Nuevo colapso del sistema financiero

 Por Miguel Ángel Ruiz

La gran crisis sistémica de 2008 que empobreció de gran manera al mundo aún no ha acabado. Tras años de recortes y de aplicar soluciones erróneas, un nuevo colapso del sistema financiero está a punto de suceder y, esta vez, ni los gobiernos tienen capacidad para afrontarlo por falta ahorros, ni los bancos centrales pueden usar más políticas monetarias. Esta es la gran crisis que cambiará el mundo para siempre.

El número de marzo de 2012 de Año Cero trataba sobre el colapso del sistema financiero internacional ocurrido en 2008, donde se puso de manifiesto la influencia de unos reguladores bancarios incapaces de gestionar el riesgo, lo que derivó posteriormente en la crisis de deuda soberana que asoló Europa. Aquel reportaje terminaba con una advertencia lanzada desde las más altas instancias del mundo financiero: el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ambas organizaciones alertaban de que la tormenta perfecta aún estaba por llegar. Decían que la economía mundial estaba en peligro y que quizás lo peor aún no había pasado.

Estos años se ha hablado sobre si la crisis sistémica tenía forma de U (caída y recuperación) o de W (caída, recuperación y caída). Las dudas ya se han despejado, la economía muestra signos de agotamiento y la nueva gran crisis ya está aquí. La verdad es que no tiene mucho mérito augurar que una nueva fase de la crisis de 2008 está por llegar y que va a ser mucho peor. En realidad llevamos años dando patadas hacia adelante, en lugar de resolver nuestros problemas. Pero antes de hablar de la nueva crisis, hagamos un repaso de lo que sucedido desde 2008 para entender mejor el presente.

Que pasó tras las crisis.

Recordemos brevemente que los problemas de contagio de riesgo de impago ocasionados por las hipotecas ‘subprime’ de EEUU, se extendieron rápidamente a Europa y contaminaron, después, al resto del mundo. Entonces, los bancos centrales inyectaron inmensas cantidades de dinero en el sistema, y los países rescataron a la banca para resolver el problema. Básicamente, la crisis ha sido un fraude en el sentido de que no se ha actuado sobre las causas del problema. La crisis se originó en el corazón del sistema financiero y luego han tenido que ser los gobiernos, ciudadanos y la economía real quienes han salvado la situación pagando los rescates.

En el contexto de 2008, las economías emergentes, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se recuperaron rápidamente y actuaron como locomotora del crecimiento mundial. Estos países emergentes y otros como México, Turquía, etc., no sufrieron tanto como los europeos, Grecia o España.

Sin embargo, ahora, 7 años después, se vuelve a repetir el tsunami, pero esta vez la capacidad de reacción ya está mermada. El mundo ya no es el mismo de 2008, han cambiado muchas cosas, pero no las que se deberían haber cambiado. Se aplicaron recetas incorrectas.

Así, se aprobaron todo tipo de recortes y se adelgazó el estado: privatizaciones, subida de impuestos, abaratamiento de despidos, etc. Se presionó y chantajeó para que el rescate lo pagaran los ciudadanos bajo el mantra: “Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”. Se aprobaron leyes como la ley mordaza para combatir el descontento ciudadano. El ajuste de responsabilidades ha sido muy desigual, por ejemplo, en España actualmente se reconoce que no se va a recuperar toda la ayuda prestada a la banca, concretamente al menos faltan por pagar 37.000 millones de euros de los rescates, sin embargo han expulsado a ciudadanos de sus casas por impagos mucho menores.
Asimismo, se impusieron “tecnócratas” (banqueros) como presidentes en Italia y Grecia, sin ser elegidos democráticamente, lo que constituyó una especie de golpe de estado. En España, se cambió la constitución para cumplir con los objetivos de déficit del estado y poder pagar al sistema financiero. Se intentó atacar el endeudamiento público y calificarlo de problema, cuando en realidad, el endeudamiento privado era mucho mayor.

