El ébola como arma
Por Miguel Ángel Ruiz
A raíz de otros ya tristemente famosos atentados terroristas, la idea que se tiene de un ataque suele ser la de coches bomba, aviones, etc. Sin embargo, poca gente contempla otros escenarios, especialmente de ataques víricos. Pero convendría saber que el virus ébola está considerando un agente potencial de bioterrorismo, una enfermedad que debidamente manejada podría ser usada como arma exterminadora. Adentrémonos en el fascinante mundo del bioterrorismo.
Abril de 2014.
La primera vez que se tiene constancia del virus del ébola fue el 26 de agosto de 1976 en Yakumbu y en aquella ocasión mató al 85% de los infectados. Fue identificado durante una epidemia en el rio Ébola situado en la República Democrática del Congo, antiguo Zaire. Se cree que fue transmitido por los murciélagos, a los que no les afecta. Éstos transmitieron el virus a los monos, que sirven de alimento a parte de la población de esos países, llegando así el virus a los humanos. Posteriormente, el ébola se propaga en la comunidad mediante la transmisión de persona a persona, por contacto directo con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas infectadas, de la misma manera que el VIH.
El primer caso documentado fue un profesor de 44 años de edad llamado Mabalo Lokela. Mabalo regresaba de un viaje por el norte del Zaire. Inicialmente fue diagnosticado como un caso de Malaria debido a la alta fiebre que presentaba. Fue tratado con quinina y apenas una semana después, los síntomas se agravaron en vómitos incontrolables, diarrea sangrienta, dolor de cabeza, mareos y dificultades respiratorias. Posteriormente empezó a sangrar por nariz, boca y ano, muriendo el 8 de septiembre de 1976, apenas 2 semanas después de la aparición de los primeros síntomas.
La enfermedad avanza muy rápidamente, generalmente en un lapso de una semana, aparece en todo el cuerpo del paciente una erupción, frecuentemente sangrante y días después los infectados mueren por shock hipovolémico, es decir, se produce tal pérdida de sangre que el corazón no puede bombearla al resto del cuerpo, provocando la muerte. El periodo de incubación del virus dura de 2 a 21 días.
Desde su descubrimiento, se han registrado diferentes cepas de Ébola (Ébola-Zaire, Ébola-Sudán, y Ébola-Tai Forest) causando epidemias hasta con un 60% a 90% de mortalidad. Los casos han sido registrados en la República del Congo, Costa de Marfil, Gabón y Uganda. Es tan mortífero que está considerado uno de los 10 peores virus de toda la historia.
Es sin duda un virus asesino. Es la principal causa de la mortandad de los grandes simios en la reserva natural de fauna de Lossi, situado en el noroeste de la República del Congo-Brazzaville y ataca principalmente gorilas y chimpancés. De un censo de nidos que cubría una extensión de 5.000 km2 se cree que el virus Ébola ha matado en total a 5.000 gorilas.
Han aparecido otros brotes. El de 1989, que afectó solo a monos macaco importados a Estados Unidos, diciembre de 1995 en Zaire, 1996 en Gabón, 2001 a 2003 y 2007 en Gabón y República del Congo, 2012 en Uganda y en 2014 en Guinea – Conakry, Liberia y Sierra Leona, generando una nueva alarma, ya que de momento se ha cobrado 78 víctimas y es la más agresiva y extendida que se conoce.
¿Origen del virus?
El origen del virus del ébola es desconocido. La literatura médica afirma que no existe una familia viral con una historia tan desconocida. Como posibles fuentes de contagio, (reservorio del virus) se han barajado arañas, garrapatas blandas, murciélagos y monos, pero no existe evidencia de campo o de laboratorio para incriminar a ninguno de ellos. Se cree que la existencia del virus es un desafortunado accidente natural, fruto de una casualidad caprichosa… pero hay otras teorías.
En 2006, el biólogo norteamericano Dr. Eric Pianka fue invitado al congreso anual organizado por la Academia de Ciencias de Texas. Aquel año, la academia honró al doctor Pianka denominándolo como «Científico Distinguido» del congreso. Según se puede encontrar repetidas veces en internet, el supuesto discurso de Pianka se centró en torno a la eliminación del 90% de la población actual mediante el virus del Ébola. Pianka alertó sobre los peligros de la sobrepoblación, la devastación que supone y lanzó, finalmente, la idea de salvar la Tierra mediante el Ébola como herramienta para reducir la población al 10 % de la cifra actual.
