Prácticas Innovadoras en el Ámbito Colectivo:

“Fábricas recuperadas en Argentina”

Por Miguel Ángel Ruiz

Sumario: 1. Introducción. 2. Nivel macro y contexto histórico. 3. Nivel individual. 4. Nivel colectivo y organización. 5. Resultado de la experiencia. 6. Conclusiones.

1.- INTRODUCCIÓN

Afirman Diani y Della Porta que los movimientos sociales, se forman normalmente para expresar la in­satisfacción con una política en una determinada área. La experiencia seleccionada para el presente trabajo, constituye ante todo, un contramovimiento o contrapolítica de respuesta a los planes de ajuste estructural económicos que el neoliberalismo implementó en Argentina, especialmente en la década de los 90, aunque sus causas tienen unas raíces anteriores, en el modelo industrial de la dictadura militar argentina.

El movimiento de las fábricas recuperadas por obreros en Argentina, fue un movimiento de desobediencia popular ante el creciente desempleo causado por modelo de desindustrialización del presidente Carlos Menem (1989-1999) y que consistía principalmente en la toma, recuperación y gestión obreras de las empresas que habían sido abandonadas por sus legítimos dueños debido al colapso de la economía argentina. La toma de las fábricas, no ocurre en un contexto de conflicto con la patronal[1] ―que por lo general habían abandonado las fábricas― sino contra el estado y el poder político.

Si bien el movimiento de las empresas recuperadas supuso un notable ejercicio de poder popular, y como analizaremos posteriormente, supuso una importante esfuerzo de aprendizaje e innovación; lo cierto es que ya había habido precedentes de fábricas recuperadas por obreros. Así, encontramos precedentes en el Bienio Rosso italiano (1919-1920), en el contexto del Mayo francés (1968) y algunos otros casos aislados como parte de luchas principalmente de carácter sindical. En la gran mayoría de los casos citados, las ocupaciones tuvieron lugar en breves periodos de tiempo sin que la gestión se mantuviera del lado obrero.

En este sentido, la fábricas recuperadas de Argentina y también de otras partes de Latinoamérica, suponen una innovación cualitativa, que junto al trueque, están considerado como prácticas de Economía Social y Solidaria (ESYS) que constituye una experiencia economía alternativa (Abramovich y Vázquez, 2007).

El análisis del moviento de empresas recuperadas se va a realizar siguiendo el esquema propuesto por Funes y Monferrer, quienes distinguen entre nivel micro o individual que se corresponde con los sujetos que participan en la acción colectiva, el nivel meso o colectivo que se corresponde con los elementos de organización y movilización y el finalmente el nivel macro o sistémico aportando variables relativas al sistema social económico y cultural (Funes y Monferrer, 2003), aunque con una variación en el orden para favorecer la exposición. En este sentido, abordaremos primero el nivel macro para que sirva de contexto histórico y posteriormente al individuo y luego su organización.

 

2.- NIVEL MACRO Y CONTEXTO HISTÓRICO

Diciembre de 2001 fue un mes convulso en Argentina, que culminó en las restricciones de las extracciones en efectivo en los bancos  ―el corralito―, ocasionando fuertes protestas y sus siguientes masacres[2] por la represión policial. El corralito inició un periodo de inestabilidad política, social, económica y financiera. Tras las grandes manifestaciones del 19 de Diciembre, se sucedieron 5 presidentes en dos semanas (Figari, 2007) sumiendo al país en el caos.

Sin embargo, las causas de tales acontecimientos, habían comenzado, al menos, 20 años antes. Ya desde el Proceso de Reorganización Nacional, (dictadura militar argentina, 1976-1983) se había comenzado un proceso de destrucción del tejido industrial, de los derechos de los trabajadores y de los salarios percibidos por los obreros. La desindustrialización fue acompañada de un ciclo de endeudamiento externo, especulación financiera y concentración de los beneficios económicos en pocas manos, acompañado de un crecimiento abrumador de la pobreza y el desempleo (Aspiazu y Nochteff, 1994).

Además, Carlos Menem, introduciendo las recomendaciones del llamado Consenso de Washington promulgado por el FMI, introdujo en el modelo económico, la apertura a las importaciones y la eliminación de los subsidios a las exportaciones. Esta medida supuso la quiebra del sistema productivo nacional, incapaz de competir con el ingreso masivo de productos extranjeros (Figari, 2007).

