Robots Financieros – Trading de Alta Frecuencia

 

Por Miguel Ángel Ruiz

En 2008, tras la explosión de impagos de hipotecas basura se hizo patente que el sistema financiero se había entregado frenéticamente a un juego suicida de productos financieros que desencadenó una crisis sistémica. Está volviendo a ocurrir. Una nueva generación de productos y tecnologías financieras pueden volver a poner en peligro la economía mundial… los robots están tomando el control del sistema financiero.

 

Uno de los aspectos más desconcertantes de la crisis de las hipotecas subprime de 2008, era la dificultad de los gobiernos y los supervisores financieros de explicar a la opinión pública el motivo por qué se había producido la crisis. Realmente no era sencillo. El sistema financiero americano, tras la desregulación de iniciada por Ronald Reagan en la década de los 80, había cobrado tal complejidad debido al uso de nuevos productos financieros (los famosos derivados), que era realmente complicado explicar a la población porqué se había producido el crash, y era aún más comprometido explicarlo sin destacar la irresponsabilidad de los mercados.

El derrumbe de la economía financiera se presentó en los medios de comunicación, como un hecho casi sin precedentes, haciendo énfasis en que nadie podría haberlo predicho y que era prácticamente imposible de ocurrir. Lo sucedido constituía una desafortunada concatenación de casualidades improbables. Dichas afirmaciones eran, evidentemente, propaganda del sistema para legitimar un fallo de sistema que, por otra parte había sido, un buen ejemplo de lo que el sociólogo alemán Ulrick Beck denomina la sociedad del riesgo. Esta sería una sociedad donde el riesgo se hace global pasando a amenazar a todas las capas de la sociedad, incluidas las élites y no sólo a las más desfavorecidas o desprotegidas. Por lo tanto, la civilización actual estaría amenazada constantemente por peligros mayores que nunca en toda la historia de la humanidad. Y no nos referimos a un posible meteorito que venga del espacio como el que puso fin a los dinosaurios, sino a los desequilibrios y amenazas internas generadas por nosotros mismos como especie.

Un ejemplo de esas grandes transformaciones que esconden un riesgo sistémico, es lo que se ha dado en llamar, la cuarta revolución industrial, es decir la aplicación de la inteligencia artificial y los robots a la industria y a otras actividades económicas, como el derecho, la enseñanza, la ingeniería o el sistema financiero.

De la unión de estos dos elementos mencionados, la inteligencia artificial y el sistema financiero, se está gestando el próximo riesgo sistémico que tengan que arremeterá contra las economías del mundo y que entonces, como en 2008, será difícil de explicar. Tratemos de hacer comprensibles los nuevos riesgos en los que se está involucrando el sistema financiero mundial.

 

Robots con trabajo, brokers en paro

Una de las consecuencias directas de la cuarta revolución industrial será la expulsión del mercado de trabajo de millones de trabajadores en todo el mundo. El sector financiero no será una excepción. Hace años, los mercados de valores, es decir, las bolsas de todo el mundo, eran esos lugares tremendamente concurridos donde los brokers o agentes de bolsa emitían órdenes de compra y venta en beneficio de sus clientes. Sin embargo, esas escenas tan masificadas son en gran medida, imágenes del pasado. En primer lugar porque las nuevas tecnologías que permiten operar en remoto y en segundo lugar porque parte de los traders, es decir, personas que compran y venden activos financieros usan cada vez más lo que se denominan “sistemas de trading automático”.

Los sistemas de trading automáticos serían aplicaciones informáticas que automatizan esas transacciones de compra y venta de activos negociables en los mercados financieros sin intervención humana pero siguiendo unas pautas que define el operador humano, por ejemplo, a qué precio salirse del mercado, precio para entrar, límite de pérdidas aceptable (los denominados STOP), volumen de compras, etc.

La operación de mercados, también llamado trading, se está basa cada vez más en la programación informática. El objetivo es diseñar algoritmos que sean capaces de ganar dinero de forma autónoma. El proceso consiste en diseñar una inteligencia artificial para que constantemente monitorice el mercado y mediante una estrategia predefinida, analice, compre, venda, entre y salga del mercado siempre generando beneficios o minimizando pérdidas. Actualmente, casi cualquier persona puede tener acceso a algún tipo de sistema de trading automático.