Se nos dijo que los recortes eran necesarios para bajar la prima de riesgo y disminuir la deuda. Sin embargo, también esto fue mentira. Actualmente España tiene una deuda record de un billón de euros, mayor que antes de los recortes. ¿Para qué era entonces que hemos recortado tanto? Grecia, tras tres rescates (2009, 2012 y 2015) está mucho peor que nunca. Así mismo, Italia tiene más deuda que en 2010, actualmente un 135% del PIB, similar al caso de Portugal con una deuda del 130% de su PIB. Y, no solo los países de la periferia, Francia también debe más que antes de la crisis e incluso hasta Alemania tiene más deuda ahora.

En cierto sentido, el sistema financiero «murió» en 2008. Desde entonces está intervenido y sigue vivo gracias a las inmensas inyecciones de dinero de los bancos centrales (BCE, FED, Banco Central de Japón, etc.). Sin esas ingentes cantidades de liquidez, los pequeños crecimientos económicos que hemos visto en el mundo no habrían existido. Por desgracia, este dinero no ha servido para relanzar las inversiones y crecer sino sólo para satisfacer a los inversores financieros. El crédito no ha llegado a las pymes.

Al final estamos casi como al principio. Pasado el pánico inicial y asegurado la salvación del sistema financiero, los especuladores e inversores han vuelto a la carga y, gracias a «políticas monetarias de inyección de liquidez», han seguido especulando. Vuelta al problema de origen de la crisis. En cierto modo, resolver una burbuja especulativa con grandes cantidades de capital, es como apagar fuego con gasolina.

Según el Premio Nobel de Economía, Joseph Stigliz, se han tomado algunas medidas para resolver el problema que originó la crisis, pero en su opinión, son totalmente insuficientes. Según Stigliz: “Se ha aumentado los requisitos de capital, pero mucho menos de lo necesario. Algunos de los derivados más arriesgados (armas financieras de destrucción masiva) han sido incluidos en las bolsas de valores. Eso ha aumentado su transparencia y ha reducido el riesgo sistémico, pero aún se negocia un elevado volumen en opacos mercados no organizados, lo que significa que sabemos poco sobre la exposición al riesgo de algunas de nuestras mayores instituciones financieras”. Y esto es lo poco que se ha hecho.

Que no ha cambiado (y debería) desde la crisis de 2008

Prácticamente no ha cambiado nada de lo realmente importante. Por ejemplo, las entidades denominadas «sistémicas» (demasiadas grandes para caer) son incluso más grandes ahora. Por tanto, el riesgo sistémico persiste aunque ahora los bancos tengan ahora mayores reservas de capital. Y las han obtenido a costa de los estados, que han asumido su deuda, lo que supone un saqueo colosal.
Esos bancos, además de seguir siendo demasiado grandes, están muy interconectados y por tanto no se puede establecer un cortafuegos si alguno de ellos uno quiebra. De hecho, tienen un tamaño excesivo para ser gestionados correctamente, e incluso, para exigirles responsabilidades en caso de quiebra.
Por tanto, se puede decir que el sistema financiero no ha sido reformado. Según el economista crítico, Juan Torres López: “Tampoco se ha hecho nada por evitar que la especulación y la generación de burbujas se siga generalizando en la economía internacional, consumiendo recursos y desestabilizando todo lo que hay a su alrededor”.

Judicialmente no ha habido culpables por el crack del 2008. Las famosas agencias de rating han sido declaradas responsables en un par de juicios, sin embargo sólo han sido condenadas a pagar una fracción de las pérdidas. Estas agencias tienen grandes problemas de conflictos de intereses porque cobran de las entidades a las que tienen que evaluar, lo cual supone un sistema perverso de incentivos, que se traduce en que solo ven lo que quieren ver. Vieron estupendamente la crisis de deuda Europea pero no la caída de Lehman Brothers, por ejemplo.

Además como hemos comentado, la deuda pública de los estados es mayor ahora que en 2009. La deuda es materialmente impagable tras años de rescates. Y los estados tienen ahora menos margen de maniobra para hacer frente a nuevas crisis.