Este colapso, se concretó con el abandono de las fábricas por parte de la patronal dejando activos y trabajadores (Roffinelli, 2006). Las empresas, abandonadas a su suerte, se paralizan, engrosando las cifras de parados. La tasa de paro[3] ascendió desde el 6% en 1993 al 18% en 1995. Buenos Aires tenía 1.800.000 de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza en 1994, que escalaron hasta los 6.000.000 en el año 2002, justo después del corralito (Palomino, 2002).

La confluencia de factores tales, como la crisis económica, niveles altos de desempleo, la pobreza y la preocupación popular por la imposibilidad de encontrar trabajo y el abandono reiterado de fábricas por parte de la patronal hace posible la creación del movimiento de empresas recuperadas en argentina. Movimiento que se inicia con la toma espontánea de empresas aisladas y que se va propagando y reproduciendo la experiencia hasta la creación en Junio de 2002 del MNER  (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas) y del y del MNFRT[4] (Movimiento Nacional de Fabricas Recuperadas por los Trabajadores).  De hecho, el aunque nos circunscribamos al caso argentino, el movimiento se engloba en una experiencia más grande que dio lugar en 2005 al primer Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas en Caracas[5].

Así, empresas como Zanón ―rebautizada como “Fasinpat”[6] ―, Bruman, IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina), Cooperativa Chilavert, Viniplast, Maderera Córdoba, tractores Zanello, Yaguané son ejemplos de empresas recuperadas que son en su gran mayoría fábricas, aunque existen casos en el sector servicios también, por ejemplo el Hotel BAUEN en Buenos Aires o el supermercado Tigre en Rosario (Santa Fe).

Y si bien, se produjo una explosión de toma de empresas en los años posteriores a 2001, lo cierto es que hasta la actualidad no han dejado de registrarse casos. Habiéndose tomado, por ejemplo, 63 empresas en 65 casos en 2012 y 41 en 2013 (Ruggeri, 2014).

3.- NIVEL INDIVIDUAL

La vasta mayoría de los trabajadores implicados en la toma de empresas eran obreros, más o menos especializados con poca o ninguna experiencia en gestión empresarial. La mayoría eran trabajadores que habían perdido el empleo al abandonar los patronos las empresas y que no había tenido la oportunidad de reincorporarse al mercado laboral debido al paro estructural.

En muchos casos, el tiempo que pasaba entre que la empresa era abandonada y que los obreros resolvían recuperar la empresa era variable, pero en ocasiones, especialmente los primeros casos, pasaron años y la desesperación, la amenaza de la pobreza les presionó y forjó en ellos un fuerte sentimiento de anhelo y nostalgia por la época en la que tenían trabajo en la fábrica. De hecho, las fábricas abandonadas eran en muchos casos, su último vinculo con el mundo laboral y en otros la mejor experiencia de empleo estable que habían tenido. Así, la nostalgia de la empresa funcionando servía de motor para sus acciones (Klein, 2004).

Por otra parte, los obreros después de los abandonos de las fábricas fueron testigos de cómo en muchos casos, los patrones iban vendiendo maquinaria y activos de las fábricas. Esta vaciamiento de las fábricas, que si bien no ocurrió en todos los casos, destruía sus únicas oportunidades de retomar la industria y ponerla a producir. Por tanto la implicación al movimiento se explica entre el sentido de urgencia de no perder las oportunidades de producir y la desesperación del paro y la pobreza. En esencia es un movimiento que tiene un doble afán: proteger los medios de producción y de mantener la fuente de trabajo (Roffinelli, 2006). Es por tanto un movimiento protector del trabajo, de defensa incluso de la empresa, no así del empresario al que veían, junto al gobierno, como los principales responsables de su situación.

Así, la esencia del movimiento consistía en la asunción de un papel como sujetos productivos con autonomía del empresario por parte de los obreros. Asunto que generaba no pocos miedos por parte de ellos y que era percibido a la vez como un reto y como un problema. Les preocupaba no ser capaces de gestionar la empresa especialmente en un entorno que les era generalmente hostil. Encontrando en bancos, grandes proveedores y partidos políticos su principal oposición. Aparte, una vez que los dueños legítimos de las empresas tuvieron conocimiento de la toma obrera, emprendieron acciones legales para recuperar las fábricas lo que sumó a los jueces y a los desalojos policiales como elementos hostiles.