Estos sistemas tienen ventajas que los humanos no tienen, no cometen errores, no se distraen, no se dejan llevar por las emociones, no se cansan y son absolutamente disciplinados. Se pueden activar a las 5 de la mañana para operar en un mercado extranjero y pueden operar 24 horas al día, 365 días al año.

Pero si cualquier persona con un capital disponible puede convertirse en trader y usar un programa para ello, la élite financiera, los bancos y grupos financieros más potentes del mundo, disponen de otra tecnologías, que llamaremos las máquinas y que son esencialmente lo mismo, pero notablemente más sofisticadas y sobre todo, más rápidas. Estas máquinas funcionan en otros rangos de velocidad muy superiores, tanto que se le ha bautizado como “Trading de Alta Frecuencia” (HFT, por sus siglas en ingles) y son sistemas de trading automático pero que cuentan con una tecnología punta capaz de comprar y vender en microsegundos, es decir, aproximadamente un millón de veces por segundo.

 

El trading de alta frecuencia, un nuevo mundo financiero

Haciendo un poco de historia, el intercambio electrónico de valores, germen del trading automático, fue autorizado por la autoridad financiera americana, la Comisión de Bolsas y Valores (SEC), en 1998. Al principio el tiempo de compra/venta era de unos pocos segundos, tiempo similar al que un ordenador emplea en ejecutar un comando y presentarlo al usuario. Sin embargo, el progreso de la tecnología redujo ese tiempo, a primero a décimas de segundo, luego a milisegundos y actualmente se puede hacer en microsegundos, dando la posibilidad de comprar y vender un millón de veces por segundo.

Esta tecnología ha hecho posible los llamados robots de trading de alta frecuencia, o directamente, las máquinas, capaces de operar autónomamente en los mercados y de comprar y vender 50.000 veces en el tiempo que dura un parpadeo humano.  Andrew G. Haldene, director ejecutivo del Banco de Inglaterra establece una comparativa que permite visualizar la superioridad de las máquinas sobre los humanos. Haldene afirma que: “Si los supermercados utilizaran programas de HFT, una persona podría completar la lista de la compra de toda una vida en menos de un segundo”.

Las máquinas HFT están revolucionando los mercados y con ellos el mundo financiero. Son bastante desconocidas para el gran público. Durante años, los escasos periodistas de investigación que se han interesado por este tema, han tenido grandes problemas para conocer que estaba revolucionando los mercados, chocando casi siempre con un muro de silencio, ocultación y secretismo. Sin embargo, el aumento del empleo de estos sistemas considerados tabú, ha hecho que finalmente se empiecen a filtrar ciertas informaciones gracias a las declaraciones de algunos “insiders” de las finanzas que han empezado a contar lo que pasa realmente. Insiders, es decir, especuladores humanos que, descontentos y enfadados porque las máquinas les están expulsando del mercado, han empezado a hablar.

El empleo de las máquinas HFT ha crecido de forma exponencial desde que se autorizaron en 1998. En 2005, en Estados Unidos, menos de un 20% de la renta variable se negociaba mediante HFTs. En 2010, los robots ya gestionaban más de la mitad de las órdenes y actualmente, el porcentaje ronda ya el 75% de las transacciones, en un mercado que podríamos considerar ya claramente dominado por las máquinas. Fuera de Estados Unidos, en Europa gestionan el 40%, Japón y Austria el 30% aproximadamente y en Asia el 12%. Dentro de unos años dominaran todas las transacciones transformando el mercado y expulsando a los humanos fuera del juego.

Hasta hace unos años se pensaba que cualquier persona con los conocimientos suficientes y entendiendo la lógica de los mercados podía hacerse rico. Pero en el nuevo escenario, los operadores humanos están en franca desventaja, es absolutamente imposible competir contra las máquinas. Para cuando un humano va a apretar la tecla para enviar la orden de compra, las máquinas ya han vendido y comprado miles de veces. El precio que el humano ve en la pantalla, ya ni siquiera es el correcto, ha podido ser modificado varias veces. En el trading operado por máquinas, las órdenes ya ni si quiera se ven. Son más rápidas que los refrescos de los monitores de los agentes, se ven la tendencias, pero ya no todas las operaciones.