Aparte, el sistema financiero sigue siendo fundamentalmente insolvente. Es verdad que los ‘test de stress’ se han pasado de manera satisfactoria, pero, tal y como denuncia Juan Torres López, el saneamiento de los bancos se ha hecho gracias a mentiras y trampas contables. No es extraño que se hayan recapitalizado después de las inyecciones de liquidez y los rescates, sin embargo siguen teniendo “activos tóxicos” y capital expuesto a derivados financieros que se usan para especular y alimentar burbujas. Así que, puesto que no se ha cambiado lo que se debería, el sistema sigue enfermo y, la consecuencia, es que va a volver a colapsar.

Signos del mal estado de la economía mundial y que auguran nuevo Crash

Como vemos, el Sistema, ha estado artificialmente vivo desde 2008, como si fuera un enfermo conectado a una máquina de respiración. Sin embargo, que te mantengan vivo, no significa que seas inmune a nuevos deterioros. Hasta ahora, las economías emergentes tiraban del carro económico y la economía mundial, aunque despacio, ha ido rodando.

Pero actualmente, encontramos que el segundo gran gigante económico del mundo, China, empieza a desmoronarse. La economía de China es una economía de producción y constituye un proveedor principal de todos los bienes de consumo del mundo. Por lo tanto, la economía china es un indicador importante para la salud económica del resto del mundo. Especialmente porque importa muchísimas materias primas y mantiene el comercio mundial.

Sin embargo, China, es un país comunista que tiene grandes problemas de transparencia y libertad. Es sabido que censura Internet, controla la disidencia en el mundo académico y hay cada vez más rumores de que China esta falseando sus resultados económicos. De hecho, siempre se ha sospechado que China mentía con sus cifras de crecimiento, pero si tiraba de la economía mundial, ¿por qué ponerles en evidencia?

El problema es que ahora la economía China está entrando en recesión. Incluso tienen una burbuja inmobiliaria. Y todo esto es muy nocivo para la economía mundial, nos quedamos sin locomotora. Al momento de escribir estas líneas, China había perdido un 30% de su valor de mercado y este hecho es muy preocupante considerando que el país representa el 16% del PIB mundial. Esta caída China, ya ha arrastrado a todas las economías del sudeste asiático que ya han entrado en números rojos y afecta también a los emergentes, a Europa y a EEUU.

Igualmente, los datos de las exportaciones e importaciones chinas son malos con un 8,3% de caída. Y, dado que China es uno de los principales compradores de materias primas del mundo, su desaceleración está lastrando el precio de estas.

Así pues, desde comienzos de año, el índice Bloomberg de materias primas (cobre, hierro, trigo, café, azúcar, etc.) ha experimentado una drástica caída y ha descendido a su nivel más bajo en 16 años, desde 1999. El mes de julio ha sido también el peor de 2015 en lo que se refiere a los precios del petróleo y seguirá en descenso dado que los países productores mantendrán su producción para defender su cuota de mercado. Además, Irán se ha unido como país productor de petróleo y se ha sabido que la OPEP produce más crudo del que se creía, precipitando aún más el precio de este. Y como cualquier deterioro económico afecta al resto, el desplome del crudo se ha cobrado ya 100.000 puestos de trabajo en todo el mundo.

Por otro lado, la caída de los precios de las materias primas castiga económicamente a las naciones que los venden, especialmente Latinoamérica y particularmente Brasil, que es, otro peso pesado de la economía mundial. De hecho, Brasil está pasando por una situación apurada: la agencia de rating Standard&Poor han rebajado sus bonos de deuda situándolos solo a un escalón por encima del bono basura. El bono basura está asociado con un alto riesgo de impago que de producirse, significaría la quiebra de Brasil y un necesario, y complicado, rescate.

Rusia también se ha visto castigada por las agencias de Rating, quienes han rebajado sus calificaciones. El pasado 26 de Enero S&P degradó a Rusia a BB+ y, a continuación, recalificaron como bono basura a muchas empresas rusas. Y no son los únicos que tienen problemas, el frenazo del crecimiento mundial afectará a todos: sólo en Alemania el 10% de las empresas son dependientes del mercado chino. Es previsible que los primeros en quebrar sean los países más débiles. Por ejemplo, Puerto Rico debe 72.000 millones de dólares y no puede pagarlos. Estados Unidos no quiere rescatarlos, y supone otro foco de inestabilidad. Cada impago es una ola sísmica que se transmite por el sistema, posibilitando otros impagos y aumentando la probabilidad de colapso total.