Según estos mismos medios, Pianka dijo que las hambrunas, guerras e incluso el SIDA resultan demasiado lentos para paliar el problema de la superpoblación a tiempo y, por tal motivo, propuso reducir la población mundial a una décima parte de su nivel actual haciendo uso del letal virus. El acto concluyó con una ovación en pie.
He investigado a fondo y verificado las fuentes de esta noticia, y según el mismo Pianka se defiende en otras entrevistas, sus palabras fueron intencionadamente sacadas de contexto. En realidad hace un análisis de que la superpoblación tiene una huella ecológica importantísima y como ecologista lo denuncia, pero no aboga por un genocidio. La noticia es inverosímil porque no tiene mucho sentido que después de abogar por la erradicación de la gran mayoría de la humanidad se le respondiera con una sonora ovación.
Sin embargo, que las palabras de Pianka hayan sido secuestradas no quita que sus teorías estén en la mente de otros. Una universidad no es un foro para hablar de genocidios y, aunque sólo fuera por eso, la noticia ya apuntaba a ser falsa.
La preocupación por Estados Unidos sobre la superpoblación y el agotamiento de los recursos planetarios está bien documentada. Pianka es sólo uno de los científicos que razonan en este sentido, pero ha habido otros, como Paul Ehrlich en su libro «La Bomba de la Superpoblación«, o el actual jefe de ciencia de la administración Obama, John P. Holdren en su libro «Ecociencia», que proponía infertilizaciones masivas a la población.
Ya en 1974, Henry Kissinger en un informe desclasificado del Consejo de Seguridad Nacional norteamericano, llamado «Implicaciones del crecimiento de la población mundial para los intereses y seguridad de Estados Unidos«, se hacía toda una declaración de principios que cualquier deterioro del planeta se puede considerar un ataque a los intereses americanos.
Bioterrorismo
En cualquier caso, el doctor Pianka, en su controvertida charla, sí dice algo que seguro no ha pasado por alto por aquellas agencias que tienen la capacidad de crear armas biológicas. Aquellos que de verdad sí pueden hablar de genocidios y control de población, bien apartados de las universidades.
Pianka dice que el virus del ébola podría mutar a convertirse en «aéreo», es decir, que se propagase por el aire como el virus de la gripe. Según él es un riesgo biológico real y tendría que ser tenido en cuenta. Una mutación así del virus (natural o creada en laboratorio) sería la bomba atómica del bioterrorismo. Muchas autoridades sanitarias consideran al ébola un arma biológica potencial. Veamos el porqué.
Las amenazas biológicas se miden en lo que se denominan niveles de bioseguridad. El nivel 1 son agentes que de ordinario no causan enfermedad en humanos. El nivel 2 corresponde a agentes que causan enfermedad en humanos, pero cuyo potencial de transmisión es limitado, tales como el VIH. Nivel 3 serían agentes que pueden ser transmitidos vía respiratoria y que pueden causar infección seria o fatal. Deben manipularse con bata, guantes, máscara y gafas y además, debe contarse con un laboratorio con presión negativa, de manera que el aire pueda entrar pero no salir sin la filtración apropiada.
Y finalmente está el nivel 4 de bioseguridad. Se usa durante el diagnóstico de agentes exóticos que ocasionan enfermedad letal, que pueden transmitirse por aerosoles y para los cuales no existe vacuna o terapia. Los trabajadores aquí están protegidos por trajes especiales con su propio suministro de aire. Además de las precauciones tomadas en el nivel 3, aquí se emplean tanques y filtros de descontaminación entre el laboratorio y el mundo exterior.
El ébola en su estado actual sería un nivel de bioseguridad 2, pero si mutase a un modo de contagio respiratorio sería un nivel 4. Sería la bomba atómica del bioterrorismo, un arma mortífera que arrasaría matando a un alto porcentaje de los infectados y tendría un patrón de dispersión bastante rápido.