¿Cómo funcionan las máquinas?

Las máquinas de HFT son producto de fortísimas inversiones provenientes de bancos y conglomerados financieros, que disponen de tecnología punta y tienen a los mejores cerebros de todas las universidades trabajando en diseñar los algoritmos inteligentes de los robots. Los programadores de estos algoritmos se denominan “quants” (expertos en economía cuantitativa) y son una élite que cobran altísimos sueldos por generar estrategias de trading que marcan el comportamiento de los robots. El resultado son robots que han llegado a ser más inteligentes que las personas y que son miles de millones de veces más rápidos y capaces de analizar grandísimos volúmenes de datos en tiempo real. Las máquinas no solo ven el mercado, también están conectados a agencias de noticias y predicen los movimientos de la bolsa en base a las noticias.

Cuando hablamos de las máquinas, hablamos de edificios enteros llenos de servidores redundados, centros de procesos de datos, miles de kilómetros de cables y las mejores medidas de seguridad. Tecnologías que solo una pequeña élite de financieros puede poseer que acabará controlando toda la economía mundial.

Pero, ¿cómo funcionan realmente? A pesar de los grandísimos costes y complejidad a nivel de ingeniería, el principio de funcionamiento es tremendamente sencillo. Simplemente consiste en ser más rápido que tus adversarios. Aunque los algoritmos de trading puedan ser muy complejos y diseñados por algunos de los mejores cerebros de las universidades, lo cierto es que el secreto del HFT está en la velocidad que proporciona la tecnología punta.

Es un sistema nuevo basado en un principio muy antiguo: acceder a la información antes que tus contrincantes. Ya en época de Napoleón, la familia de banqueros Rothschild se adelantaban a los acontecimientos gracias a su sistema de comunicación basado en palomas mensajeras. El sistema actual sólo es una evolución tecnológica de ese principio.

El sistema funciona de la siguiente manera. Cuando en un mercado se actualiza el precio de un activo, el precio de ese valor aparece en la pantalla de todos los agentes de mercado, que emiten órdenes de compra y a continuación sus sistemas informáticos acceden al mercado para cursar la orden. Sin embargo los algoritmos de HFT detectan esas órdenes y su estrategia consiste en llegar a los servidores antes que las ordenes del resto de agentes de forma que para cuando los humanos creen que han comprado, los HFT ya se han adelantado y el valor que el agente veía en su pantalla, simplemente ya no existe.

Para adelantarse a las compras de los demás especuladores, se necesita una inversión en  tecnología punta destinada únicamente a minimizar el tiempo de proceso de las órdenes. Con este fin, los grandes bancos que especulan con HFT sitúan sus sistemas lo más cerca posible de los servidores de bolsa de Wall Street para que, al tener que recorrer menos distancia, lleguen y se ejecuten antes. Para hacerse una idea, en 150 km de distancia, se pierde un valioso milisegundo. De hecho, las bolsas miman a los especuladores de HFT, les reservan espacios cerca de sus servidores y se los alquilan a alto precio para minimizar aún más el tiempo, lo cual les confiere toda la ventaja competitiva de la alta frecuencia.

Además se deben de emplear los medios de transmisión de datos más veloces. Así pues, la fibra óptica se prefiere a los cables de datos y los radioenlaces de microondas a la fibra óptica. El máximo teórico es la velocidad de la luz, la velocidad más rápida física posible. Para aproximarse a este máximo se usan sistemas de antenas que apuntan estratégicamente a los servidores de bolsa. Las ondas electromagnéticas viajan por el aire al 97.5% de la velocidad de la luz. Y desde la antena van directamente a los servidores.  Todo para llegar un microsegundo antes que la competencia, un ciclo de trabajo de ventaja en la CPU del servidor es suficiente para ganar y cerrar la transacción.