Volviendo a China, para intentar resolver sus tensiones económicas, recientemente ha decidido devaluar su moneda, el Yuan. Y ha asustado a todo el mundo. Devaluar la moneda es una solución de manual de economista. Así, eres más barato, reactivas las exportaciones y sales adelante porque eres “más competitivo”.

Sin embargo, la devaluación del Yuan es una declaración de guerra de divisas, y eso justamente va en contra de Japón, Europa y Estados Unidos quienes van a sufrir la devaluación china. Las guerras de divisas hacen que el resto de países tengan que abaratar sus economías para poder competir en los mercados internacionales. Es decir, se eliminan los márgenes de beneficios de la competencia, y a Europa y EEUU es precisamente lo que menos les interesa ahora.

Además, la crisis china es especialmente preocupante porque es el principal acreedor de deuda externa del resto de países, especialmente norteamericana…

Por otra parte, incluso si la crisis de la locomotora china no fuese suficiente, en Europa las cosas no terminan de mejorar. No han aparecido los esperados «brotes verdes» y no se crece lo suficiente. Además, tras el rescate de Grecia, hay un escepticismo muy grande hacia Europa por la manera de forzar al gobierno de Tsipras. El malestar es especialmente patente por la actitud de Alemania, la cual ha hecho caso omiso a las advertencias, incluso hasta las del FMI que afirma que Grecia necesita una quita de deuda. Europa tiene una crisis en 3D: “Deflación, Deuda y Desempleo”.

Y no sólo está mal la deuda griega. Los niveles de deuda en Europa han aumentado: Italia, Bélgica, Chipre y Portugal también soportan una deuda pública que excede el 100% de su producción total. Incluso hay voces que aseguran que Italia, la tercera economía de la Eurozona, podría seguir los pasos de Grecia y enfrentar un rescate. Así pues, estas economías con débiles crecimientos, lo último que necesitan es otra crisis global.

¿Colapso del dólar?

Por otra parte, el oro también tiene algo que decir sobre la economía mundial. El pasado mes de Julio, el precio del oro caía a su nivel más bajo desde 2010. Durante el último año, hemos podido presenciar cómo los países europeos han estado retirando sus reservas de oro de EEUU. El banco central de los Países Bajos, De Nederlandsche Bank, ha sido uno de los últimos en hacerlo. El pasado 21 de noviembre, el banco declaró que había retirado 612,5 toneladas del oro de EEUU. Y Holanda no es un caso aislado, Alemania también ha estado retirando toneladas de oro de EEUU y de Francia, donde, a su vez, el líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, también aboga por el traslado de oro a territorio galo.
El expresidente de la FED, Alan Greenspan, en un artículo titulado “¿Por qué Beijing compra oro?”, aseguró que China parece querer atesorar más oro que Estados Unidos, porque “el oro sigue siendo atractivo para el gobierno chino, ya que conserva un valor reconocido universal que el dólar estadounidense no puede reemplazar”.

A su vez, tanto Alemania como Holanda justifican la medida del acercamiento del oro a sus respectivos países porque “permitirá a los bancos europeos devolver la confianza a sus inversores y a la opinión pública», según las palabras de un portavoz del banco holandés Investing.com. Asimismo, el Bundesbank justifica en un comunicado que con la repatriación de oro elevará la confianza en su propia economía. Y recordemos que Alemania es el segundo país de todo el mundo con mayores reservas de oro, por detrás de EEUU.

Suiza incluso, llegó a realizar un referéndum llamado “Salvemos nuestro oro” en el que se proponía si el Banco Central de Suiza debía aumentar las reservas de oro. La preocupación viene porque los políticos suizos creen que el banco tiene demasiados euros devaluados y que este aumento de oro atraería la confianza.

Incluso dentro de EEUU, el Gobernador del estado de Texas, Greg Abbott, firmó en Junio una propuesta de ley (HB 483) que permitirá a Texas crear su propio depósito federal de oro y plata. Texas, al igual que los países Europeos, quiere “repatriar” oro valorado en 1.000 millones de dólares desde la Reserva Federal.