Lo terrorífico es que a lo que apunta Pianka con la posible mutación aérea del ébola ya ha sido pensado con anterioridad. Wayne Madsen es un ex-funcionario de la Agencia Nacional de Seguridad, la famosa NSA. Es autor del libro “Genocidios y operaciones encubiertas en África 1993-1999” de periodismo de investigación. Madsen rebela cómo una fuerte de la ONU, un científico del que guarda el anonimato, examinó el brote del virus del ébola en África, y este tenía serias dudas de que dicho virus pudiera ocurrir de forma natural debido a su configuración genética.
Supuestamente, los experimentos se realizaron en Fort Detrick, Maryland, centro del «Programa de armas biológicas de Estados Unidos» desde 1943 hasta 1969. Esta teoría se apoya en unos informes del General Accounting Office (GAO) sobre la realización de experimentos en humanos con sustancias peligrosas sin consentimiento. El informe aglutina todo lo que se hizo por el ejército de tierra, la marina, la fuerza aérea, la CIA y la Agencia de Energía entre 1940 y 1974. Aparte del testeo de radiactividad, nuevas drogas, etc., se investigó con agentes biológicos (enfermedades). Solamente describir las pruebas aludidas en el informe daría para un artículo entero.
Tan sólo en el campo biológico, el informe admite que el ejército realizó centenas de pruebas sobre población sin su consentimiento. Estas pruebas consistían en el rociado de patógenos (virus y bacterias) sobre lugares poblados. Algunos experimentos incluían la fumigación de grandes zonas como las ciudades de San Luis y San Francisco, además del sistema de túneles del metro de Nueva York y el aeropuerto de Washington.
El informe tiene algunas frases que asustan por el cinismo que encierran. Dice que los patógenos fumigados se pensaban “seguros” en aquella época, dato increíble si se quería mirar el efecto de las enfermedades entre la gente. Y también se asegura que “aunque el gobierno ha realizado numerosos experimentos, no se cuenta con información precisa sobre los test y sus participantes”.
Por tanto, se han barajado desde entonces muchas teorías. Los teóricos de la conspiración aseguran que el centro, que cerró en 1969 y ahora es una base que conduce investigación biomédica, aún opera produciendo armas biológicas. Para algunos, en este laboratorio se produjo el virus del VIH, el ébola y hasta el Anthrax y aún se experimenta el desarrollo de nuevos virus. Cierto o no, el informe del GAO no fue desclasificado hasta el 28 de septiembre de 1994… ¿Qué podría estar ocurriendo en estos momentos y no sabremos hasta quizás 2050?
¿Podría el ébola ser usado como arma biológica?
Analicemos el potencial del ébola como arma biológica, aunque habría que distinguir dos tipos de virus, dos escenarios distintos. Uno sería el ébola actual tal y como lo conocemos y el otro una mutación en laboratorio para que pudiese contagiar por el aire. Centrémonos en el escenario más realista: el actual.
Existen 5 cepas distintas: Costa de Marfil: que sólo afectó a chimpancés. Resten: muy destructivo para los simios, pero sin bajas humanas. Bundibugyo: mortalidad de un 25%. Sudán: mortalidad cerca del 55%. Y Zaire: el más letal, mortalidad media cerca del 80% (algún brote llegó al 90%). Esta última si interesaría como arma biológica, pero tiene ventajas e inconvenientes.
Sus ventajas, y lo que le hacen apto para fines militares o terroristas es su gran rapidez de desarrollar la enfermedad (comparado con el VIH, por ejemplo) y sus altas tasas de mortalidad. Además, desde el punto de vista psicológico representa un arma magnifica, ya que sus síntomas son aterradores, sembrando el pánico entre las tropas o la población civil.
Sus inconvenientes son, en cierto sentido, parte de sus ventajas. Al ser tan rápido y tan letal, su capacidad de diseminación no es muy extensa. Además, como se transmite por contacto, es digamos, relativamente fácil de aislar y contener. De hecho, el mismo ébola no sería un arma tan destructiva en el corazón de países desarrollados que cuentan con buenos medios sanitarios. Otro de sus inconvenientes como arma es que carece de cura conocida.
