Espionaje doméstico
Por Miguel Ángel Ruiz
Hoy en día, cualquier ciudadano sabe que es espiado constantemente. Nadie ignora que la CIA, la NSA, Echelon, SITEL, PRISM y otro buen número de siglas existen para conocer su vida privada y supuestamente para garantizar su seguridad. Pero existe otro espionaje: el privado, el de las corporaciones, el que quiere fisgar todo de ti… y no quiere procurarte ningún beneficio.
Tras las revelaciones de Edward Snowden sobre los programas secretos de la NSA, como PRISM por ejemplo, se ha hablado mucho acerca del el espionaje que ejercen los gobiernos. La respuesta estatal, como siempre, propagandística y tranquilizadora, se podía resumir en: “Se hace por vuestra seguridad, si no sois terroristas no tenéis nada que temer”. Sin embargo, existe otro espionaje, con menos medios pero igual de real. El espionaje privado, aquel que realizan las corporaciones y que no tiene ningún fin antiterrorista, ni de seguridad nacional.
Es otro tipo de espionaje que busca conocernos como conjunto de sociedad. Tiene por objeto recolectar la mayor cantidad de datos posibles sobre la ciudadanía para estudiarla y para establecer conexiones que nadie haya entendido previamente. Buscan conocernos mejor que nosotros mismos como conjunto, para vendernos productos más eficazmente, ofrecernos aquellos productos que no podemos rechazar y hacer más efectiva cualquier manipulación publicitaria en base a nuestros íntimos anhelos. Bienvenidos a la era del BIG DATA y el espionaje privado.
Un nuevo escenario de conocimiento social
Recientemente, un licenciado de derecho austríaco, Max Schrems, interpuso en un juzgado de Viena una demanda contra Facebook, a la cual se sumaron otras 25.000 personas. La adhesión de tantas personas, no era para menos: Max acusa a Facebook de vulnerar las leyes europeas de privacidad a la cual acusan, a su vez, de colaborar con el espionaje masivo que realiza Estados Unidos. Por otra parte, el gigante de las redes sociales no considera competente al tribunal para juzgarle y alega que ya cumple con la normativa estadounidense que es mucho menos exigente.
Temas de justicia aparte, lo cierto es que Facebook es probablemente la mayor base de recolección de datos sociológicos del mundo, cuenta con más de 1000 millones de personas registradas y un gran porcentaje de ellas proporciona activamente muchos datos personales a la famosa red social.
Facebook, aunque parece un juego, no lo es. Está diseñado para emular la vida real y en realidad es un gran formulario donde se conforma una suerte de currículum vitae acompañado de actividades como fotos o publicaciones que permiten realizar un completísimo perfil de vida y psicológico. En Facebook podemos introducir todos nuestros empleos con los puestos ocupados, los momentos relevantes de nuestra vida, nuestras relaciones, e incluso nuestros estados de ánimo, con información de aquello que nos pone tristes o felices. Además se registra todo lo que nos gusta, los comentarios, y se evalúan las imágenes que subimos. Procesar toda la información que Facebook contiene puede suponer conocernos mejor que nosotros mismos.
En pocas palabras: Facebook lo quiere almacenar absolutamente todo. Y esta tendencia, esta filosofía de recogida de información se denomina BIG DATA (muchos datos). Este término supone un cambio de filosofía drástico con respecto a los métodos de evaluación sociológica clásicos donde mediante una encuesta y un cuestionario un sociólogo buscaba medir una serie de variables a conocer. Ahora, la tecnología hace posible almacenarlo todo y el posterior análisis y correlación de datos y variables hará el resto. Pueden estar midiendo cosas que ni nos imaginamos, y pueden hacerlo, porque tienen todos los datos.
Cuidado con lo que dices en casa
Facebook no está solo en su vocación de saberlo todo. Existen otros enfoques, otras empresas. Sin embargo cada una llega a nuestro ámbito doméstico y privado de la manera que puede. Por ejemplo, recientemente, se armó un gran revuelo cuando un usuario de Twitter. Publicó que había localizado una cláusula en un contrato de privacidad de Samsung, el cual decía que su modelo de televisión ‘SmartTV ‘ puede grabar las conversaciones que se producen delante de la televisión y transmitirlas por internet, no sólo a Samsung sino a “terceras partes”.