¿Realmente qué está pasando? ¿Por qué tantas apelaciones a la confianza? Precisamente la causa podría ser el temor a un colapso del papel moneda en su totalidad. Recordemos que el mundo, tras los acuerdos de Bretton Woods en 1947, había adoptado el dólar como moneda de referencia, estando el dólar respaldado en el oro. Pero el expresidente americano Richard Nixon, abandonó el patrón oro en agosto de 1971, pasando entonces, el dólar a ser “dinero fiduciario”, es decir, a ser dinero basándose sólo en su declaración por el estado. De hecho, debido a la política de impresión masiva de dólares por parte de EEUU, es el país del mundo que menos problemas tiene endeudarse porque su moneda es la de referencia (todos necesitan dólares). El caso es que el “poder de compra” del dólar no ha hecho más que bajar. De hecho el “poder adquisitivo” de 1 dólar en 2013 es un 95% menor de lo que era en 1913, cuando se creó la FED.

Por todo lo expuesto, podemos sacar en claro, que existe un temor generalizado a que los billetes pierdan todo su valor, y el sistema colapse en una crisis masiva de confianza. Sin embargo, estos miedos, y sus intentos de contrarrestarlos con la posesión de oro frente a un eventual colapso de papel moneda, son una muy mala señal para la economía mundial.

¿Eso es todo?

Hay otro elemento más que cierra el círculo de la tormenta perfecta. Y lo volvemos a encontrar en Estados Unidos. Como sabemos, desde 2008 se ha producido un “credit crunch” (estrangulamiento del crédito) debido a la crisis financiera. Esto ha hecho que la FED, es decir, el banco central americano, haya bajado los tipos de interés (el precio de comprar dinero) a casi cero. Esto significa que endeudarse es muy barato porque se han de pagar pocos intereses en préstamos, hipotecas y deudas. Esta fue una medida de estímulo que se hizo para reactivar la economía tras la crisis de las ‘subprime’, pero no se puede prolongar su acción eternamente, podría aumentar la inflación.
Desde hace meses, se plantea la posibilidad de que la FED suba los tipos. La visión oficial es que EEUU tiene una sólida recuperación económica y que hay que encarecer el precio del dinero. ¿Qué efecto tendrá para el resto del mundo? Se traducirá en un incremento de las deudas «en dólares» es decir, cuyo índice de referencia esté asociado al dólar. Y son mayoría. De repente, muchas cosas serán más caras. Hasta la directora del FMI, Cristina Lagarde, avisa del peligro de la subida de tipos: “Tras años de descargas monetarias sin precedentes, hasta la más mínima subida de los tipos se puede indigestar”.
Ya vimos como África en los años 70 y 80 y Latinoamérica en los 90, se endeudaron cuando subió el precio del dinero, teniendo que recurrir al temible FMI: la trampa de la deuda obtenida con dinero barato.
Otro efecto sería la huida de capitales de todo el mundo a EEUU para beneficiarse de la rentabilidad de su deuda. Es posible que el capital abandone a los países emergentes de vuelta a Norteamérica. Aunque no todo está tan claro para todo el mundo, el estratega de la Société Générale, Albert Edwards, la recuperación estadounidense es un fraude que dará paso a una reacción «violenta» en los mercados durante la segunda mitad de este año.

En resumen, los signos de la situación económica no son nada halagüeños. Y se masca la tensión de una nueva ola desestabilizadora mundial que podría traer una nueva crisis peor que la de 2008.

¿Qué puede pasar en esta segunda crisis financiera global?

Hemos dicho que la próxima crisis será mucho peor que la de 2008. ¿Por qué? Primero porque la crisis de las ‘suprime‘ fue una crisis financiera que luego se contagió a la economía real, sin embargo, la potencial crisis actual está más causada por el agotamiento económico, es decir, es una crisis “real”.