En cuanto a la visión obrera de la situación, se formó la creencia de que era legítimo tomar las empresas, la justificación era que muchas de esas empresas había recibido cuantiosas subvenciones que los empresarios había cobrado y que no habían revertido en las fábricas de tal manera que al ser dinero público y al haber sido abandonada, la empresa les pertenecía, sobre todo, a ellos. (Incalterra, 2005).

También solían elaborar la justificación de que “habían sido obligados a tomar la empresa” (García Müller, 2004), aludiendo así una cierta falta de responsabilidad, y lo que consistiría más un acto obligado, hasta patriótico, que a un asalto u ofensiva.

Otras narrativas comunes eran comparar su gestión con la de los anteriores dueños y expresar que ellos “estaban llevando mejor la empresa”. Lo cual no significa que no tuvieran problemas, como veremos en el apartado de resultados.

 El lema adoptado por el movimiento fue: “Ocupa, resiste, produce”, que junto a otras consignas como “empresa parada, empresa recuperada” constituyen el espíritu del movimiento.

 

4.- NIVEL COLECTIVO Y ORGANIZACIÓN

La organización de la toma de empresas, se formalizó, como era de esperar, en torno al núcleo de cada empresa recuperada. Lo normal fue constituir grupos que funcionaban como asambleas donde se decidía todo mediante votación directa. Estas unidades funcionales, daban lugar, en general (un 93%), a cooperativas de trabajadores aunque no siempre están legalmente constituidas como tales.

Las cooperativas, debieron librar batallas en varios frentes. Además de la gestión de la empresa con todo lo que ello implica: recuperar las relaciones con los proveedores, relación con las autoridades, encontrar compradores, suministros, etc. deben de librar la batalla legal para regularizar la situación empresarial, y en definitiva, sobrevivir en el mercado capitalista. La batalla legal y judicial, por otra parte era complejísima, debido a la poca voluntad política del momento, suponía el otro gran campo de batalla.

Todos estos asuntos eran tratados en las asambleas, las cuales, además tenían en cuenta las situaciones particulares de cada familia. Los salarios eran todos estrictamente iguales y por consenso decidían cuando y cuanto cobraban, guardando partidas de seguridad para imprevistos e inversión en la empresa. En muchas ocasiones, se produce la presión de rescatar a otros trabajadores en paro, fuesen o no de la empresa, y que en general, la política era de mantenerlos fuera, y cerrar la cooperativa al número previo de trabajadores, por la evidente capacidad de ayudar a todo el mundo. En general, una empresa recuperada mantiene a menos trabajadores que antes debido a la incapacidad de ofrecer beneficios para todos.

A nivel nacional, todas las cooperativas constituyen una red de solidaridad que desde 2001 en adelante funcionan con el lema: “Si tocan a una, tocan a todas” (Roffinelli, 2006). Uno de los principales elementos de éxito del movimiento constituía que contaban con la gran simpatía de la clase media y baja. En el caso de Fasinpat (exZanón), al menos tres intentos de desalojo policial fueron frustrados tanto por  la numerosa asistencia de la población de Neuquén (Pagagonia argentina) como por obreros de otras fábricas recuperadas que viajan desde otros lugares para plantar cara a la policía. Estos eran los episodios más violentos protagonizados por el movimiento y de los que salieron victoriosos.

 En cuanto a las alianzas, fuera del apoyo popular, debe decirse que obtienen asesoramiento profesional gratuito de la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) en torno a cómo llevar las gerencias de las fábricas y a los procesos legales y administrativos de funcionamiento (Ibíd.). En otros casos, han sido las universidades quienes han dado asesoramiento y ayuda, por ejemplo, la Universidad de Buenos Aires (UBA), desarrolló y ofreció programas de capacitación destinados a obreros de empresas recuperadas.

A partir de Junio de 2002 que se constituye el MNER (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas), representantes de este, viajan y enseñan a parados de todo el país a recuperar nuevas empresas, engrosando y fortaleciendo así las bases del movimiento (Klein, 2004).

Otra estrategia de supervivencia y organización suponía evitar el endeudamiento de las fábricas y no pedir créditos a ninguna entidad. Para ello, se cuenta con un fondo solidario de capital para al que aportan todas las empresas para que en caso de necesidad, se disponga de liquidez (Arévalo y Calello, 2003). Estos préstamos están libres de intereses y suponen una actividad económica alternativa o paralela a lo tradicional.

