El papel de los Tratados de Libre Comercio

¿Es posible una Globalización sin Tratados?

Por Miguel Ángel Ruiz

Sumario: 1.- Tema del ensayo. 2. Repaso bibliográfico. 3. Análisis y discusión. 4. Conclusiones. 5. Fuentes. 6. Memoria.

1.- TEMA DEL ENSAYO

En los últimos dos años hemos visto como los llamados Tratados de Libre Comercio (TLC) han sido puestos en tela de juicio tanto por medios de comunicación como por movimientos sociales que han desplegado, en ocasiones, un intenso activismo en contra. Cuatro hechos recientes nos parecen lo suficientemente significativos como para esbozar un escenario. En primer lugar, hemos visto como en el referéndum del Brexit, el pueblo británico ha optado por abandonar la Unión Europea con todos los acuerdos comerciales y de integración de todo tipo que ello supone. El ejecutivo de Theresa May, líder del partido conservador británico, parece apostar por un Brexit duro, bajo el lema de que “un no acuerdo será mejor que un mal acuerdo”. Ignorando por otro lado que una salida desordenada de la UE afecta a unas 12.000 leyes que deberán pasar a ser británicas y volver a armonizar sistemas de gestión para aduanas, residuos químicos y un largo etcétera.

En segundo lugar, al otro lado del charco, una posición similar adoptó el entonces aspirante a la Casa Blanca, Mr Donald Trump, al atacar el TLCAN[1] en vigor desde 1994 y querer renegociarlo o abandonarlo adoptando posiciones más beneficiosas para EEUU. Por otro lado, Trump puso punto y final al TTCE[2] del que se retiró por orden ejecutiva firmada el 23 de Enero de 2017.

También el mediático y muy comentado TTIP[3], objeto de un intenso activismo popular y bajo constantes acusaciones de secretismo, fue abandonado aparentemente en septiembre de 2016, especialmente por la oposición francesa al tratado y con cierto respaldo de Alemania. El motivo esgrimido es que consideran insuficientes las concesiones de EEUU, el otro negociador.

Y por último, en lo tocante al CETA[4], este fue aprobado en el Parlamento Europeo el 15 de febrero de 2017. En base a los mecanismos de la UE, el tratado deberá ser aprobado en los diferentes parlamentos nacionales para entrar en vigor. Al margen de otros estados, recientemente en nuestro país, el PSOE ha generado una polémica al cambiar de postura y no querer ratificar dicho TLC con Canadá. Sin embargo, finalmente el parlamento ratificó el tratado el 29 de Junio con la abstención del PSOE.

Recordemos que los TLC juegan un papel importante dentro de la economía de los estados-nación, especialmente en materia económica, porque comportan la creación de nuevos mercados, cambios en la competitividad que afrontan las empresas, desregulaciones de sectores, supresión de aranceles, acuerdos de servicios, etc. En definitiva implican otras reglas de juego comerciales y económicas y la entrada de nuevos capitales. Por otra parte, los TLC’s pueden ser no esencialmente comerciales sino también pueden conllevar otras integraciones económicas, políticas o incluso sociales. Los TLC por tanto, modifican las reglas y los escenarios económicos en los que se desenvuelven los estados.

Como vemos, el escenario presentado es desigual, pero ofrece motivos suficientes para cuestionarse el futuro de los tratados que ha sufrido duros reverses y preguntarse por su papel:

  • ¿En qué medida los TLC afectan a la globalización?
  • ¿Sería posible una globalización en un escenario de descomposición de los TLC?

2.- REPASO BIBLIOGRÁFICO

Partiendo de este planteamiento economicista, realicemos un repaso por los diferentes autores y corrientes sociológicas para ver el papel que el mercado juega en las diferentes concepciones de la globalización. En términos economicistas, deberíamos empezar por Beck, rescatando su concepto de globalismo en el cual “mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político” y que supone una afirmación principalmente ideológica: El mercado debe dominar el resto de fuerzas, que es una declaración de principios liberales.

