Al Qaeda y la CIA: El pacto secreto

Por Miguel Ángel Ruiz

Lamentablemente, cada día leemos noticias del conflicto en Siria. Los rebeldes, ayudados por los aliados, parecen estar conectados a ¡Al Qaeda! Ese terrible grupo terrorista demonizado en Occidente que… fue creado por Estados Unidos. Veamos en estas líneas cómo los estados crean, financian y usan grupos terroristas para sus propósitos. Y cuando éstos últimos se rebelan y escapan a su control, cómo manipulan su imagen mediáticamente de cara a la opinión pública.

Noviembre de 2013.

 

11 de Septiembre de 2001. A las 14.45 hora española impactaba el primer avión, un Boeing 767, contra la torre norte del World Trade Center. La mayoría de las personas que, desconcertadas, percibimos aquel suceso terrible, nos dimos cuenta de que el mundo donde vivíamos iba a cambiar. Al menos nuestra visión de la vida y la seguridad. Fue como un despertar. O eso pensábamos.

Aquel ataque terrorista vino seguido de una potente campaña propagandística a gran escala. Al margen de la autoría, atentado real o trabajo interno (hay autores que apuntan al Mossad israelí), el 11S se usó como una operación de guerra psicológica. La idea central a transmitir era “América ha sido atacada en lo más profundo de su esencia y tiene derecho a devolver el ataque”. Se perseguía la legitimización de la intervención militar en Oriente Medio.

Todo ocurrió muy deprisa. Las pistas fueron apareciendo milagrosa y rápidamente para que todo el mundo pudiera atar cabos y entender lo sucedido: tan sólo 6 días después de los ataques, el FBI informaba que, entre las miles de toneladas de escombros que no pudieron resistir el enviste del avión, se encontraba intacto el pasaporte de Mohammed Atta, presunto miembro del grupo terrorista islámico Al Qaeda. ¿Un pasaporte indestructible bajo miles de toneladas de escombros? Difícil de creer.

 

United Flight 175 Impacting Two World Trade Center

 

Sin embargo, las conexiones ya estaban hechas: terrorismo, mundo islámico, Bin Laden, Afganistán, las armas de destrucción masiva de Irak. Árabes locos que odian Occidente y nadie está a salvo, repitieron machaconamente.

 

Al Qaeda es una creación de la CIA: Un poco de Historia.

Lo curioso es que entre las, literalmente, millones de líneas escritas en prensa, horas de radio y televisión, oficialmente jamás se dijo un dato, digamos, significativo. Ese grupo que entonces era demonizado a los cuatro vientos, Al Qaeda, había sido creado por la CIA para servir a los intereses de Estados Unidos. A finales del año 1979, estalló una guerra entre Rusia y Afganistán. Ésta ocurrió en el contexto de la Guerra Fría, es decir, Estados Unidos y Rusia evitaban pelear directamente sin embargo, bajo la superficie, las batallas eran apoyadas, financiadas y controladas por las dos potencias. El objetivo de Estados Unidos era debilitar a la URSS y para ello trataba de desestabilizar a los países satélites soviéticos.

En 1978, un año antes, en Afganistán había ocurrido la llamada Revolución de Saur (Abril), instaurando sobre el país un gobierno marxista que no gustó nada a Washington. Aquel gobierno se había erigido en respuesta al golpe de estado de 1973, dado por Mohamed Daud, un político proamericano, que había eliminado el islamismo del panorama político afgano y que oprimía a su pueblo que vivía generalmente en pobreza.

El temor a la revolución iraní de 1979 (chiíta), por un lado, y la URSS por otro, impulsó a la monarquía de Arabia Saudita (sunita) a pactar con EEUU para combatir a la Unión Soviética en Afganistán. Por otra parte, los consorcios petroleros anglo-estadounidenses querían apoderarse de los recursos energéticos y de los corredores de oleoductos que salen de la cuenca del Mar Caspio. Para lo cual, el asentamiento militar y político en Afganistán resultaba clave.

Dentro de ese objetivo, EEUU realizó un acuerdo secreto con el servicio de inteligencia paquistaní (ISI) y con el de Arabia Saudita (Istajbarat), conducido por el príncipe Turki Al Faysal, viejo amigo de la familia Laden. Los analistas de Washington, en especial Zbigniew Brzezinski, consejero de seguridad de Jimmy Carter, idearon implicar a la Unión Soviética en una guerrilla sangrienta, un Vietnam afgano.