Una de las grandes reivindicaciones de diversas cooperativas asamblearias consistía reivindicar que se revertiese lo privatizado. Es decir, se pide la estatalización con control obrero. Eduardo Murúa, presidente del MNRE, le pide al gobierno la concesión de un subsidio de 10.000 pesos[7] por cada puesto de trabajo recuperado ya que en base a esos puestos de trabajo, el gobierno ahorra en las prestaciones de desempleo.

En general, todo el proceso de la recuperación, con sus numerosos frentes abiertos es dificil y largo, pero en general las estrategias y la organización empleadas han producidos los resultados deseados.

5.- RESULTADO DE LA EXPERIENCIA

Tras cerca de 15 años del movimiento de empresas recuperadas en Argentina, se puede decir que el sistema funciona y constituye un ejemplo de economía democrática. En la actualidad, el número de fabricas recuperadas supera las 300, dando empleo estable a más de 13.000 personas (Ruggeri, 2014).

En Julio de 2005 se realizaron unas encuestas en el Hotel Bauen y la fábrica Viniplast como parte de un ejercicio de investigación en el marco del Taller de Cambio Social de la carrera de Sociología de la UBA, para evaluar la experiencia de las empresas recuperadas por parte los trabajadores (Rebón, 2005) ofreciendo los siguientes resultados.

El principal cambio valorado es la “libertad de trabajar sin patrón”, además “tranquilidad” para trabajar. Otras categorías son: “Ya no existe quién nos maltrate”, “no es más la colimba[8]”, “ahora almorzamos juntos”, “tomamos mate y escuchamos música mientras trabajamos”.

En cuanto a los rasgos negativos de trabajar en una empresa recuperada, los entrevistados reflejan: “menores ingresos”, “ausencia de beneficios laborales”, “dificultad para tomar decisiones”, “exceso de asambleísmo”, “problemas para mantener la disciplina”, “problemas entre compañeros” y “muchos siguen pensando como asalariados”.

Aunque sin duda alguna, las valoraciones son positivas, un 86% de los trabajadores prefiere trabajar en la empresa recuperada a hacerlo bajo patrón en una empresa que pagara correctamente los salarios (Ibíd.).

6.- CONCLUSIONES

En mi opinión el movimiento de las empresas recuperadas supone  un ejercicio de poder popular y es ante todo una respuesta a los planes neoliberales. Es una nueva experiencia que contribuye a la transformación sociopolítica porque establece un ejemplo exitoso de economía democrática y social. La experiencia de las empresas recuperadas redujo el impacto de los planes del FMI en Argentina, creó conciencia de unión y demostró que este tipo de iniciativas y luchas son  posibles y cambió las reglas del juego sentando un precedente.

Sin embargo, existen otras visiones de las cosas que son, cuando menos, aparentemente contradictorias y que también han surgido de la experiencia argentina. Por ejemplo, es paradójico que un movimiento de desobediencia política y empresarial, y que supuso un pulso con el gobierno, quiera pedir el asilo gubernamental y la vuelta al paraguas del estado mediante la estatalización. Es cierto que la estatalización bajo control obrero, supone una innovación notable, sin embargo el hecho de que una empresa privatizada, que vuelve al estado pero corporativizada y totalmente funcional operando en el marco del capitalismo supone, en definitiva, un cambio de la propiedad de la fábrica, es decir, completando un proceso que podríamos definir como de expropiación popular.

Algunas críticas al movimiento son que las cooperativas no luchan por un cambio radical de la sociedad, sino que sus programas políticos apuntan a lograr la reinserción productiva de las empresas en el mercado bajo el cobijo del Estado (Roffinelli, 2006). La paradoja, es que las cooperativas de obreros, no pueden escapar a la lógica del libre mercado, y por tanto, eso provocará que las cooperativas con el paso del tiempo, se subordinarán e integrarán económica y políticamente, haciendo que los obreros se conviertan en pequeños empresarios capitalistas (Werner y Aguirre, 2002).

Otro aspecto importante, es que la autogestión de la empresa, implicó activamente a los trabajadores en la empresa, a un nivel que los patrones jamás habrían logrado nunca. Usando terminología marxista, podríamos decir que la alineación del trabajo era mucho menor para el obrero recuperado, sin embargo, con el fin de salvar la empresa, aceptaron menores salarios, más responsabilidad y más horas de trabajo.