Los TLC conforman muchas veces las llamadas Zonas de Libre Comercio, que son zonas donde se aplican los acuerdos de comercio pactados. Estas zonas, son un elemento (ni mucho menos único) sobre el que se vehiculan normas que rigen la globalización. En palabras de Beck (Almaraz, 2012): “La singularidad del proceso de globalización radica actual­mente en la ramificación, densidad y estabilidad de sus recíprocas redes de relaciones regionales-globales empíricamente comprobables y de su autodefinición de los medios de comunicación, así como de los espacios sociales y de las citadas corrientes icónicas en los planos cultural, político, económico y militar. Dichas zonas intensifican la interconexión, elemento que será resaltado como importante por Almazán (Ibíd.) para Giddens y Bauman. Aunque hemos de señalar, que la globalización supera las dimensiones economistas y del dominio del mercado que establece la definición de globalismo bajo planteamientos liberales sino que para Giddens, la globalización “tiene consecuencias políticas, tecnológicas y culturales y constituye una serie compleja de fenómenos que influyen tanto en el nivel superior mundial como en lo más íntimo de las vidas de los individuos”. Sin embargo esas consecuencias no son uniformes en todo el mundo y divide el mundo en grandes regiones desiguales al estilo del sistema-mundo de Wallerstein (1979), quien divide el mundo en centro, semiperiferia, periferia y arena exterior dependiendo de su desarrollo y peso específico en el mundo. Estas desigualdades y como se corrigen o agravan serán objeto de estudio de diversos autores. Según Giddens (Ibíd.), la globalización: “No tiene efectos homogeneizadores, sino, por el contrario, frente al debilitamiento del Estado-nación, fomenta el resurgimiento de identidades locales”. Frente al debilitamiento del estado-nación y frente a las transformaciones que la globalización consigue, se genera en los países la percepción entre la dominación cultural externa (por ejemplo americanización) que una pugna entre la apertura al cosmopolitismo y sus ventajas y un el encerramiento aferrándose al proteccionismo (Turner, 2010).

Por tanto, el escenario mundial es principalmente un escenario de tensiones y conflictos entre unas zonas y otras como resalta Samuel Huntington, para quien: “el origen de los conflictos relevantes a escala planetaria ya no tiene sus raíces fundamentales en los elementos económicos, ni en los ideológicos, sino en los culturales, entendiendo estos últimos como civilizaciones” (Almaraz, 2012), hablando incluso de indigenización de los países no occidentales que resulta en: “el abandono de las pautas modernizadoras occidentales en pro de las pautas autóctonas”. En lo que hay grandes discrepancias es en los efectos que tienen esos choques y el papel de la globalización. Held (2000), distingue tres posturas básicas en el debate académico: la postura hiperglobalizadora que subraya el dominio de lo económico, una corriente escéptica que opina que la interdependencia globalizada no es nueva y una posición intermedia que resta protagonismo al factor económico y que inciden en otras transformaciones que se están produciendo.

Por otra parte, Eisenstadt (1963), al hablar de los procesos de modernización en todo el mundo, sus estudios confirman que efectivamente, no son homogéneos. Se centra en los requisitos que se deben cumplir para que se produzca un crecimiento sostenido. Según este autor: “el problema central de la modernización política ha sido el de la disposición de cualquier sistema para adaptarse a estas exigencias cambiantes, para absorberlas en términos de la acción política y de asegurar su propia continuidad frente a las demandas continuamente renovadas y a las nuevas formas de or­ganización política”. Es por tanto, esta dificultad para asimilar los cambios que genera la mundialización la que puede provocar que mismas situaciones provoquen una multitud de casos diferentes. Eisenstadt, dice que existen casos de “adaptaciones no-exitosas” en la historia de las sociedades modernas, que incapaces de adaptarse a nuevos tipos de problemas, que pueden culminar con “la desintegración de un sistema social, político, o económico”.

También Cardoso y Faletto (1977) profundizan en estas experiencias de los procesos de desarrollo, estableciendo que no todos son iguales ni han de ocurrir necesariamente al estilo europeo o americano. En nuestro itinerario economicista y frente al posible papel de los tratados, nos interesa especialmente el concepto de dependencia descrito por Cardoso y Faletto. Para ellos, “se requiere buscar un punto de intersección teórica donde el poder económico se exprese como dominación social, esto es, como política” (Ibíd.) Y por otra parte admiten que: “Los modos de relación económica, a su vez delimitan los marcos en que tiene lugar la acción-política”. Así mismo serán por tanto centrales en nuestro estudio de los efectos de mercado y “los condicionantes económicos del mer­cado mundial, incluso el equilibrio internacional de poder; la estructura del sistema productivo nacional y su tipo de vinculación con el mercado externo; la configuración histérico-estructural de dichas sociedades, con sus formas de distribución y mantenimiento del poder, y sobre todo los movimientos y procesos político- sociales que presionan hacia el cambio, con sus respec­tivas orientaciones y objetivos” (Ibíd.).