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Osama Bin Laden durante su entrenamiento militar de la CIA con Zbigniew Brzezinski.

La elección de Osama Bin Laden para montar un ejército en Afganistán no fue casual. Era hijo de Mohammad bin Awad bin Laden, uno de los empresarios de la construcción más ricos de Arabia Saudita. Era culto y bien formado, gracias a una educación esmerada en los mejores centros del mundo árabe.

Por otro lado, la familia Bin Laden tenía unas excelentes relaciones comerciales y personales con la familia Bush en América. George Bush padre, además de haberse convertido en millonario gracias a la industria petrolera había sido Director de la CIA y Vicepresidente de Estados Unidos antes de llegar a la Casa Blanca. Las familias Bin Laden y Bush eran socias en la compañía petrolera Arbusto Energy y además tenían amistad entre ellas, lo que apunta a que la elección de Osama fue en todo momento considerada como segura por la CIA. En la agenda de la inteligencia militar estadounidense Osama Bin Laden obedecía a dos tipos de operaciones. Una verdadera, asociada con las redes secretas del terrorismo, y otra fabricada para consumo mediático.  La relación de la CIA con grupos radicalizados de la yihad islámica se estableció principalmente durante la gestión de Bush padre al frente de la CIA durante las administraciones de Nixon y de Ford. Es decir, Osama, sólo fue una pieza más para ellos: alguien de confianza.

 Y no es ningún secreto, Hillary Clinton lo admitió públicamente en FoxTV en una entrevista: “nosotros creamos el problema con el que ahora estamos luchando”, afirmó.

 

Al Qaeda

Bin Laden fue reclutado por la CIA y el servicio secreto saudí (Istajbarat) en 1979 en Estambul. Durante su entrenamiento, le enseñaron a reclutar, a preparar explosivos, a mover dinero por paraísos fiscales o crear empresas fantasma y a usar comunicaciones cifradas. Pero sobre todo le dieron dinero, mucho dinero, entre 1978 y 1992 EEUU gastó como mínimo 6.000 millones de dólares en esta guerra no declarada. Arabia Saudí invirtió a su vez un presupuesto similar.

Al Qaeda fue creada entre 1988 y 1989. Sus integrantes eran principalmente musulmanes que Bin Laden había conocido en Afganistán. Se cifra en unos 35 mil extremistas musulmanes, provenientes de 40 países islámicos, los que se sumaron a la lucha de Afganistán entre 1982 y 1992, entrenados y financiados por la red encubierta del eje CIA-ISI-Arabia Saudita.

Y reclutaban por todo el mundo. Según el periodista especializado, Walter Goobar, de uno de los centros de reclutamiento de Bin Laden en Brooklyn (Nueva York) los voluntarios pasaban a “La Granja”, nombre con que se conocía en la jerga del espionaje a Camp Peary, un centro de reclutamiento de la CIA en Virginia.

Después de la derrota a Rusia, la moral de Al Qaeda creció, y una vez ganada esta victoria no se deshicieron, lo que habría sido (o no) conveniente para Estados Unidos, sino que emprendieron la liberación del Islam al resto del mundo.

Y en pro de esta liberación, realizaron muchas acciones armadas con funestos resultados: 6 muertos por bomba en el WTC (1993), 6 muertos y 446 heridos por coche bomba en Arabia Saudí (1995 y 1996). 241 muertos y más de 5000 heridos por atentados a las embajadas estadounidenses en Nairobi, Kenia, y Dar es Salaam, Tanzania, (1998). 17 muertos y 36 heridos por ataque suicida contra el “USS Cole”, un buque de guerra americano en Yemen (2000). Nueva York, 2967 muertos (2001).

La lista continúa y por desgracia no es corta: Pakistán (17 muertos), Túnez (21 muertos), Yemen (1 muerto) y Kenia (16 muertos) todos en 2002. Afganistán (16 muertos), Arabia Saudí (35 muertos), Marruecos (45 muertos), Indonesia (13 muertos) y Turquía (50 muertos) en 2003. Madrid (191) en marzo de 2004 y Londres (55 muertos) y Egipto (88 muertos) en 2005.