En palabras de un trabajador: “Yo antes veía pasar una placa por la línea y era un cerámico y punto, lo tomaba como tal. Ahora cada cerámico que pasa por la línea es como algo nuestro que va ahí, es algo que te pertenece. O sea, es el esfuerzo de cada uno de los compañeros al haber soportado cuatro meses en la calle viviendo de monedas, de haber comido de una olla, en una carpa días enteros porque no teníamos más nada. O sea, cada cosa que se hace adentro de la fábrica es tomada con una satisfacción enorme” (Domínguez Font y Cafardo, 2003).

Y esta percepción de la satisfacción del trabajo, y sobre todo, la necesidad de salvar la empresa hicieron que aceptasen unas condiciones laborales mucho más duras que en los tiempos de la patronal. En resumen, se “autoexplotaron”, implicándose así activamente en unos de los rasgos que rechazaban de la empresa regida por el modelo anterior.

Al menos supone una experiencia positiva de economía democrática pero que puede existir solo parcialmente. Es seguro, que la economía globalizada del S. XXI les absorberá eventualmente, al ser imposible competir con las grandes multinacionales que constituyen los grandes actores económicos.

[1] Al menos en  primera instancia.

[2] Ese mes fueron asesinadas 39 personas, entre ellas, 9 niños.

[3] Tasa de desocupación de la Población Económicamente Activa (PEA).

[4] Que nace en 2003 por desacuerdos internos del MNER y que proponen la estatalización con control obrero.

[5] https://es.wikisource.org/wiki/Compromiso_de_Caracas

[6] Fasinpat: Fábrica sin Patrón.

[7] El equivalente a 3.000 euros.

[8] Nombre coloquial para el servicio militar argentino (ya extinto).

BIBLIOGRAFÍA

Abramovich, Ana Luz y Vázquez, Gonzalo (2007): Experiencias de Economía Social y Solidaria en Argentina. Estudios Fronterizos, Enero-Junio, Año 8. Nº 15. Universidad Autónoma de Baja Californa. Mexicali, México.

Arévalo, Raquel y Calello Tomás (2003): “Las empresas recuperadas en Argentina: algunas dimensiones para su análisis”. Segundo Congreso Argentino de Administración Pública. Sociedad, Estado y Administración. Universidad Nacional de General Sarmiento. Buenos Aires, Argentina.

Azpiazu, Daniel y Nochteff, Hugo (1994): El desarrollo ausente. Restricciones al desarrollo, neoconservadurismo y elite económica en la Argentina. Ensayos de Economía Política. Tesis/Norma. Buenos Aires, Argentina.

Figari, Carlos (2007): “Ocupar, resistir, producir y educar”. Fábricas y empresas recuperadas en la Ciudad de Buenos Aires. LabourAgain Publications.

Funes Rivas, Maria Jesús y Monferrer Tomàs, Jordi (2003) “Perspectivas y aproximaciones metodológicas al estudio de la participación” en Movimientos sociales: Cambio social y participación. UNED. Páginas 21-58.

Roffinelli, Grabriella; Gambina, Julio; Racket, Mario y Echaide, Javier (2006): “Las resistencias latinoamericanas del siglo XXI: Empresas recuperadas en Argentina” en “Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado”. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Buenos Aires, Argentina.

García Müller, Alberto (2004): Las empresas recuperadas por los trabajadores. Cayapa. Revista Venezolana de Economía Social. Año 4. Nº 8. Segundo semestre.

Incalcaterra, Danièle (2005): Fasinpat, fábrica sin patrón. Documental, Argentina.

Klein, Naomi (2004): The Take (La Toma). Documental. First Run Features & Icarus Films, Canadá.

Palomino, Héctor (2002): Las experiencias actuales de autogestión en Argentina. Revista Nueva Sociedad Nº 184.

Rebón, Julian (2005):  Trabajando sin patrón. Las empresas recuperadas y la producción. Capítulo 2: “La empresa a través de los ojos de los trabajadores”. Instituto de Investigaciones Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Ruggeri, Andres (2014). Informe del IV relevamiento de Empresas Recuperadas en la Argentina. Las empresas recuperadas en el período 2010-2013. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.

Werner, Ruth y Aguirre, Facundo 2002 “Ocupación, Control Obrero y Cooperativas” en revista Rebelión, 30 de mayo.