La propia Samsung, días más tarde, intentó contrarrestar la publicidad negativa que había generado el citado ‘tuit’ con un desmentido. La compañía coreana, alegaba que puesto que el modelo ‘SmartTV’ tiene reconocimiento de voz, es normal que se envíen las conversaciones, privadas por otro lado, para mejorar la experiencia del consumidor. Sin embargo, correctísimo comunicado de Samsung, seguramente fruto de un departamento de relaciones públicas, no aclara quienes eran esas “terceras partes”. Tampoco toca otros puntos que aparecían en el mismo texto como que, incluso cuando los comandos de voz de la tele están desconectados, se recoge y envía información sobre que canales o programas se sintonizan y cuanto tiempo.
El incidente de Samsung puso en guardia a expertos de seguridad que, tras realizar una investigación, encontraron que otras marcas como Sony, Toshiba o Panasonic recolectan datos de la misma manera que lo hace la corporación coreana.
Y lejos de ser una práctica aislada: ‘Siri’, el “asistente personal” de Apple, una aplicación que permite que manejemos los teléfonos iphone con comandos de voz, realiza exactamente la misma operación que la SmartTV. Cuando ‘Siri’ registra un clip de voz, el audio es enviado a los servidores de Apple y se analiza. Al mismo tiempo, se le asigna un número aleatorio que es asociado al usuario del teléfono, lo cual permite almacenar todo lo que ha dicho esa persona. Apple afirma guardar estas porciones de audio durante 2 años. Al igual que Samsung, la razón alegada es para mejorar el producto. Pero, ¿es necesario almacenar las conversaciones de millones de usuarios para mejorar el producto? ¿No existen otras formas de hacerlo?
La desconfianza es tan manifiesta y tan grandes las sospechas de que existe un uso no lícito de la información recopilada por estas compañías, que otras corporaciones, incluida IBM habían prohibido a sus empleados el uso de Siri por cuestiones de seguridad, según informó la revista Wired. ¿Teme IBM un espionaje industrial a través de los teléfonos de Apple? ¿O tiene fundadas sospechas porque conocen los abusos de la industria?
Más llamativo es, si cabe, el ejemplo de la segunda mayor compañía de juguetes del mundo: Mattel. Los creadores de la muñeca Barbie, no han dudado en sumarse a las prácticas de espionaje mediante grabación de conversaciones. La nueva Barbie, bautizada como «Hello Barbie», podrá hablar con los niños. Para ello cuenta con una conexión Wi-Fi y un software de reconocimiento de voz.
El objetivo de la muñeca, y esto supone una coartada estupenda para Mattel, es que podrá aprender de las conversaciones que tenga con los niños para cada vez hablar mejor. Para ello, graba todo lo que dice el niño y lo envía por internet hasta los servidores de Mattel donde la información se guarda y se almacena, al menos dos años.
Las amenazas a la privacidad de lo que propone Mattel son tan evidentes que se ha organizado una campaña llamada “Por una niñez sin intereses comerciales” para frenar la fabricación de la nueva Barbie. Y no es para menos, es preocupante que una empresa esté grabando y analizando las conversaciones íntimas de un niño o niña con un juguete. Y en realidad cualquier otro diálogo en torno a la muñeca. Mattel, se blinda judicialmente en el sentido que los padres que decidan comprar la nueva Barbie deben crear una cuenta y aceptar las políticas de privacidad (que generalmente nunca se leen).
En cualquier caso, las preocupaciones radican sobre todo en los abusos que estas compañías hacen de esos datos. Porque la información es poder y la referente a nuestro ámbito privado revela claves sobre cómo somos íntimamente en nuestros anhelos, sueños, personalidad, contradicciones y deseos. Y esta información en manos de publicistas es un arma total.
Objetivo: conocer al consumidor
Llegados a este punto, son evidentes los grandes esfuerzos que realizan las compañías por recoger datos, analizarlos y comprender a la población. Es importante entender ese interés y sus motivaciones, porque eso revela el poder que les confiere. Veamos un ejemplo.