No ha de pensarse que todo el mundo va a seguir los mismos procesos modernizadores que Europa. Como vemos, volviendo a centrar el foco de estudio en los efectos de las globalismo sobre las distintas zonas económicas que las podríamos sacar muy bien de las aportaciones de Wallerstein (1979), especialmente de los conceptos fundamentales de su teoría: imperios y economía-mundo y las zonas de centro y periferia ya mencionadas. Lo cual lo podríamos traducir como una geografía de las relaciones de poder económico mundial.

Avanzando en los autores llegamos a Giddens quien, junto a Beck van a tratar el problema del riesgo en las sociedades modernas. Para Beck (1998), “en la modernidad avanzada, la producción social de riqueza va acom­pañada sistemáticamente por la producción social de riesgos”. Entendemos entonces una socialización de los riesgos generados en la producción de riqueza. Beck dice que: las fuentes de la riqueza están «contaminadas» por las crecientes «amenazas de los efectos secundarios»”. Los riesgos de la sociedad, que pueden ser de muchos tipos, necesitan por otra parte, respuestas también modernas y universales o globalizadas. Uno de los casos más claros es el del medio ambiente que “sólo se pueden resolver mediante discusiones y acuerdos internacionales” (Beck, 1998). Sin embargo, la pregunta es obligada ¿puede el mercado, como regulador de relaciones internacionales gestionar los riesgos en ausencia de determinadas estructuras organizativas o políticas? O como dice Beck, una política preventiva de dominación del riesgo.

En otro sentido, Giddens (1999) estudia las consecuencias de la modernidad estableciendo que estas “se están radicalizando y universalizando como nunca”. Giddens explora las dimensiones institucionales de la modernidad que identifica en cuatro elementos: capitalismo, industrialismo, militarismo y vigilancia. En el primer caso, “el capitalismo implica el aislamiento de lo económico de lo político, contra el telón de fondo de mercados competitivos de trabajo y de productos”. En ese industrialismo como base dota a las empresas comerciales, “especialmente las corporaciones trasnacionales, pueden ejercer un inmenso poder económico y poseen la capacidad de influir en la política bien del país de su sede, bien en otras partes. Sin olvidar “el control de los medios de violencia” que es también otra dimensión institucional que se perfila como un agente complementario al mercado. Por último, la vigilancia a  la que se la otorga el control de la información con una función de supervisión social.

De la mano de Schofer, Hironaka y Frank (2012), recogemos las visiones procedentes del neoinstitucionalismo sociológico. Para estos sociólogos, colaboradores de John Meyer, “incluso los aspectos más centrales del estado moderno, como las políticas militares o económicas, pueden ser analizadas como productos de un sistema global de cultura”. No incidimos más en estos autores ya que su visión es puramente culturalista y no aborda las consideraciones economicistas que veníamos persiguiendo. Sin embargo, no queremos despedirlos sin apuntar a una cita de su trabajo en la que vemos la construcción de la dominación cultural del neoliberalismo a través de las instituciones, elemento sin duda, interesante y revelador: “neo-liberal economic policies did not diffuse globally until they were cast as general models promising general benefits, until they embraced the individuated human actorhood that is central tocontemporary global institutions (democracy, masseducation, etc.), and until they received the authoritative backing of profesional economists and intergovernmental organizations (Simmons, Dobbin, and Garrett 2006).