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Resultado de un atentado de Al Qaeda en Arabia Saudita en 1996.

No puede afirmarse que estos crímenes son responsabilidad directa de las operaciones clandestinas de Estados Unidos, pero sí lo es la creación, financiación y entrenamiento de sus autores. Les dieron esperanza, les enseñaron que eran capaces de lograr sus objetivos, que valía la pena luchar.  Y terminada la guerra de Afganistán de 1989, a una incipiente Al Qaeda le bastó la guerra del Golfo Pérsico en 1991 para que miles de árabes en todo el mundo, indignados contra la política exterior norteamericana se quisieran unir a la guerra santa, la Yihad.  Y resulta que no es difícil para un árabe odiar a Occidente en general y a Estados Unidos en particular. Estados Unidos no ha dejado de bombardear países de Oriente Medio o países con población musulmana: Líbano, Libia, Irak, Somalia, Bosnia Herzegovina, Yugoslavia, Afganistán, Libia… ¿Siria?

 

¿Sigue manejando Estados Unidos a Al Qaeda?

En este punto, pareciera evidente que Al Qaeda como creación americana, se rebeló posteriormente contra su “creador” atacando objetivos occidentales y sobre todo americanos en todo el mundo. Por distintas razones Osama, el millonario saudí, coincidía con la CIA y EEUU en un mismo objetivo: derrotar y expulsar a los regímenes controlados por Moscú en los territorios islámicos. Pero tras la derrota de la Unión Soviética en Afganistán, esa sociedad entró en contradicción. Una parte de la yihad intentó construir poder propio al margen de los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos. Durante la primera Guerra del Golfo, en 1991, Osama se opuso al ingreso de Arabia Saudita en la contienda y condenó la intervención norteamericana en Irak, pese a que por debajo sus contactos con las redes terroristas manejadas por la CIA permanecían inalterables.

Los pactos de la monarquía saudí con EEUU hicieron que Osama radicalizara su discurso antiamericano dirigido a los vastos sectores islámicos que no coincidían con las posturas del gobierno de Riad en la región del Medio Oriente. Las actividades subversivas de Bin Laden resultaron intolerables al régimen saudí, y en 1992, el que fuera antes proclamado «combatiente de la libertad en representación del reino» tuvo que abandonar el país antes de ser encarcelado.

Se refugió en Sudán, donde desde 1989, gobernaba el régimen militar-islamista del general Umar al-Hasan al-Bashir. En ese país africano Bin Laden endureció su lenguaje antiimperialista, levantó el tono de sus amenazas de guerra santa contra EEUU e Israel, y siguió conduciendo a Al Qaeda con la cobertura de sus empresas legales funcionando por todo el Medio Oriente.

Para los expertos nunca quedaron del todo claras las posiciones antinorteamericanas de la red dirigida por Bin Laden, cuyas fuentes de financiación siempre estuvieron ligadas al dinero en negro de las armas y las drogas controlado por la CIA.  Tras la concreción de numerosos atentados por parte de Al Qaeda, la comunidad de inteligencia americana colocó a su ex soldado en una lista negra, y la CIA confeccionó un dossier de «Más buscado» con su foto en julio de 1993.

Sin embargo, los expertos siempre hablaron de una relación de «doble juego» que nunca se cortó entre el eje Al Qaeda-CIA, la que seguiría mediatizada por el servicio de inteligencia paquistaní. EEUU y la CIA, de acuerdo a informes de diferentes organismos oficiales, repitieron en los Balcanes, a mediados del 90, patrones calcados del caso Irangate y de las operaciones encubiertas organizadas en Afganistán durante la guerra contra los soviéticos. En los 90, la CIA y su brazo de la inteligencia paquistaní estaban concentrados en desestabilizar a los ex regímenes socialistas de los Balcanes.

 O sea, que mientras Al Qaeda y Bin Laden realizaban supuestos atentados contra Estados Unidos en Medio Oriente y Asia, al mismo tiempo colaboraban con la CIA para el derrocamiento de gobiernos «hostiles» a los objetivos imperiales de EEUU en los Balcanes.

