Tal día como hoy en 1983, el ruso Stanislav Petrov, a cargo del búnker Serpujov-15, centro de mando de la inteligencia militar soviética, decide ignorar arbitrariamente una alarma de ataque nuclear americano. Su obligación era alertar y activar el protocolo de respuesta. Petrov decidió ignorarlo, pensó que la información suministrada por el radar de alerta temprana (5 misiles ICBM en ataque) era falsa. Tenía razón. Aquella decisión propia salvó al mundo de una guerra nuclear.

Petrov fue degradado por no seguir el protocolo de seguridad. Hoy se le considera un héroe.