También es esencialmente culturalista el enfoque del trabajo de Jürgen Schriewer (2013), que según la visión neoinstitucionalista, explora el concepto de cultura mundial considerándolo un “entorno cultural transnacional que ha llevado, en numerosos campos de la actividad social – de la organización política y los regímenes de ciudadanía, pasando por principios jurídicos y derechos humanos, hasta llegar a la protección del medio ambiente, la racionalidad científica y la educación -, a una conformación de estructuras isomorfas a nivel mundial”. Para Schriever, la “globalización” no significa más que los procesos de difusión por los que se diseminan al nivel mundial tales interpretaciones de la realidad e ideas capaces de orientar a las decisiones de los actores como lo harían “guiones”. Al igual que el texto anterior, el trabajo de Schriewer queda fuera del alcance de nuestro planteamiento, sin embargo, nos gustaría rescatar su definición de “mundos culturalmente específicos” que se refieren a “dimensiones como las experiencias históricas de diferentes grupos sociales o sociedades enteras, así como también a la manera en la que estas experiencias se ven reflejadas en estructuras simbólicas culturalmente específicas”. Elemento que nos recuerda con salvedades a la indigenización de Huntintong, que junto con las teorías de convergencia y divergencia Schriever podrían tener cierto asidero en nuestro estudio.

Luhmann (2006) realizará una aportación fundamental a la sociología con sus estudios sobre la sociedad mundial. Para el autor, la sociedad mundial es única y sus límites son los de la globalidad del mundo. La formulación de los problemas de la sociedad es también en términos globales. Este concepto unitario de sociedad trata de poder conjugar las diferentes fuentes de globalización que reclaman su estudio. Luhmann relativiza los límites territoriales y divide el sistema social en diferentes subsistemas al que añade el concepto de diferenciación: “se puede describir una sociedad como funcionalmente diferenciada a partir del momento en el cual forma sus principales subsistemas en la perspectiva de problemas específicos que deberán ser resueltos en el marco de cada sistema funcional” (Luhmann, 1999). En cuantos a las reflexiones que posteriormente guiarán nuestro análisis, podemos obtener un aporte de Luhmann quien considera que el último intento de establecer un imperio fue el soviético y que “fracasó por la diferenciacion funcional de la sociedad mundial” (2006). Los soviéticos, explica Luhhman, no pudieron ni cerrar sus fronteras ni evitar la información de las comparaciones entre las condiciones internas y externas del “imperio” que resultaron en su derrumbe. Trataremos de aplicar este modelo posteriormente al análisis de las zonas de libre comercio aunque sus teorías escapan también al planteamiento economicista. En cuanto al debilitamiento del estado nación, obtenemos otra importante contribución al asunto comercial: “la persistencia de los Estados nacionales conduce a que, dentro de la sociedad mundial y aprovechando sus fluctuaciones, se hagan valer intereses regionales y por ellos se amplifiquen. Los Estados, por ejemplo, compiten por el capital en los mercados de finanzas internacionales con la finalidad de que se invierta en la región” (Luhmann, 2006).

El recorrido por dos diferentes autores concluye en Stichweh (2007) cuyas aportaciones también se realizan en el estudio sobre la génesis de la sociedad mundial y estableciendo que: resulta claro que no parecen haber argumentos convincentes para observar a la sociedad mundial como un sistema caracterizado por patrones estructurales y culturales homogéneos”. También se ocupa de las innovaciones y mecanismos que implican esta sociedad mundial. En el apartado de mecanismos, habla de la “difusión global de pautas institucionales”, concepto proveniente de la sociología neoinstitucional estadounidense, y de la “interdependencia global”, como conformadores o constructores de cierta homogeneidad mundial, mecanismos que consideramos imprescindibles para analizar los efectos de la OMC[5], organismo que regula los TLC.

Confiamos en que hayamos rescatado los elementos fundamentales de toda la bibliografía que nos permitan un preciso análisis de la temática que nos ocupa.

3.- ANÁLISIS Y DISCUSIÓN

3.1 La globalización de los TLC

Vamos a iniciar el análisis tratando de identificar el papel que juegan los tratados de libre comercio. El TLC, es una figura recogida por la OMC quien rige sus reglas. Actualmente en el mundo existen 320 TLC vigentes tal y como se puede consultar[6] en la propia página de la OMC. Los TLC pueden ser bilaterales o grupales. En el caso de que sean bilaterales, puede ser entre un grupo de naciones como la UE y un país (caso del TTIP). En muchos casos, los acuerdos bilaterales suelen ser entre un país rico y uno en vías de desarrollo.

La firma de un TLC tiene por objetivo ampliar el mercado de bienes y servicios de los países miembros. Por ejemplo, se quitan las barreras arancelarias al comercio, y en muchos casos las no arancelarias (esto es las regulaciones). En tales casos, los países reconocen que los estándares de producción de los otros países son tan seguros como los propios en los campos que se incluyan en el tratado. Por ejemplo, en el caso del fallido TTIP, las regulaciones en seguridad alimenticia, hubiesen permitido que substancias y procedimientos de procesado de alimentos prohibidos en Europa hubiesen llegado a los mercados europeos vía comercio con USA que no había prohibido esas ciertas sustancias, por ejemplo el clembuterol[7].