En cierto sentido, el ébola parece más un arma étnica que un arma biológica. Quiero decir, es letal allí donde no se tienen medios y para eso África, tradicional laboratorio de occidente, es especialmente vulnerable. Si llegase a Europa o Estados Unidos a través de aeropuertos internacionales, estos países contendrían la enfermedad mucho mejor que la propia África central.
El ébola como arma étnica en África tiene una ventaja superior a todas las demás: es creíble como pandemia. Esto no significa que necesariamente los brotes sean ataques para despoblar y/o debilitar África, ya muy mermada de por sí. Pero sí significa que si se hiciera, el sigilo sería total. Occidente podría enviar ayuda humanitaria mientras los extermina sin que jamás fuese objeto de sospecha. Y eso sí es un arma.
De hecho, el investigador, Leonard Horowitz, doctor en odontología y teórico de la conspiración, baraja estas teorías en su libro “Virus Emergentes: ¿Naturales, accidentales o intencionales?”, además no sólo aplicadas al ébola, sino al VIH también. Horowitz afirma que entre 1965 y 1967 los experimentos de Litton Bionetics llevaron a la eclosión del ébola. ¿Y quién es Litton Bionetics? Un contratista de defensa del gobierno americano que hace todo tipo de cosas.
Patógenos sintéticos. ¿Es posible crearlos?
En las líneas anteriores, gracias a lo que sabemos de armas biológicas y los informes desclasificados, podemos saber en mayor o menor grado de certeza si es posible crearlos, y podemos especular, pero estamos hablando sobre todo del pasado, de los últimos 40 años más o menos.
La pregunta es obligada. ¿Qué nuevas armas existen ahora y no conocemos? Si en este momento se estuvieran llevando experimentos secretos con armas biológicas, ¿cómo serían? Siendo rigurosos, sólo podemos especular… pero lo que sí podemos es tratar de apuntar la dirección en la que, pensamos, puede evolucionar la tecnología de la muerte.
Desde los primeros brotes del ébola en 1976, la ingeniería genética ha experimentado un notabilísimo desarrollo. Lo que se puede hacer ahora es ciencia ficción comparado con la tecnología de los experimentos descritos en el informe del GAO.
Por ejemplo, en 2005, científicos del Institute for Biological Energy Alternatives, crearon por primera vez en corto espacio de tiempo, un virus sintético. Es decir, una forma de vida artificial a partir de genes previamente seleccionados por los investigadores. El virus, aunque simple, fue capaz de infectar y matar a bacterias, de forma idéntica a los virus naturales.
El extraordinario (y aterrador) poder se basa en el diseño de la vida. Dicho diseño se basa en el ensamblaje de secciones de genoma conectándolos de manera apropiada. Es decir, es vida a demanda. Será cuestión de tiempo que los “catálogos” de genoma se vayan ampliando y conociendo más. Evidentemente, seguro que todo el proceso presenta aún varios aspectos técnicos que tienen que ser superados y mejorados, pero la esencia es esa: Describe una forma de vida y hazla realidad.
Estas nuevas formas de vida sintéticas, virus y bacterias, tienen un gran potencial. Diseñados para el bien podrían curar enfermedades, eliminar tumores y hasta hacer virus sintéticos no nocivos que sirvan como vacunas al estimular el sistema inmunológico.
En cambio, las armas biológicas sintéticas bien podrían pertenecer al mundo de la ciencia ficción más aterradora. Podrían sintetizar toxinas en el interior de individuos o metabolizarlos desde dentro, podrían disolverlos si se han diseñado virus que se alimentase del tejido humano. Se podría hacer literalmente realidad el apocalipsis zombie. Además, esta tecnología, sumada al uso de ordenadores, hará que la síntesis genética sea cada vez más veloz y más barata; será más fácil sintetizar un microbio que encontrarlo en la naturaleza o en un banco de genes.
Entonces, ¿cómo serán las armas biológicas del futuro? A la carta. Elije vector de contagio, elige su mortandad, elije los síntomas y elije cómo va a matar a víctima. Terror a la carta. ¿Es todo esto posible? Cada lector saque sus propias conclusiones. En cualquier caso, nadie se lo va a decir. Porque, ¿Cuáles son las políticas de comunicación de los servicios secretos? Negar, negar y negar. Y si te pillan, seguir negando.