 

 

IntelCenter

Como hemos dicho, Bin Laden, que aparecía en los “Más buscados” de la página web del FBI, jamás fue acusado formalmente del 11S. Se le buscaba por los atentados de Kenia y Tanzania de 1998. Sorprendente, ¿verdad?

 

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Durante años, cada vez que Al Qaeda emitía, se sospechaba que era la inteligencia estadounidense quien falseaba esos vídeos. Para ello usaban una empresa privada muy singular: Intelcenter. Es una empresa americana que se dedica al contraterrorismo, y que entre otras, trabaja para la CIA. Ha proporcionado al menos 9 de los vídeos de comunicados de Al Qaeda. Intelcenter es conocida por ser la empresa que filtra los vídeos de Al Qaeda sin explicar cómo o dónde los obtiene. Con cada vídeo nuevo se aparecían webs y foros con análisis de imágenes procedentes de los vídeos de Intelcenter que apuntaban al fraude y a que era material fabricado.

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Vídeo del nuevo líder de Al Qaeda Al Zawahri. Obsérvese el logotipo de Intelcenter en la esquina superior derecha.

En este sentido, Osama Bin Ladem y Al Qaeda, convertidos en icono, eran un producto mediático totalmente explotado por la CIA y difundido por los aparatos de comunicación occidentales. Por ejemplo, después del 11S, EEUU miraba a Afganistán en busca del malvado Bin Laden (al que no acusó de los atentados). Las primeras amenazas sobre Irak y Saddam Hussein argumentaban que “escondía” terroristas. A finales del 2002 ya se les acusaría de tener armas de destrucción masiva, acusación que reconocerían como falsa años despuésy a inicios de 2003 se produce la famosa cumbre de las Azores que desembocaría en el inicio de la guerra.

 Y, ¿qué representó Al Qaeda en todo este proceso de 11S, Afganistán, Irak, petróleo? Una excusa muy productiva.

 

La responsabilidad de Occidente en el terrorismo islámico

En la prensa occidental suele ser común asociar a Oriente Medio y al mundo árabe con términos como ‘inestabilidad’, ‘conflictos’, ‘guerra’, ’terrorismo’… En la gran mayoría de noticias occidentales se presenta a la región como si fuese fuente inagotable de problemas e incapaz de gobernarse a sí misma.

Lo que la hipócrita prensa occidental no cuenta es que Oriente Medio ha sufrido duramente por la injerencia de los países del primer mundo. En la Edad Media al petróleo lo llamaban aqua infernalis (agua del infierno); razón llevaban porque ese ha sido precisamente el gran pecado de la región, tener codiciadas reservas energéticas.

Occidente ha hecho todo lo posible por instaurar dictaduras serviles que les dieran petróleo barato y que oprimieran a la población mientras saqueaban sus recursos. En 1953 la CIA, mediante la operación AJAX derrocó al primer ministro iraní Mohammed Mossadeq y devolvió el poder absoluto al último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahlevi. Mossadeq trajo la “desgracia” a su pueblo al nacionalizar el petróleo iraní y pretender así que la riqueza de su suelo fuera a parar a su pueblo. El dictador títere, Mohamad Reza Pahlevi, ejecutó y eliminó a toda la oposición política gracias a su policía política: SAVAK. Al mismo tiempo, la población iraní se empobreció mientas una oligarquía dominante se enriquecía hasta que el país estalló en la revolución marxista de 1979.

Arabia Saudí siempre fue un estado siervo de EEUU (y aunque no les guste reconocerlo, por ende de Israel). Es una teocracia desde hace más de 80 años y una de las últimas cuatro monarquías absolutas que quedan en el mundo. No es casualidad que tengan una de las interpretaciones más estrictas de la ley islámica y gocen de menos libertades. Son uno de los países líderes de la exportación mundial de petróleo a Occidente y gracias a esto, no tienen problemas. Sin embargo, como hemos visto, Araba Saudí es un gran financiador del radicalismo islámico que sirve a los interesa de USA e Israel en la zona.