Por otra parte, los TLC abren los mercados a nuevos inversionistas, lo cual beneficia a que, en un país entren capitales extranjeros buscando oportunidades de inversión y que los productos de uno y otro lado compitan directamente entre sí (Luhmann, 2006). El problema, y así lo señalan los críticos[8] es que los tratados suelen favorecer al país con más recursos (al fuerte) al promover una competencia directa.

Bajo esta perspectiva, los TLC se postulan como potentes herramientas en la construcción de la globalización mediante la difusión global de pautas institucionales (Stichweh, 2007). Varias son las razones. En primer lugar, los TLC restringen el poder del estado-nación y contribuyen a su debilitamiento. Un buen ejemplo de ello, son las clausulas ISDS[9] que es en un arbitraje de diferencias inversor-estado y que consisten en tribunales privados en los cuales una empresa o corporación pueden demandar y ganar un pleito si considera que un estado ha vulnerado sus intereses económicos. Dichos pleitos son privados y no pasan por los tribunales de justicia públicos de ese estado. Desde hace años estos tribunales han fallado mayoritariamente a favor de las empresas. Los críticos consideran que son herramientas de dominación de los estados al servicio del capital.

Si atendemos al concepto de globalismo de Beck, la producción de sociedad que genera la globalización en todo el mundo no es neutra. En gran modo, la actividad de estas grandes instituciones, vía TLCs, parecen apostar por la tesis de Wallerstein (1979) sobre el potencial globalizador europeo como único itinerario posible. Como recuerdan Cardoso y Faletto  (1977), las experiencias modernizadoras de otras zonas regionales no han de ser necesariamente la vivida en Europa y Estados Unidos.

En este sentido, lo que se suele criticar, es que las instituciones de la globalización, y en especial, gracias a los TLC es que se conviertan en un proceso de dominación económica y construcción de la hegemonía occidental. El debate está servido sobre si los TLC acaban favoreciendo a los países más pobres o si les acaba beneficiando. En cualquier caso, es un  hecho objetivo que los TLCs, mediante la apertura de mercados, crea sociedades más interconectadas y fomenta la universalización debido a estas conexiones, ambos rasgos característicos de la globalización y señalado por la mayoría de autores.

3.2. TLC e instituciones

En el ámbito neoinstitucionalista, los TLCs tienen correspondencia directa con grandes organismos constructores de la globalización económica. Hemos dicho que los TLC están regulados por la OMC y las cláusulas ISDS dependen del CIADI (Centro Internacional de Arbitraje de Diferencias relativas a Inversiones del Banco Mundial). Mediante estas instituciones, la globalización tiene la capacidad de homogeneizar y abrir mercados a lo largo del mundo. Es sabido que Europa y Estados Unidos tienen un peso específico importante en el mundo. Tradicionalmente el Banco Mundial tiene un presidente norteamericano y el FMI tiene un presidente europeo.

Gil Quintero (2008) explica como los TLCs en contra de las tesis neoliberales pueden ser una trampa para los países pobres ya que los ricos realizan prácticas de competencia desleal al subsidiar determinados sectores lo que se traduce en arruinar los sectores productivos de los países pobres al poder competir. Por tanto, la producción de riqueza está acompaña da la producción de riesgos (Beck, 1998). Una vez que arruinan esos sectores, la competencia toma el control del mercado. Otro ejemplo lo encontramos en el informe WMD[10] de 2004, titulado: “Zambia: Condenado a la deuda”, donde se explica como el FMI, obligó a Zambia a firmar acuerdos y a aplicar las doctrinas neoliberales forzando la reducción de los aranceles de importación sobre los productos textiles y la eliminación de aranceles a la ropa usada lo que provocó la importación en gran escala de prendas de vestir baratas de segunda mano. Como resultado, de 140 fábricas textiles que existían en 1991 quedaban sólo ocho en 2002, y el número de empleos en el sector cayó de 34.000 a 4.000, destruyendo así el tejido industrial textil de Zambia.