En el ámbito de la publicidad se hizo famoso un caso que muestra especialmente el poder de recopilar datos a gran escala, (el BIG DATA) y cruzarlos buscando tendencias y patrones. Ocurrió así: Una chica menor de edad residente en el estado de Minneapolis (Estados Unidos), quedó embarazada y por temor a la reacción de sus padres decidió ocultárselo. Sin embargo, a pesar del silencio doméstico sobre el embarazo, el hecho no pasó desapercibido para una empresa llamada ‘Target’. Esta empresa vende, entre otras cosas, productos para mujeres embarazadas. Estas mujeres son rentables porque un bebé supone un desembolso importante de dinero para cubrir las necesidades del neonato. Target usa BIG DATA y complejos algoritmos para localizar potenciales clientas en internet que estén encinta.
Los motores de búsqueda de Target ordenaron el envío de cupones descuento en productos para bebés a la casa de la adolescente de Minneapolis, lo cual, curiosamente provocó las incomodidad y quejas del padre de ésta. ¿Cómo podía ser que de repente llegase tanta publicidad para bebés? La joven no pudo aguantar la presión y confesó su estado. El poder es tremendo, efectivamente una compañía había comprendido, antes que sus propios padres, que su hija estaba embarazada.
Este parece un caso excepcional pero no lo es. Una empresa especializada, y aún más las redes sociales como Facebook, puede conocernos mejor y más íntimamente que las personas que nos rodean. Tienen la información necesaria, solo tienen que analizarla.
¿Nosotros colaboramos o es espionaje puro y duro?
En muchas ocasiones en medios de comunicación se realiza una velada defensa de las redes sociales, especialmente cuando se señala que el usuario colabora con el mal uso de la red social. Y es cierto, ¡qué duda cabe! Nosotros contribuimos con nuestros datos. Sin embargo, es mentira que Facebook sea una herramienta neutra que dependiendo de cómo la usemos será buena o mala.
Ahora se sabe que Facebook monitoriza las páginas webs en las que navegas fuera del Facebook y almacena esa información. Esto supone un amplio seguimiento del usuario fuera de la red social. Esta práctica es así desde el pasado 30 de Enero de 2015 cuando pulsamos el botón de aceptar en las nuevas condiciones de uso. Es decir, si estás en tu PC, tienes dos pestañas abiertas en tu navegador: Facebook y otra página de coches por ejemplo, Facebook sabe que estás viendo una página de coches, cual y cuanto tiempo.
Y el tema no acaba aquí. Hace algún tiempo, un experto en seguridad informática llamado Bruce Schneier, descubrió que Facebook está intentando registrar una patente con código 2011/023240 que permitirá a la red social realizar el seguimiento de los usuarios aún cuando no han iniciado sesión en Facebook, sino que además, a los de terceras personas, personas que ni siquiera tienen cuenta en Facebook.
¿Qué las hacen las empresas con nuestros datos?
En general, para hacer lucrativo todos estos recursos de espionaje corporativo al ciudadano, las empresas hacen varias cosas. Primero, trafican con esa información, venden nuestros datos a terceros. Por ejemplo, una empresa llamada Luth Research de San Diego en Estados Unidos, paga 100 euros a cada persona que por ceda parte de su intimidad y la vende a otras grandes empresas como Microsoft o Netflix. Se paga por saber donde se encuentra el usuario, que páginas webs visita, que preguntas hace a Google y con qué frecuencia se conecta a Twitter.
Existe todo un mercado de venta de datos personales, a veces ilegal. Una empresa llamada «Saberlotodo.com» vendía por 210 euros, el acceso a una base de datos privada con información de 36 millones de españoles. Y por una «tarifa plana» de 1400 euros permitía consultas múltiples. Fue multado por la agencia de Protección de datos, sin embargo las tarifas sirven de ejemplo para imaginar las astronómicas cantidades de dinero que deben de valer los datos de Google, Facebook, Yahoo, Twitter, Badoo, Meetic, y un larguísimo etc.
Segundo, nos venden productos que no necesitamos. Sin duda la mayor ventaja de conocer al conjunto de la sociedad es la venta eficiente de productos. Saber que quiere cada persona supone tiene un altísimo valor que se traduce en ventas. La publicidad se está sofisticando tanto que ya es personalizada. YouTube te ofrece los productos que sabe que quieres mientras visualizas videos. Aunque veces falla, lo importante es que tiene datos para ofrecerte un producto concreto y no otro. Esas elecciones, se basan en que te conocen a ti particularmente.
