Tal día como hoy, en 1937, se firma el Pacto de Santoña. Ocurrió durante la Guerra Civil Española, durante la caída del Frente Norte entre dirigentes políticos vinculados al Partido Nacionalista Vasco y los mandos de las fuerzas italianas que combatían en apoyo del bando franquista. Conozcan como el PNV ayudó al franquismo y traicionó a la República.

Pacto de Santoña

Durante la Batalla de Santander, y ante el rápido avance de las tropas franquistas, las líneas de defensa se hundieron y cundió el pánico en el bando republicano, siendo numerosas las deserciones. En Santoña se fueron concentrando, por orden del Partido Nacionalista Vasco (PNV), tres batallones de la 50 División de Choque vasca ligados a este partido que habían abandonado sus posiciones en la noche del 21 al 22 de agosto, y a los que posteriormente se sumarían otros doce.

Aquel pesimismo lúcido del presidente de la II República aún conmueve hoy por su clarividencia y su exactitud. Estas palabras las pronunció en marzo de 1937:

“Madrid no se defendió en el campo, y empezó a defenderse cuando el enemigo entró en los arrabales. En Bilbao será al revés. Cuando esté vencida la defensa en el campo, la villa no resistirá. Y temo aún otra cosa: caído Bilbao es verosímil que los nacionalistas arrojen las armas, cuando no se pasen al enemigo. Los nacionalistas no se baten por la causa de la República ni por la causa de España, a la que aborrecen, sino por su autonomía y semiindependencia. Con esta moral es de pensar que, al caer Bilbao, perdido el territorio y desvanecido el gobierno autónomo, los combatientes crean o digan que su misión y sus motivos de guerra han terminado. Conclusión a la que la desmoralización de la derrota prestará un poder de contagio muy temible. Y los trabajos que no dejará de hacer el enemigo. Y la resistencia, cuando no sea oposición, a que el caserío, las fábricas y otros bienes de Bilbao y su zona padezcan o sean destruidos”.

Las negociaciones del PNV con el enemigo del bando nacional comenzaron casi con la guerra.

Desde la primavera, antes de la caída de Bilbao y de las últimas plazas que controlaba el gobierno vasco, Juan de Ajuriaguerra, presidente del Bizkai Buru Batzar, había estado negociando, durante varios meses, un acuerdo de rendición con la mediación del Vaticano que llegó a oídos del gobierno de la República al interceptar un telegrama:

11126 sss CInA DEL Vaticano 1 200 — 199 8 1340 ETAT — Su Excelencia Aguirre, Bilbao — tengo el honor de comunicar a vuestra excelencia que los generales Franco y Mola, interrogados expresamente acerca del asunto, han hecho conocer ahora a la santa sede las condiciones de una eventual rendición inmediata de Bilbao. 1: se empeñan en conservar intacto Bilbao. 2: facilitarán la salida de todos los dirigentes. 3: completa garantía que el ejército de Franco respetará personas y cosas. 4: libertad absoluta para los milicianos soldados que se rindan con las armas. 5: (…). 6: serán respetadas la vida y los bienes de aquellos que se rindieren de buena fe, aún para los jefes. 7; en el orden político, descentralización administrativa en la misma forma que la disfruten otras regiones. 8; (…), el Santo Padre exhorta a vuestra excelencia a tomar en atento y solícito examen dichas proposiciones con el deseo de ver finalmente cesar el sangriento conflicto. Cardenal Pacelli.

Todas estas condiciones, no fueron cumplidas, ya que el 26 de agosto de 1937, haciendo a un lado a los italianos, las tropas de Franco entraron en Santander y tomaron Santoña, y haciendo caso omiso de las peticiones de las huestes del Ducce, iniciaron una brutal represión contra los hombres que habían defendido con su vida la tierra de sus padres.

Para encubrir la rendición y que no se les pudiese acusar de traición, los nacionalistas reclamaron a los italianos que se produjese un ataque y llevaron su vileza hasta el grado de indicar los sectores donde era mejor realizarlo: desde Reinosa y el Puerto del Escudo en dirección al norte para cortar la provincia en dos. Entonces las tropasabertzales quedarían copadas y su entrega parecería justificada.

Las consecuencias para el Frente Popular de esta traición fueron inmensas: se hundió el frente, los rebeldes entraron en Santander el 26 de agosto sin lucha y se perdieron miles de hombres y toneladas de material. El 21 de octubre, con la toma de Gijón y Avilés desapareció el Frente Norte antes de que llegase el invierno.