Puesto que las velocidades son altísimas, las variaciones de precio de los valores son minúsculas. Las ganancias son mínimas, décimas o centésimas de centavo de dólar por precio de acción, pero que repetido millones de veces y operados sobre miles de acciones producen millones de dólares, en un endiablado proceso de robar céntimos a los demás miles de millones de veces al día. En el proceso, debido a su altísima frecuencia, las operaciones de traders humanos son borradas del sistema. Por cada orden humana hay miles de las máquinas, lo cual hace que al final, todo acabe siendo una competición entre las máquinas. Si esa tecnología, no se puede competir, es imposible luchar contra las incansables máquinas ultrarrápidas, son las nuevas dueñas del mercado.

De hecho, el sistema es sencillo pero tremendamente despiadado e inhumano, no importa la economía real. Da igual que empresa suba o caiga, si se trata de una empresa que favorezca a la comunidad y goce de buena reputación o si se está especulando con la moneda o la deuda de un país, no importa si estas encareciendo alimentos básicos en el tercer mundo, allá donde allá unos centavos que arañar, las máquinas irán tras ellos. Máquinas incluso funcionaban durante el crash de 2008… y sacaban dinero.

Sin embargo, este sistema sin más fundamento que el enriquecimiento marginal ultrarrápido tiene en su interior el germen de su propia destrucción. Su desconexión con la economía real son una muestra de que el sistema está corrupto, es vulnerable y es inestable. Corrupto porque ya no sirve a los principios para los que fue diseñado que es proveer de liquidez y financiación a las empresas, vulnerable porque como veremos, se puede manipular e inestable porque en cualquier momento puede venirse abajo.

 

Colapsos financieros a ritmo de máquinas

El gran crack financiero de 1929, tardó un mes en producirse. Empezó el llamado jueves negro, el 24 de octubre y siguió en caída hasta los fatídicos lunes y martes negro que fueron el 28 y 29 de octubre y se prologaron un mes. En octubre de 1987 hubo otro crack que duró unas tres semanas. Y el crack bursátil de 2008, también en octubre, se completó en apenas dos semanas, del 13 al 25 llegando este último día a verse un desplome mundial de bolsas. Estos tres cracks mencionados, fueros desplomes con causas humanas, la política o la economía.

Sin embargo, el 6 de mayo de 2010, se produjo el primer crack de la historia causado por las máquinas de trading de alta frecuencia. Empezó a las 14:42 horas y 44 segundos, fue el mayor desplome de bolsa ocurrido en un solo día, el índice Dow Jones perdió unos 1000 puntos (un 9%) en 5 minutos. Jamás había ocurrido nada igual, los humanos habían perdido el control del mercado. El precio de las acciones pasó de su valor inicial a prácticamente cero en muy poco tiempo, provocando que se esfumasen miles de millones de dólares.

Lo que ocurrió fue que un robot de un fondo de pensiones llamado Waddell & Reed, decidió vender sus contratos, pero lo hizo a velocidad de robot… vendió 75.000 contratos por un valor de 4.100 millones de dólares en unos segundos. Eso alertó a otros agentes robotizados que también decidieron vender en masa. Al ser robots, no se puede hablar de pánico como en el caso de los humanos, sin embargo, el colapso ocurrió de forma muy parecida a un colapso bursátil humano, solo que a una velocidad mayor, mucho mayor.

Un agente humano habría vendido sus títulos paulatinamente, considerando el impacto y posiblemente la reacción del mercado no habría sido igual. Lo insólito, es que en un mercado que se mueve a precio de máquinas, los humanos ya casi no pueden intervenir, sólo limitarse a mirar lo que está ocurriendo. La solución a ese crash rapidísimo (ya apodado “flash crash” en inglés), tuvo que venir por parte de las autoridades de la bolsa de Chicago que decidieron detener las cotizaciones durante 5 segundos, una medida sin precedentes. Esta detención hizo que las maquinas perdieron la tendencia, y en pocos minutos todo volvió a la normalidad, recuperándose los valores iniciales de las acciones. Sin embargo, en esa bajada y subida, se esfumaron miles de millones de dólares, muchos inversores perdieron hasta la camisa. De hecho, 127.000 trabajadores de la multinacional Procter & Gamble podrían haber perdido sus puestos de trabajo, hecho que habría sido bastante difícil de explicar debido a la forma de funcionar de unas máquinas sin ninguna otra razón económica o empresarial. Cualquier trabajador de P&G habría protestado: “¿Me está usted diciendo que yo he perdido mi trabajo porque una máquina de otra empresa ha vendido sus contratos demasiado rápido?” Y así habría sido, realmente un buen ejemplo de los peligros que la sociedad del riesgo esconde.