Finalmente, indicar que las relaciones de dependencia, el empobrecimiento y la destrucción de sectores productivos de países no desarrollados provocan corrientes de inmigración como efecto colateral no deseado, fenómeno que también se puede situar en el contexto de la globalización.

En sí mismo, incluso a parte de los TLCs que se negocien por separado, la pertenencia a la OMC supone la aceptación de unas condiciones (Stichweh, 2007). La OMC, creada en 1995, es una evolución del GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio) de 1947. Estar en la OMC implica la aceptación de 160 acuerdos y obliga a aceptarlos todos si se forma parte.  Por otra parte, de la OMC forman parte 161 países, con lo cual, cualquier país que prácticamente elija no estar ahí, o imponer un proteccionismo excesivo a sus productos está casi literalmente fuera del mercado. Por otra parte, la OMC recomienda no subsidiar la agricultura y por ejemplo la gran mayoría de los países ricos lo hacen. En el caso de la UE, se destinan 40.000 millones anuales a subsidios agrarios[11], con el efecto de que la competencia directa con mercados similares en países en vías de desarrollo, supone una técnica de dominación económica.

3.3 Acción y reacción en los tratados

Podríamos decir, que en torno a la OMC ya consta una tradición de protesta y activismo en su contra, por ejemplo la famosa cumbre de Seattle de 1999 que fue acompañada de unas protestas sin precedentes y que se saldó con la suspensión de la cumbre.

Aparte de los TLC que son bilaterales, la OMC realiza una serie de cumbres donde se pactan convenios comerciales marco. En 2001, se inició la Ronda de Doha, con objeto de promover la liberación de mercados. Cada cumbre tiene asociada protestas, por ejemplo, en 2015 fue celebrada en Nairobi y se pedía la protección de los pequeños agricultores. Es en esta cumbre cuando se acuerda que los países desarrollados eliminarán los subsidios a la exportación, reclamo histórico que ya establecía una ventaja para los países desarrollados y distorsionaba los mercados.

Las críticas más repetidas en cuanto a cumbres y negociaciones de TLC son en general dobles: por un lado, se acusa de ser mecanismos diseñados para los grandes grupos y se denuncia que ONG’s y otras organizaciones pequeñas no están invitadas y por otro lado que el secreto rodear a las negociaciones. Las acusaciones de secretismo han sido especialmente llamativas en el caso del fallido TTIP, donde solamente los eurodiputados tienen la capacidad de revisar la documentación de las negociaciones tras firmar un acuerdo de absoluta confidencialidad.

En general, la población asume que la globalización tiene riesgos. La sociedad del riesgo, se respira en todos los ámbitos. En los países ricos, se percibe la amenaza de des-localización y re-localización (Beck, 1999).  Estos riesgos han sido bien captados y encauzados por Donald Trump, que ha sabido entender que en América, por otro lado está el miedo a perder esa hegemonía en el sistema de estratificación global de Bauman (Beck, 1999), sintetizado muy bien con el slogan (“Make America Great Again”, MAGA). Las promesas electorales de Trump, han ido encaminadas a un electorado que busca respuestas proteccionistas que pasan por la identificación del estado nación mucho más concreto y comunicable en mensajes políticos que en complejas teorías de la economía sistema–mundo e historia del capitalismo de Wallerstein, por ejemplo. El rechazo a los TLC no tiene  una connotación local y es son entendible sino en su carácter de problemas globales. En este sentido, ¿podría entenderse el rechazo a los TLC como una respuesta de las culturas locales ante la amenaza a desaparecer? (Giddens, Almazán, 2012). Según Beck (1999), “las culturas y las identidades locales se desarraigan y sustituyen por símbolos mercantiles”. Creo que existe una marcada percepción popular, de que existe una “macdonalización del mundo” que la globalización es un “rodillo” que homogeneiza. El hecho de que las grandes ciudades de muchas partes del mundo tengan fuertes paralelismos comerciales lo confirma, por ejemplo que haya restaurantes de McDonalds en cada ciudad, tiendas de Ikea, Leroy Merlin, etc.