En Irak, Saddam Hussein ha sido presentado como un dictador cruel, sin embargo hasta 1990 fue aliado de Estados Unidos. Tuvo el apoyo de USA, Francia y la URSS en la guerra contra Irán (1980-1988). Durante aquella contienda la comunidad internacional guardaba silencio sobre Irak por el uso de armas de destrucción masiva contra los iraníes y los kurdos. Fueron precisamente los Estados Unidos quienes impidieron a la ONU condenar a Irak entonces. Remito a la resolución 568 del Consejo de Seguridad de la ONU de 1987.

Es llamativo el sucio juego de política internacional donde los dirigentes árabes, dependiendo de si sirven o no al imperio, sean presentados como crueles dictadores o, cuando es necesario, se les suministran armas químicas y se hace callar el clamor contra esos regímenes. Como dato de estas maniobras, está el suceso protagonizado por April Glaspie, la entonces embajadora de Estados Unidos en Irak. El 25 de Julio de 1990 se reunió con Saddam Hussein para tratar el conflicto con Kuwait. Historiadores actuales piensan que Glaspie fue “intencionalmente demasiado imprecisa” en aquella entrevista. Es decir: engañó a Saddam, le dio luz verde para su plan de invasión de Kuwait que resultó ser una trampa para la primera guerra del golfo en 1991.

El estado de Israel, creado en 1948, fuertemente apoyado por EEUU, influye enormemente en la inestabilidad de la zona. No sólo por la ocupación de Palestina y el expansionismo militar y de territorios en toda su historia (guerras de 1948, 1956, 1967, 1973, ocupación del Líbano en 1982, las dos intifadas, etc.). Sino porque Israel representa los intereses de occidente y hay que mantener su posición dominante en la región. Así, el conflicto con Irán es sólo la siguiente pieza de control geopolítico. De hecho, Israel si tiene armas de destrucción masiva, tanto químicas como nucleares sin que por ello parezca violar ningún tratado internacional.

Es normal que se creen movimientos de resistencia legítima, mal llamados terroristas, cuando Occidente diseña guerras en los países árabes. El ex ministro francés de Relaciones Exteriores Roland Dumas aseguró en el programa de televisión “Ça vous regarde” del canal LCP que los británicos recurrieron a él en 2010, en busca de apoyo para desatar una guerra contra Siria. El proyecto implicaba el envío de rebeldes y otros mercenarios.

De ser cierto, muestra cómo la guerra de Siria estaba planificada antes de la llamada Primavera Árabe, lo cual hace sospechar de la naturaleza de las mismas. Hay quien sitúa esta guerra diseñada en las cláusulas secretas de Tratado de Lancaster House, firmado el 2 de noviembre de 2010, firmado entre Francia y Reino Unido.

Resumiendo, no es difícil encontrar razones a la animadversión árabe contra Occidente. Han sido una región duramente castigada y han visto mucha sangre árabe derramada. Se les han impuesto gobiernos fanáticos, dictatoriales y autocráticos porque eran más fáciles de gobernar por Occidente.

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Destrucción del mundo árabe por la guerra. El sufrimiento del pueblo es enorme: muertos, refugiados, etc.

Libia y Siria: Al Queda y USA aliados de nuevo

Suele decirse que la política hace extraños compañeros de cama. Y quienes parecían enemigos íntimamente irreconciliables, Estados Unidos y Al Qaeda, pueden volver a compartir bando… si las circunstancias lo aconsejan.

2011 fue un año que pasará a la historia para Libia. Muammar Gaddafi, llevaba en el poder 42 años, desde su golpe de estado de 1969 contra el rey Idris. En 2011 ocurre la mayor revuelta contra el régimen libio en su historia. La llamada Primavera Árabe, que comenzó en Túnez, se extendió a Libia y protestaba contra la corrupción del régimen exigiendo aires de renovación, pero fue duramente reprimida. En pocos días desde el inicio de las revueltas (15 de Febrero) ya se informaba de 10.000 muertos.

La situación se deterioró muy rápidamente y pronto los diarios occidentales hablaban del conflicto entre el régimen y los rebeldes. ¿Quiénes eran estos rebeldes? Curiosamente simpatizantes de Al Qaeda.

La comunidad internacional no veía con buenos ojos al régimen Libio, y en defensa de los derechos humanos, aprobaron la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, creando una zona de exclusión aérea en Libia y prohibiendo la intervención terrestre. Supongo que después de Irak querían una guerra “limpia” por aire y no el desgaste por infantería que tan mala imagen dio. Sin embargo no podían controlar Libia sin tropas sobre el terreno, y allí nace una nueva alianza con esos viejos conocidos: Al Qaeda.