Después del flash crash se produjo una investigación por parte de la SEC, sin que llegasen a la conclusión ineludible de que las máquinas habían jugado un papel decisivo en el crash. Lo importante, era acotar, y mostrar que el HFT no introduce inestabilidad a la bolsa y que aquel suceso era, prácticamente irrepetible.

Sin embargo, luego vinieron otros. El 23 de abril de 2014, un “tuit” de una agencia de noticias aludiendo a un falso atentado en la casa blanca volvió a derrumbar el mercado. El tuit decía: “Alerta: dos explosiones en la Casa Blanca y Barack Obama herido”. Las maquinas constantemente conectadas a difusores de noticias para analizar la actualidad, detectaron el tuit y anticiparon las consecuencias, vendiendo en masa y perdiendo 140 puntos del Dow Jones, unos 136.5000 millones de dólares. Curiosamente, la causa esta vez, no fueron directamente las máquinas, sino un pirata informático había hackeado la cuenta de la agencia de noticias Associated Press. El tuit era falso, pero los algoritmos de HFT, no supieron distinguir la realidad de la ficción y tiraron a bajo el mercado. Apenas 4 minutos después, la propia agencia avisó: “Advertencia: el Twitter de @AP ha sido pirateado. El tuit de un ataque a la Casa Blanca es falso”. Pero 4 minutos son una eternidad en el mundo de las máquinas y el mal ya estaba hecho.

Y las caídas que parecían irrepetibles, volvieron a ocurrir el 18 de marzo y el 24 de agosto de 2015. Los reguladores financieros, encontraron una manera de atajar esos flash crash de mercado que consiste en desconectar las cotizaciones durante un corto periodo de tiempo para dejar que las máquinas pierdan la tendencia. A estas desconexiones las llaman cortocircuitos, y son medidas extremas para garantizar la estabilidad del mercado, sin embargo el 24 de Agosto, la cotización del Dow Jones tuvo que ser detenida 1200 veces ese día. Un claro indicio, que en cierto modo, están perdiendo el control de los mercados.

 

El verdadero de sentido de las maquinas: manipular el mercado

La irrupción de las máquinas no sólo está cambiando la morfología de los mercados, también el tipo de operaciones y estrategias que se pueden conseguir gracias a la alta velocidad. Por otra parte, el hecho de que los dueños del HFT sean los pesos pesados del mundo financiero, la élite, hace que las autoridades y los reguladores financiero les cuiden especialmente y sean tolerantes con una serie de prácticas fraudulentas que han empezado a aparecer desde que existen las máquinas de trading de alta frecuencia.

Mientras el sistema de alta frecuencia se fue instaurando, cada vez fueron más los insiders del mundo financiero que se sintieron estafados por la operativa de las máquinas. Como afirma David Lah, ex-programador quant y uno de los pocos expertos que se ha atrevido a hablar: “Si estas en Wall St asumes que te estafaron, sabes que te están estafando salvo que seas tú el que hace la estafa”. Otro experto que se atrevió a contar lo que sucede es Michael Lewis, exbroker, escritor y periodista que publicó un libro llamado: “Flash boys: A Wall St revolt” donde resumía con estas palabras el contenido de su libro: “Los mercados bursátiles están amañados”.

Los mercados permiten que un agente emita una orden y que posteriormente se cancele incluso antes de que se ejecuten. Esto que fue pensado puede ser una medida de seguridad en caso de que una orden puntual resulte errónea, por ejemplo la cantidad de venta no sea la requerida porque se puso un cero de más, tiene un uso fraudulento para manipular el mercado.