Tercero, nos adoctrinan. Todo el material del que se compone la publicidad, además de inducir a compra, proporciona unos valores y una visión de la vida. La publicidad está llena de mensaje y esta misma adoctrina para perpetuar la misma esencia del capitalismo que la engloba. En este sentido, Ecologistas en Acción organizan desde 2008, los llamados Premios Sombra, que se otorgan a aquellos anuncios del año que se distinguen por transmitir valores sexistas, xenófobos, insolidarios, consumistas, o por hacer pasar un producto como ecológico sin serlo.
Y cuarto, comparten nuestros datos con el gobierno de Estados Unidos para su espionaje masivo. Ya es sabido que las grandes: Yahoo, Google, Microsoft, lo hacen todas. Y a veces, no es solo compartición de datos sino cooperación pura y dura. El caso de Microsoft lo muestra muy bien. El gigante de la informática reconoce abiertamente que la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) contribuyó al desarrollo de Windows Vista. ¿Qué se puede esperar de un sistema operativo que ha sido diseñado siguiendo indicaciones de una agencia de espionaje?
La matrix comercial
Sin embargo, hay un aspecto todavía no tocado que hace que el BIG DATA pueda acabar resultando algo terrorífico. Hemos de pensar, que el estado actual del modelo aún está en desarrollo y puede dar mucho de sí. Es de suponer que en el futuro, la capacidad de memoria y procesamiento de los ordenadores y la inteligencia emocional sufrirán un constante aumento. La tecnología cada vez permitirá una mayor individualización de las estrategias de venta para cada individuo. Una gran corporación (especialmente si entre ellas comparten datos personales de los usuarios), podrá acabar conociendo personalmente a cientos o miles de millones en seres humanos en todo el mundo.
Así, los algoritmos de inteligencia artificial tras redes sociales o corporaciones serán capaces de captar los estados de ánimo y predecir que necesitan o desean miles de millones de personas en el mundo. Serían capaces de ofrecerles publicidad relacionada acorde con sus sentimientos en tiempo real. Esta estrategia de venta puede funcionar relativamente bien en miles de casos, pero hay un problema: existen personas especialmente vulnerables a las que la publicidad personalizada les puede arruinar la vida.
Cuando la empresa Luth Reseach, ofrece 100 dólares (unos 70 euros) por perfil, está asumiendo que los datos de cualquier personan valen el mismo dinero y los vende en conjunto. Pero eso no es cierto.
El BIG DATA, unido con el diagnóstico de personalidad a través de la red podrá hacer (y de hecho ya se hace) que se detecten personas especialmente vulnerables. Aquellos que sean obsesivos, que tengan compulsiones al sexo, a la comida, a la bebida o al juego. Personas emocionalmente dependientes, o adictas a cualquier cosa que se pueda vender o comprar. Estas personas, suponen un mercado VIP.
De hecho ya existen juegos denominados ‘Freemium’ (juegos gratis pero que puedes de pagar para obtener progreso o ventajas), que sirven, además de para ganar dinero, para detectar personas con poco autocontrol y con tendencia a la adicción. Cuando los juegos ‘Freemium’, que además son muy adictivos, detectan que alguien empieza a gastar mucho dinero en ellos, saben que están ante una persona que tiene un problema. Y lo explotan ofreciéndole más y más de lo que acaba siendo un vicio para la persona. De hecho si intenta dejar el juego, periódicamente, intentan que vuelva.
Los juegos Freemium detectan a los potenciales adictos con método de facto: si empiezas a gastar mucho dinero es que tienes un problema. Sin embargo el análisis de conversaciones que se podría hacer Samsung, Apple o Mattel, o los perfiles psicológicos que pueda hacer Facebook permitirían detectar personas potencialmente vulnerables de una manera mucho más ágil y eficiente.
Esta idea es un modelo de negocio que se puede hacer masiva, porque se basa en la detección y manipulación de personas a gran escala. Por eso es tan peligroso que se analicen las conversaciones privadas de un niño con su juguete. La creación de bases de datos de perfiles psicológicos de personas a gran escala con el objeto de venderles o de manipularles si es posible abre las puertas a una especie de «Matrix Comercial». Los mensajes del sistema (la publicidad) va dirigida a ti y solo a ti. Con un solo propósito, que nos des tu dinero. Y si puede ser controlándote, mejor. En el fondo es una estrategia diabólica: descubrir tus debilidades y tentarte.