlo. En la puerta se topó con un policía de guardia y lo acribillaron. La investigación del caso destapó una trama inesperada… eran presos que salen a robar con autorización de sus guardias. Estos les ‘alquilan’ sus pistolas y abren las rejas para que ‘vuelen’ por unas horas, siempre de noche. Los atracadores concretan su faena. Y al regreso devuelven las armas y entregan la mayoría del botín a los funcionarios de prisiones.
Los asaltantes eran dos reclusos que cumplían penas en la cárcel de Caseros y un agente penitenciario, Cristian Franco. Incluso dentro de la prisión de Caseros llegó a funcionar un taller de desguace de coches robados. Los presos salían a patrullar los barrios linderos y siempre volvían con dos o tres vehículos. Entonces los convictos chapistas desoldaban sus partes y éstas eran vendidas después como repuestos usados en tiendas de segunda mano y rastrillos de todo el país.
El caso Dolli, fue sólo uno más de una extensa práctica de robos con complicidad de los funcionarios de prisiones.
«Me cansé de hacer plata… hice más dinero preso que cuando estaba libre. Era (cuestión de) ‘trabajar’ con los guardias. Si pudiera volver el tiempo atrás, me haría penitenciario para robar de guante blanco», confesó al diario Clarín el interno ‘Pato’ Verón, especialista en desguazar autos y también en secuestros virtuales desde el teléfono público de su unidad.
Para saber más…
Presos que salen a robar en Argentina… con la autorización de los agentes (El mundo)