En el caso de Libia, la evidencia de la alianza con Al Qaeda es abrumadora. Quien dominaba la oposición en Libia era el Grupo Combatiente Islámico Libio (GCIL) que fue creado en 1990 por Adbel Hakim Belhadj, quien había luchado del lado de Al-Qaeda y los talibanes en Afganistán de 1988 a 1992. Este grupo está considerado como terrorista por la ONU y se sabe que el 3 de noviembre de 2007, el GCIL se fusionó formalmente con Al-Qaeda.

Según el New York Times, en la primavera de 2011 el Presidente Barack Obama aprobó el abastecimiento de armas al Grupo Combatiente Islámico Libio por parte de Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. A su vez Wall Street Journal, informa que a las milicias controladas por Belhadj se le proporcionaron 20.000 toneladas de armamento en 18 embarques. Y otra docena de embarques de armas financiadas desde Qatar. Embarques que continuaron en septiembre incluso después de la caída de Trípoli.

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Gaddafi denunciando las conexiones de los rebeldes libios en la BBC.

El caso de Siria es parecido. En Medio Oriente, varios medios de comunicación, entre ellos la agencia de noticias iraní Al Alam y el diario digital yemení AdenAlghad.net, informaron que un militante yihadista llamado Tariq al-Fadhli, compañero de guerra de Osama Bin Laden había hecho un acuerdo con funcionarios de EEUU y Arabia Saudita. Acordaron el envío de 5.000 militantes al territorio sirio para “ayudar a los rebeldes a luchar en la guerra para acabar con el régimen de Al Assad”.

Los militantes, que se referían a sí mismos como “defensores de la Sharia”, se unieron con otros grupos de combatientes de Al Qaeda que se han ido infiltrando en Siria desde Túnez, Libia, Iraq y Turquía, con la ayuda de la OTAN y los estados del Golfo.

También es necesario conocer de dónde proceden estos muchos de estos combatientes. En muchos casos son adolescentes que son captados por redes de musulmanes radicales (financiados y armados por los servicios secretos de EEUU, Qatar, Francia e Inglaterra principalmente) para participar en la yihad en el extranjero. Muchos de ellos llegan a Siria con el fin de luchar junto a los rebeldes y nunca regresarán a su país.

Se han dado casos de familias árabes que reconocen a su hijo en la tele. Casos en los que, al igual que suceden con las sectas destructivas, observaron que el comportamiento de su hijo fue cambiando. Primero empiezan a frecuentar más la mezquita, pasan a interesarse de un modo diferente por los problemas del mundo árabe. Y luego deciden ir al extranjero a hacer un viaje corto. Suelen decir a sus padres que se van un fin de semana o unos días. Pero la realidad es que luego son reclutados y usados como carne de cañón. La mayoría jamás volverán a sus casas. Así funcionan las telarañas de terrorismo financiado que también roban hijos a sus padres.

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Niños sirios en un campo de refugiados en Jordania jugando a la guerra. La guerra cotidiana para ellos, ahora es un juego, cuando crezcan y cobren conciencia es posible que acaben entrando en grupos terroristas. La guerra no resolverá el problema terrorismo jamás.

Espías y terroristas combatiendo juntos

En 2012, El Mundo publicaba una significativa noticia titulada «Espías británicos y alemanes, al servicio de los rebeldes sirios«. Son de estas pocas noticias en la prensa occidental que arrojan pistas sobre la verdadera situación sobre el terreno. El artículo afirmaba «los servicios de espionaje ingleses han contribuido a que los rebeldes sirios hayan efectuado ataques devastadores contra el Ejército leal a Assad, entre ellos una emboscada contra 40 tanques de esas tropas«. El servicio de espionaje británico ha estado desempeñando un papel encubierto en el conflicto de Siria y según los rebeldes sirios las autoridades británicas conocen y aprobaban la operación. Sin embargo, como no podía ser de otra forma, el gobierno británico negaba tal afirmación asegurando que sería ilegal en virtud de la legislación internacional proporcionar armamento a cualquier grupo de Siria. Como corolario de lo expuesto y con los datos encima de la mesa puede afirmarse que el gobierno británico violó la legislación internacional.