En este sentido, siguiendo a otros autores como Robertson (Beck, 1999) o Eisenstadt (1963) que niegan ese efecto de “macdonalización” (entiéndase homogeneización), parece que las empresas han adoptado el glocalismo (actúa localmente, piensa globalmente, de Robertson como respuesta a los retos comerciales del Siglo XXI. La estrategia para superar esos rechazos culturales es doble: por una parte se necesita que un símbolo local sea convertido en global para que pueda superar esas fases de rechazo, como sería el caso de la pizza, o la Coca-cola o incluso McDonalds que a base de volverse cotidiano ha dejado lentamente de tener esa connotación americana asociada con la dominación cultural y poco a poco se ha ido aceptando como propia. Y por otra parte, las estrategias comerciales basadas en el glocalismo, pasa porque lo global se disfrace de local. Por ejemplo McDonalds, tiene ocasionalmente productos que son claramente de la península ibérica, por otra parte, por ejemplo la editorial española SM[12], tiene sucursales en 10 países, y en España se particulariza dependiendo del contexto cultural, así por ejemplo, SM en el País Vasco se llama Ikasmina y Cruïlla en Cataluña[13].

 

4.- CONCLUSIONES: ¿Un mundo sin TLC?

Después de un recorrido teórico y de un análisis y discusión aportando diferentes datos, retomemos, la pregunta de investigación inicial: ¿es posible una globalización sin tratados?

Habíamos partido de la hipótesis de trabajo que la globalización supone una nueva configuración de relaciones de poder y que el mercado es su herramienta principal, afectando a otros muchos aspectos de la sociedad, especialmente al problema de la pobreza global. Como tal, el mercado mundial actúa como un sistema de dominación, en el cual, el libre mercado precisa no de un sistema justo y regulado, sino de una desregulación en el que el más fuerte impone sus condiciones. Hemos visto como tanto desde el comercio a partir de los TLC como desde el institucionalismo de los organismos que construyen el tejido institucional de la globalización, y que replican culturalmente los signos culturales y los patrones de la sociedad mundial.

La pregunta, entonces, si en un escenario próximo, un número creciente de  países decidiesen abandonar o no firmar TLCs como TTIP, CETA y otros, ¿qué pasaría?, ¿en qué quedaría la globalización? La respuesta reside en que la globalización no es solo económica. Existen otro buen número de redes (comunicaciones, culturales, académicas, etc.) (Stichweh, Luhmann, Schriewer, Beck, etc.) que también juegan un importante papel.

Naturalmente, la falta de acuerdos de comercio tendría efectos (y posiblemente no todos perjudiciales), habría más dificultad para conseguir determinados productos y serían más caros, todo sería quizás “más local” pero eso no destruiría la globalización, ni si quiera la globalización económica. Al fin de al cabo, la humanidad siempre ha tenido relaciones comerciales en otros contextos históricos muy anteriores incluso a la modernidad.

Por tanto, en un escenario sin TLCs, la globalización no ocurriría tal y como la conocemos, el  comercio no desaparecería (aunque tenga más barreras) pero sí se vería disminuido. El mayor cambio sería el poder del mercado, este probablemente tendría menos opciones para sustituir al poder estatal y erigirse como nuevo actor central. Es decir, sería un escenario algo más moderno que postmoderno en cuanto al papel del estado nación. Habría por supuesto que saber qué países no firman y que acuerdos fallan, hemos de recordar que en muchos casos, y tal y como dice Giddens (1999), una de las dimensiones institucionales de la globalización ocurre en el ámbito militar, y este supone un poder de coacción colosal.

Por otra parte, y para finalizar, la cuestión planteada no es tan hipotética como pudiera pensarse. Por ejemplo nos consta que se han producido intentos por parte de determinadas naciones para escapar a acuerdos comerciales o para escapar al poder de ciertas instituciones. Un elocuente ejemplo lo constituye Japón que 1997 intentó hacer una versión japonesa del FMI, dicho fondo monetario se llamaría FMA (Fondo Monetario Asiático) con un presupuesto de 100 billones de dólares en su mayoría aportados por Japón y sin embargo, “el Tesoro estadounidense percibió que un fondo asiático reduciría su influencia en la región, y que podría tener efectos negativos sobre el FMI y el BM” (Ugarteche, 2009). La intención de Japón era estabilizar la región tras la crisis de 1997, pero Washington jamás lo permitió “frustrando eficazmente” el foro asiático (Nordhaug). El éxito habría fortalecido el liderazgo de Japón en la región. Según Nordhaug: “Japón planteó la idea del FMA durante la reunión del G7 en Hong-Kong en  septiembre de 1997. Los países de la U.E. y el FMI se opusieron  inmediatamente a la propuesta”. Lo que en mi opinión ejemplifica muy bien las relaciones de fuerzas que existen y que por tanto, no es sencillo escapar al mercado.