Por ejemplo, fijándonos en un claro indicador económico, el paro, este está aumentando a nivel mundial. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo):“Más de 61 millones de empleos se han perdido desde el comienzo de la crisis mundial en 2008 y las previsiones muestran que el desempleo seguirá aumentando hasta finales de la década”. De hecho, se estima, que en 2019, habrá 11 millones de parados más en el mundo. Y estas cifras no contemplan la crisis que se está desatando ahora…
Es necesario remarcar que éste es un desempleo estructural, es decir, desempleo crónico. Y además, la productividad cada vez está más alejada del empleo. La automatización de la industria hace que cada vez se necesiten menos puestos de trabajo. Y por si fuera poco, la OIT alerta de que la recuperación económica tampoco creará empleo. Lo que está pasando es un cambio mundial de grandes proporciones.
El parón económico de China, que puede sumir a EEUU (y a todos los demás) en una crisis, provocará más paro y en general, si este modelo se afianza, provocará la desaparición de la clase media, es decir un aumento de la pobreza y un incremento entre la brecha de ricos y pobres. Muy ricos y muy pobres.

Por otro lado, los gobiernos actuales, sobrecargados de deuda, ya no tienen los márgenes de ahorros y los sectores industriales que tenían antes de 2008. En otras palabras, ya no tenemos tanto que privatizar, ni que recortar. Lo más seguro es que ante nuevas crisis, los estados decidan emitir más deuda profundizando en el problema de base: una deuda mundial que se vislumbra impagable.
Un reciente informe elaborado por la consultoría “McKinsey Global Institute”, dice que la deuda global se situaba en 142 billones de dólares a finales de 2007 y equivalía al 269% del PIB, mientras que a mediados de 2014, esta cifra ascendía ya a 199 billones, lo que suponía el 286% del PIB. Y, sin embargo, la deuda privada ha sido superior en general a la pública, de hecho, el énfasis de la prensa sobre los peligros de la deuda pública es una “cortina de humo” para alejarnos de la verdad: la deuda privada es mucho mayor que la pública. Es decir, todo está saturado de deuda, es materialmente impagable, y no puede haber ingresos suficientes para pagarla sin que colapse el sistema capitalista.

Un buen ejemplo es Grecia, que actualmente destina el 81% de su tercer rescate a pagar la deuda como en un círculo vicioso. Lo que podremos esperar, tras un nuevo deterioro económico, son posiblemente, y dependiendo de la gravedad, quiebras en cascada.

Por otro lado, quién nos ha salvado desde el año 2008 hasta ahora han sido los bancos centrales, pero que al igual que los gobiernos cada vez tienen menos margen de actuación. Sus políticas han sido monetarias, pero ya están “gastadas” y “sobreexplotadas” y no resuelven los verdaderos problemas. De hecho, tanto dinero barato ha abierto nuevas burbujas, ya que la idea de que siempre es posible un rescate no ha beneficiado a bancos e inversores, que reforzada su confianza, han seguido especulando. Los hemos apoyado en su irresponsabilidad. El remedio monetario no funcionará más y esto es importante tenerlo en cuenta.

Se avecina un colapso del modelo capitalista. La traducción es directa: aumento de la pobreza, desprotección social, fin de la soberanía de los estados, fin de la democracia (votar ya no tendrá sentido porque son los mercados los que indican a cada país lo que tiene que hacer). Más paro, más recesión, mayores precios, desaparición de la clase media. Lo que viene es un nuevo orden económico mundial.

¿Quienes no lo va a notar? Los muy ricos, los grandes bancos y grandes empresas que queden en pie porque lo controlaran todo, y los muy pobres, los 1.000 millones de personas que viven con menos de un dólar al día.

¿Por qué ha ocurrido todo esto?

Por muchas razones, tantas que darían lugar a otro artículo, pero son varios los motivos principales. Primero porque la economía, lejos de ser una ciencia, es un arma de guerra y se la ha usado como tal. Lo resume muy bien la profética frase de John Adams, segundo presidente de EEUU: “Hay dos formas de conquistar y esclavizar una nación, una es con la espada, la otra es con la deuda”.
Así, la deuda se usó por parte del Banco Mundial y el FMI, para controlar los recursos de África, Latinoamérica y el Sudeste Asiático. Como hemos visto, la capacidad ilimitada de imprimir dólares por parte de la FED, ha posibilitado un flujo de deuda en el mundo que llega a situaciones insostenibles y, absurdas para la economía científica. Gracias a ese acceso ilimitado a créditos de “dinero falso”, se pudo mover las fábricas de occidente a China, ocasionando la desindustrialización de Estados Unidos y Europa, provocando una gran cantidad de desempleo.