Las máquinas HFT son capaces de generar miles de órdenes y cancelarlas antes de que se ejecuten. Esto permite engañar al resto de operadores del mercado, que parezca que se van a producir ventas y en realidad sean compras o al revés. Gracias a esta estrategia pueden subir o bajar deliberadamente el precio de las acciones, de manera que generen beneficios. Permite hacer subir un precio y vender más caro o bajarlo y comprar barato. En resumen, su alto nivel de volumen y su velocidad les permites hacer trampas que sin las máquinas no se pueden hacer.

Muchas de las prácticas fraudulentas de manipulación del mercado no se conocen todavía y aun son objeto de investigación, permanecen todavía en el ámbito privado de los especuladores. Lo que se sabe es gracias a la labor de periodistas como Scott Patterson, autor del libro “Bolsas opacas: El ascenso de las máquinas y el fraude en la bolsa”, que se han empleado a fondo a desenterrar este mundo oculto.

De hecho, el sistema que debería ser imparcial, está amañado, está diseñado para que unos pocos obtengan ventaja. Las máquinas, es decir, los grandes especuladores, se benefician de la asimetría de la información. Un empleado de Thomson Reuters que ha preferido seguir en el anonimato, denuncia como la agencia de noticias, libera las noticias dos segundos antes a las máquinas de HFT que a los suscriptores de la agencia y 5 minutos más tarde al resto del público. Esos dos segundos son suficientes para que las máquinas controlen el mercado acaparando todos los beneficios.

Las prácticas fraudulentas que se están realizando en los mercados han cobrado una complejidad tremenda. Parte de ellas se describen en el libro “Mercados rotos: como el trading de alta frecuencia y sus prácticas predatorias en Wall St están destruyendo la confianza del inversor y su cartera de inversiones” de Sal Arnuk y Joseph Saluzzi. Y el problema es que este novísimo campo de nuevas estrategias de manipulación de los mercados no tiene ninguna regulación por parte de las autoridades que por ahora se han limitado a no hacer nada, o a investigar de manera lenta los abusos de competencia de mercado.

Baste citar el ejemplo del especulador holandés Kevin Kraayeveld que fue sancionado por la Autoridad de Mercados Financieros (AMF) francesa por manipular las cotizaciones de una empresa. Fue condenado a pagar 10.000 euros por estafar por un valor de 585.000 euros. Además da la impresión le cogieron porque era un especulador pequeño, no tenía detrás  un gran banco de inversiones o un fondo buitre de gran tamaño.

Los robots toman el control de la economía

Hemos visto como el sistema es vulnerable e inestable. Pueden producirse crash súbitos, un tuit falso puede desestabilizar la economía o un fallo en un algoritmo de una máquina es suficiente para arruinar empresas enteras. Y es un sistema que no está a salvo de los piratas informáticos, de hecho, el 53% de las bolsas de valores reconocieron haber sufrido ciberataques durante el año 2012.

El trading de alta frecuencia tiene sus defensores, porque genera mucho dinero y está apoyado por las élites financieras del mundo, pero lo cierto es que la negociación de alta frecuencia provoca volatilidad en los mercados y eleva el riesgo sistémico de colapso.

El mundo financiero está volviendo a ser irresponsable. De hecho, el mundo financiero se comporta, como un niño irresponsable que sabe que no pagará los platos rotos, la realidad de los recates a la banca les da la razón. Sin embargo como afirma trader y especialista en bolsa Hayim Bodak:“Este es un juego amañado de ganadores y perdedores. Las máquinas manipulan los mercados y la economía. Las máquinas no pierden nunca”. No es difícil entender quienes son los perdedores.

Al final el juego del trading de alta frecuencia no tiene mucho que ver con la economía, no hace falta ser un analista genial, va mas de entender como falla el sistema financiero y cómo hacerlo fallar. Y sacar provecho de esos fallos. Y es fácil hacerlo ya que la gran mayoría de la gente, no entiende el sistema financiero.

Sin embargo hay otro problema añadido y que también es apuntado por Hayim Bodek, en su opinión el problema es que el 90% del mundo de las finanzas, desconoce cómo funciona la bolsa de valores de EEUU.