Podemos citar más casos, como el de 1995, en que el MI6 británico contactó al GCIL (Grupo Combatiente Islámico Libio) para llevar a cabo un golpe de Estado contra Gaddafi. También, el sorprendente caso de Abdul Hakim Belhadj, exmiembro del GCIL que el año pasado exigió disculpas del Reino Unido y EEUU por entregarlo a Gadaffi en 2004, quien lo torturó. No es absurdo que reclame esas disculpas, ahora son aliados.

Este tipo de temas suelen considerarse «Secreto de Estado», «Asunto de Seguridad Nacional», «Materia Reservada», etc. ¿Por qué? Porqué por mucho que se quiera justificar con el barniz de la seguridad nacional, lo cierto es que al ser secreto no es preciso explicar a la opinión pública porqué están ayudando a los grupos terroristas a los cuales han dicho perseguir durante la última década.

Cualquier persona sabe que después del 11S, 11M y 7J, la prioridad número uno de los servicios secretos occidentales fue combatir el terrorismo islámico. Y para ello se endurecieron las legislaciones antiterroristas en todo Occidente. Regulaciones en materia de seguridad aeronáutica, recorte de libertades civiles, espionaje masivo a ciudadanos con la excusa de la seguridad, retención de sospechosos sin presentar cargos, leyes terribles como la ‘Patriot Act’ americana o cárceles tipo Guantánamo, vuelos secretos de la CIA para transportar sospechosos o centros de detención secretos… todo para luchar contra el terrorismo. ¿Contra el terrorismo? ¿El mismo que apoyan, arman y financian sin publicidad? ¿El mismo que se demoniza en los medios de comunicación?

Realmente algo no encaja. Faltan piezas del puzle cuando el que parece tu más temido enemigo es en realidad tu aliado.

 

Un juego peligroso

Considerando todos los datos expuestos hasta ahora, es difícil no llegar a la conclusión que la política internacional es un juego peligroso. Es muy fácil no comprender nada, especialmente si se trata de conectar las causas con las consecuencias.

¿Se puede afirmar que la política de Estados Unidos y aliados es parcialmente responsable de los atentados de Al Qaeda? ¿No es sensato pensar que, debido a las guerras que han causado un gran sufrimiento a la población árabe, ésta encontrará medios violentos para buscar una compensación a su dolor? Como se preguntaba Eduardo Galeano en su obra «Plomo Impune«: «¿es la comunidad internacional algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros?«. 

Asusta el cinismo de las operaciones encubiertas, porque precisamente fomentan el fanatismo religioso y lo usan para sus fines. No hay duda que es jugar con fuego. Principalmente porque tiene efectos secundarios, efectos no deseados. Incluso cuando las operaciones de desestabilización puedan «funcionar», éstas pueden convertirse en un boomerang. Y no puedo decir «funcionar» sin subrayar que es inhumano e inmoral planear este tipo de operaciones, porque cuestan miles de vidas humanas. Vidas árabes y occidentales, todas las vidas cuentan por igual.

No debemos caer en los errores de la prensa que durante la contienda de Irak sólo contaban las 4.486 bajas de militares americanos y callaban el millón y medio de muertos iraquíes. ¿Acaso una vida es mejor que otra?

A mediados de 2011 la prensa española informaba que Al Qaeda se estaba reabasteciendo de armas gracias al arsenal rebelde libio. Es una forma de decirlo, la verdad pasada por el filtro periodístico occidental. Como hemos visto, la realidad es que se les suministra armamento, entrenamiento y financiación.

En mi opinión, es imposible no cuestionarse: ¿acaso no saben que esas municiones que ahora suministran serán usadas más tarde contra objetivos occidentales? ¿Volverán a presentarles de nuevo como unos locos fanáticos terroristas que incomprensiblemente quieren atacarnos? ¿Seguirán subrayando la palabra terrorista al lado de cada ataque no aliado, cuando ellos mismos saben que es legítimo en la guerra secreta que mantienen? ¿Querrán ver alguna vez la responsabilidad que existe en el juego peligroso que supone darles los medios necesarios para atacar objetivos occidentales?

