En 1966, comienza la llamada ‘Revolución Cultural’ en China.  Pero no fue una revolución del pueblo, sino organizada por el líder del Partido Mao Tse-Tung. Duró desde 1966 a 1976. Pero lo que parecía una renovación, en realidad era una encarnizada lucha por el poder. La mayoría de intelectuales fueron acusados de ‘contrarrevolucionarios’.Li-Zhensheng

 

Durante los años sesenta, la Revolución cultural china se convirtió en un auténtico faro de esperanza para millones. Su irradiación no se limitaba a los pueblos del Tercer mundo sino que incluía a los intelectuales de Occidente que, en no pocos casos, la consideraron un innegable punto de referencia. Desde su perspectiva, el curioso fenómeno no era sino la realización de la revolución en profundidad, el final del blando revisionismo ideológico e incluso la consumación de las esperanzas del mayo del 68. Sin embargo, despejados los humos triunfalistas de la propaganda, hoy sigue existiendo una pregunta que exige respuesta imperativa: ¿Qué fue realmente la revolución cultural china?

Corría el año 1960 cuando el presidente Mao Zedong anunció que se iba a dar inicio una nueva revolución -la revolución cultural proletaria- cuya finalidad sería la de acabar con los denominados «cuatro viejos»: las viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de pensar. Para muchos, aquel anuncio constituía una buena nueva que debía ser proclamada de manera inmediata a los cuatros vientos. Sin embargo, la realidad resultaba mucho más compleja y, sobre todo, siniestra. Lo que, en apariencia, era un intento de profundizar en las metas revolucionarias del Partido comunista chino, en realidad era una espesa cortina de humo y sangre para ocultar una encarnizada lucha por el poder.

Las acusaciones generalizadas de «actividades contrarrevolucionarias» a técnicos cualificados y a profesores universitarios llevaron a una paralización del desarrollo tecnológico y educativo del país. Los exámenes de acceso a la universidad fueron abolidos en 1966 y los programas de estudios fueron redefinidos para hacer primar la enseñanza de valores ideológicos sobre aquellas materias puramente intelectuales y científicas consideradas «burguesas». Una generación entera de jóvenes se vio así privada de la posibilidad de una educación superior más allá de la repetición de lemas revolucionarios. Frente a esta crisis de la enseñanza superior, el espíritu maoísta de igualdad tuvo una consecuencia positiva en el aumento de la escolarización primaria y de la alfabetización durante esta época.

La interpretación de qué elementos de la sociedad merecían la consideración de antiguos o burgueses quedó, sin embargo, en manos de los propios guardias rojos, quienes, ávidos de demostrar su espíritu revolucionario, se embarcaron en una campaña de destrucción de obras de arte, libros, templos y edificios antiguos, a la vez que sometían a humillantes sesiones de autocrítica a intelectuales y altos cargos del Partido a los que acusaban de reaccionarios.

victimas rev cultural china
Dado que cualquiera que hubiera expresado en su vida pública un interés cultural o artístico hacia cualquier asunto que no fuera la exaltación de la figura de Mao podía ser acusado de reaccionario, no es de extrañar que la inmensa mayoría de los escritores y artistas sufrieran persecuciones durante la Revolución Cultural, y fueron muchos los que resultaron heridos e incluso muertos por la violencia de los guardias rojos. Otros muchos acabaron suicidándose, como el famoso escritor Lao She. Se estima que fueron miles las víctimas mortales de la violencia de los guardias rojos y más de tres millones de miembros del Partido fueron víctimas de las purgas en la cúpula del poder.

Fuentes…

Debate de la 2: Revolución cultural
¿Qué fue realmente la Revolución cultural china?
La nueva revolución cultural en China