Otros financieros piensan que el mercado ya es tan complejo, que nadie lo entiende completamente. Nadie está al mando, solo una suma de intereses desordenados que se asemejan en que todos quieren sacar el máximo beneficio. Nadie ve el cuadro completo. Así que tenemos robots comprando y vendiendo endiabladamente rápido, sin descanso, por arañar unos céntimos y hacer más ricos a los ricos. Un inmenso casino donde las máquinas juegan solas y compiten entre ellas expulsando a los humanos del sistema. Y lo que la gente normal no sabe, es que las máquinas son los mercados que piden sacrificios cuando la economía va mal.

Watson el robot abogado

La transformación de los puestos de trabajos no termina en los robots traders. Recientemente, Baker&Hostetler, un bufete de abogados estadounidense ha adquirido a un “robot abogado” llamado ROSS diseñado por IBM. ROSS tiene la capacidad de responder en lenguaje natural a cualquier pregunta que se le formule y además es… experto en leyes. Además está constantemente conectado a internet y tiene la capacidad de entender textos legales con lo cual puede actualizar la última jurisprudencia a sus respuestas. De hecho, es capaz de aprender a medida que pasa el tiempo. El sistema por ahora está en pruebas y de hecho se usa como apoyo y verificación de la información que proporciona la plantilla de  abogados de la firma que por el momento son unos 50.

Por el momento ROSS está aprendiendo de los abogados de la platilla y están ayudando a que mejore su asesoramiento jurídico. La incógnita es cómo será la curva de aprendizaje de ROSS y si conseguirá estar a la última en las cuestiones que le competen. Bien podría ocurrir que llegase el momento en que los abogados de Baker&Hostetler no consigan aportar ninguna información relevante a la aportada por ROSS, caso en el que posiblemente, la empresa considere reducir su plantilla y quedarse sólo con el robot. Incluso si la empresa decide no despedir a nadie, en el caso de nuevos abogados jóvenes sin experiencia que tendrían que aprender de ROSS. Con el tiempo, por durabilidad y por conocimientos, será una consecuencia lógica y hasta cierto punto normal que los robots sustituyan a los humanos.

Haim Bodek, otro mártir de la conspiración

 

Muchas de las tramas de conspiración se conocen gracias a personas singulares que en algún momento deciden tirar de la manta y contar lo que está pasando. En inglés se denominan “whistleblower”, significando ‘el que hace sonar el silbato’, realmente, el que da la voz de alarma. El mundo del trading de alta frecuencia también tiene su whistleblower. Se llama Haim Bodek, y era un ‘quant’ un programador de algoritmos de inteligencia artificial que había sido testigo de cómo había quebrado su propia empresa de especulación financiera debido a las manipulaciones del mercado por parte de los robots de HFT decidió contarlo a las autoridades de la bolsa.

Bodek había trabajado para Goldman Sach y UBS, tenía experiencia previa. Después fundó su propia empresa: Trading Machines. Durante algunos años, todo fue bien, pero de repente un día, sus máquinas dejaron de funcionar. Nada iba bien, sus máquinas de repente, ya no ganaban dinero en los mercados. Perdía 10.000 dólares al día. Tardó un año en entender el verdadero problema: no era su código. Otros estaban manipulando el mercado.

Cualquier otro trader, habría decidido aprender la lección y reproducir los trucos y manipular el también el mercado. Pero en 2011, Bodek decidió contarlo, estaba harto del juego sucio o quizás carecía de la tecnología necesaria para competir. Bodek abrió el campo, acudió a la SEC (Comisión de Bolsas y Valores) y a la prensa. Su revelación saltó a las portadas de los principales y el asunto llegó a la opinión pública. Las autoridades financieras todavía no han puesto coto a la especulación con HFT’s.

 

¿Lo sabías?

El 3 de Julio de 2009, un programador ruso llamado Serguey Aleynikov fue arrestado por el FBI bajo la acusación de robar documentación de alto secreto. Aleynikov que trabajaba para Goldman Sachs, había sustraído algo mucho más valioso que cualquier cantidad de oro disponible en el banco: el código fuente de un programa de inteligencia artificial capaz de comprar y vender acciones automáticamente en cuestión de milisegundos. 32 megabytes de información que pueden hacerte rico en lo que dura un parpadeo.