Hace más de 40 años el economista Jacques Rueff, profetizó que “un déficit descontrolado de Estados Unidos podía desestabilizar toda la economía mundial”. Y ese es otro de los grandes problemas. EEUU, el gigante, está tremendamente endeudado. Bill Gross, ejecutivo de Pimco, ha señalado que las finanzas de Estados Unidos están peor que las griegas. Si a la deuda pública de Estados Unidos, que supera los 20 billones, se le suma la deuda de privada, la total asciende a 70 billones, es decir, el 600% del PIB estadounidense.

Otro de los motivos es que no vivimos realmente en un sistema sometido a unas reglas económicas consideradas como científicas. La única regla es el egoísmo. Así, se ha manipulado el mercado y la economía tanto como se ha necesitado para imponer otros intereses. De esa forma se explica que en los paraísos fiscales existan 21 billones (con b) de dólares ocultos de la economía real. 21 billones que ni pagan impuestos ni benefician al bien común. Así, vemos que las gráficas de los impuestos que pagan las grandes corporaciones no hayan dejado de bajar desde 1950 aportando cada vez menos a las arcas de los estados. O que los sueldos de los trabajadores en general hayan perdido poder adquisitivo a lo largo de los años. O que el tamaño del sector financiero no ha hecho más que aumentar, hasta convertirse en un auténtico cáncer, con respecto a la economía real.

Una de las herramientas que ha contribuido de manera importante a la crisis sistémica es la posibilidad de los bancos de producir dinero prácticamente de la nada, ya que lo reproducen por la vía del crédito gracias al sistema de reservas fraccionarias. De hecho, crean dinero mediante un sencillo apunte contable para prestarlo a los ciudadanos, lo cuales han de devolver con intereses mediante horas de trabajo. Es un sistema que sienta las bases de la esclavitud moderna y que les otorga gran poder a los bancos. Pero que ha contribuido a desestabilizar todo el sistema porque es un abuso de la contabilidad.
Y, otro gran motivo, es la especulación, que al final encarece los productos finales, extrae dinero del sistema, crea burbujas, empobrece a los agentes económicos y enriquece a los financieros pervirtiendo la economía y el comercio.

¿Qué podemos hacer?

Dada la dimensión y la profundidad de los problemas explicados podemos hacer muy poco. Esperar el fin (económico) del mundo con una sonrisa. Es imposible que se solucionen actualmente todos los problemas estructurales del mundo, acumulados durante décadas y con la falta, además, de voluntad política. Lo único que se puede hacer es esperar a que el sistema caiga.

Además, incluso si ahora no se cayese, dado todo lo expuesto, y pensando que estamos ante un sistema económico roto, débil e inestable es cuestión de tiempo que venga la tormenta perfecta que marque un fin de ciclo. Si no es ésta, será la siguiente crisis, y si no la posterior, pero ocurrirá. No puede no ocurrir.

Además, el colapso puede desencadenarse por múltiples factores: una burbuja bursátil, una crisis energética, una guerra, una burbuja inmobiliaria, una quiebra sistémica o cualquier otro cisne negro que no hayamos logrado vislumbrar.

Pero aunque sea difícil, siempre hay una cierta capacidad de elección. ¿Qué podemos hacer en lo personal si hubiera un colapso económico? En lo personal, ser lo más soberano posible, e intentar no caer en la esclavitud de la deuda. En lo material necesitar menos. Construir redes de solidaridad, ser voluntarios, dedicar unas horas a la semana a ayudar a los demás para que la protección de los necesitados no dependa sólo del estado. Vivir lo más posible al margen del sistema económico, consumir en negocios familiares, practicar el comercio justo. No consumir lo que puedes producir. Reciclar. Es decir, ser lo más autónomo posible. Si el sistema colapsa, no necesitar mucho, siempre será una ventaja.
En cualquier caso, conviene ir cambiando nuestra filosofía y nuestros hábitos de consumo. Si no es este el gran colapso, será a la siguiente.

Miguel Angel Ruiz