[1]TLCAN = Tratado de Libre Comercio de América del Norte

[2] TTCE = Tratado Transpacífico de Cooperación Económica

[3]TTIP = Transatlantic Trade and Investment Partnership

[4]CETA = Comprehensive Economic and Trade Agreement

[5] Organización Mundial del Comercio.

[6] http://rtais.wto.org/UI/publicsummarytable.aspx

[7]  En Europa, el clembuterol fue prohibido por Directiva Comunitaria el 7 de Marzo de 1988, sin embargo en EEUU es legal.

[8] Por cuestiones de espacio no vamos a entrar a describir los críticos a la globalización pero podríamos citar: ATTAC, Greenpeace, Oxfam, sindicatos, etc.

[9] Investor-State Dispute Settlement

[10] Movimiento Mundial de Desarrollo, actualmente conocido como “Global Justice Now”. http://www.globaljustice.org.uk/

[11] Fuente: UE dato para el año 2010 en la Europa de los 27, 39.685 millones de euros.

[12] Propiedad de la Iglesia y creada en 1937. SM significa Santa María.

[13] http://www.grupo-sm.com/presencia/espa%C3%B1a

5.- FUENTES

Almaraz, J. (2012) “Hacia una formulación analítica de la sociedad mundial: de Rostow a Luhmann”, en Papel Político, 17 (2): 737-773.

Beck, U. (1998) La sociedad del riesgo. Barcelona: Paidós. (Capítulo 1 “La lógica del reparto de la riqueza y de los riesgos”).

Beck, U. (1999) ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Paidós (caps. 2 y 4; pp. 25-32 y 45-98).

Cardoso, F.H. y faletto, E. (1977) Dependencia y desarrollo en América Latina. Madrid: Siglo XXI. (Introducción y capítulo II “Análisis integrado del desarrollo”).

Eisenstadt, S.N. (1963) “Modernización, crecimiento y diversidad”, en Desarrollo económico, 3 (3): 423-452.

García blanco, J. M. (1999), “De la mundialización y la globalización al sistema de la sociedad mundial”, en R. Ramos y F. García Selgas (eds.) Globalización, riesgo, reflexividad. Tres temas de la teoría social contemporánea, Madrid: CIS, pp. 21-56.

Giddens, A. (1999) Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza. Secciones I y II.

Gil Quintero, J.D. (2008) TLC, Globalización y el futuro de la ganadería en Colombia. El cuaderno, escuela de ciencias estratégicas. Vol 2 nº3 P23-51. Medellín, Colombia.

Held, D. et al. (2000) Global Transformations.Oxford: Blackwell.

Luhmann, N. 1999: Politique et complexité. Paris: Cerf, p. 43.

Luhmann, N. (2006) La sociedad de la sociedad. México: Herder. Apartados 1.X. “La sociedad mundial” y 4.XIII “Globalización y regionalización” (pp. 108-129 y 639-643).

Nordhaug, K. El resurgimiento del Fondo Monetario Asiático. Universidad de Roskilde. Dinamarca.

Schofer, E.; hironaka, A. y FRANK, D.J. (2012) “Sociological institutionalism and the World Society”, en Amenta, E.; Nash, K. y Scott, A. (eds.) TheWiley-BlackwellCompaniontoPoliticalSociology.Blackwell (pp. 57-68).

Schriewer, J. (2013) “Cultura mundial y mundos de significado culturalmente específicos”, en Educar en Revista, 49: 275-297.

Stichweh, R. (2012) “En torno a la génesis de la sociedad mundial: innovaciones y mecanismos”, en Revista Mad, 26: 1-16.

Turner, B. S. (2010): “Theories of globalization. Issues and origins”, en The Routledge International Handbook of Globalization Studies.

Wallerstein, I. (1979):“El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Madrid: Siglo XXI. (“Introducción” y capítulo 7 “Repaso Teórico”).

Ugarteche, O. (2009) Histórica crítica del FMI. Breviarios de investigaciones económicas. Instituto de investigaciones económicas. Universidad Nacional Autónoma de México.