La gran sensación en este punto, es que la tan cacareada amenaza terrorista es una cortina de humo. Una justificación, una herramienta, pero no es cierta: los dirigentes occidentales no temen el terrorismo. No les importa las víctimas en ambos lados. Es su herramienta de trabajo.

 

La pieza que falta

Tratemos de poner la última pieza en el puzle. Es posible que gran parte de la opinión pública, especialmente aquella que cree lo que publican los mass media, no entienda cómo los gobiernos occidentales prestan dinero, apoyo, armas y entrenamiento a sus supuestos enemigos terroristas.

Y es una perspectiva lógica. ¿Qué coste político tendría que se supiera que cualquier político de cualquier signo o nacionalidad estuviera ayudando a Al Qaeda? Y muy especialmente, quizás, en Estados Unidos, Reino Unido o España.

Sería muy muy difícil vender a la opinión pública que se ayude a grupos afines a los autores del 11M u 11S. Especialmente si esta ayuda les da la posibilidad de cometer más atentados. ¿Cómo se podría entender esta aparente falta de coherencia de la política europea y americana?

Supongamos que nuestros políticos no se deben al electorado. Que realmente su misión no es proteger a los ciudadanos. Imaginemos que, comparados con otros intereses, los muertos del 11M y del 11S no importan a nuestros políticos como podríamos pensar. La conclusión que si se está arriesgando la vida de ciudadanos al armar grupos terroristas, sea por una buena razón. Y esa razón, como no podía ser de otra manera, es el dinero.

 

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Realmente los resultados económicos de estas operaciones, vistos a la luz de la geopolítica, el acceso a riquezas, hidrocarburos, contratos de reconstrucción de países y el control de la región son tremendamente atractivos para los inversores finales. Porque en eso se basa todo el juego, en vastos intereses económicos. Los políticos han de vender al público la guerra que quieren las multinacionales. La propaganda, el terrorismo o las operaciones clandestinas sólo son detalles técnicos.

Como dijo Zbigniew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional de Jimmy Carter, en su libro ‘El Gran Tablero de Ajedrez’ (1997), “el interés principal de Estados Unidos es ayudar a asegurar que ninguna potencia adquiera el control de este espacio geopolítico y que la comunidad global tenga acceso financiero y económico libre a él”.

 

Reflexiones finales

Mirar detrás del telón de las relaciones entre terrorismo y grandes potencias ofrece un panorama desolador, tristísimo. Estamos envueltos en una rueda de mentiras, intereses, destrucción y sufrimiento.

Ayn Rand decía que el hombre teme a la guerra porque no es capaz de rechazar la doctrina que nos empuja a ella. Desde mi punto de vista, asusta ver cómo interesadamente las potencias occidentales prostituyen la idea de la democracia para atacar otras naciones, o cómo consideran la gran pérdida de vidas humanas (militares, civiles, occidentales y musulmanas) como pequeños efectos colaterales.

Parece como si realmente las vidas de los árabes, árabes civiles, asesinados en sus hogares, no fueran más que un pequeño contratiempo del cual a veces, el mayor problema es lograr que la prensa occidental no informe de ello. Parece como si la opinión pública occidental, anestesiada de telebasura, tuviera a veces mucho más poder para parar el juego que todas las otras víctimas de Oriente Medio. Es triste.

Y es indignante que tengamos que poner muertos, las víctimas del 11M por ejemplo, en esa aparente guerra contra el terrorismo cuando realmente se les ayuda y financia cuando interesa. Porque el terrorismo para Occidente es un negocio y nada más que eso. Es hora de darse cuenta.

No quiero vivir en un mundo donde la vida de un iraquí valga menos que la de un europeo. Ni quiero que me recorten libertades o espíen en aras de mi protección contra el terrorismo cuando observamos que unen sus intereses a los nuestros para desestabilizar un país porque resulta económicamente interesante. Y no quiero vivir en una civilización donde se crea que la guerra puede solucionar instaurar la verdadera democracia o pueda resolver el terrorismo.

Pero como dice Julian Assange, si la guerra es iniciada con la mentira, la Paz puede ser iniciada con la verdad.

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Pintada reivindicativa que denuncia los intereses ocultos de occidente sobre el terrorismo islámico.