10 pasos para la implantación masiva de chips
Por Miguel Ángel Ruiz
Mucho se habla en los mentideros de la conspiración sobre el famoso chip RFID subcutáneo que, supuestamente, la élite quiere implantar a cada ser humano del planeta para controlarnos como borregos. Muchos son escépticos, es una teoría absurda propia de mentes a dadas a la conspiranoia. Otros, están absolutamente convencidos. Sin embargo, ¿cómo sería el complejo proceso de implantar el chip? Veamos el escenario más típico, algo no tan descabellado, cuyos primeros pasos ya se han dado…
Marzo de 2014.
Prácticamente cualquier persona un poco versada en conspiraciones ha oído hablar del chip RFID. Es un tema que está en boga y que, como siempre pasa con estos temas, tiene partidarios y detractores. Es decir, gente a favor y en contra de que una implantación masiva de chips en humanos pueda verdaderamente ocurrir. Sin embargo, la información que se suele divulgar no es muy descriptiva. Se habla de la implantación como si un terrible secuestro de libertades fuera a ser decretado mañana. Para los escépticos, claro está, este escenario no es realista y rechazan todo viso de realidad.
El presente artículo pretende describir el escenario más probable y realista que se seguiría en la implantación del chip. De existir una agenda, ésta es secreta. Pero es posible identificar un conjunto de pasos, que ilustrados con ejemplos, nos harán entender que el proceso está más avanzado de lo que lo que pudiéramos pensar… 10 Pasos para implantar un chip subcutáneo a toda la población civil.
Paso 1: Diseño. En la década de los 40 surgieron los primeros desarrollos de una tecnología que desembocaría en lo que hoy se llama RFID (Identificación por Radio Frecuencia). Generalmente consiste en unos dispositivos pequeños que pueden ser incorporados a un producto, animal o persona y su misión es transmitir a distancia un número que identifique la etiqueta para propósitos de control, localización o gestión. Es, básicamente, una etiqueta identificativa por medios informáticos.
En los últimos años, esta tecnología ha tenido un desarrollo enorme incorporándose prácticamente a cualquier cosa que podamos pensar. Por ejemplo las etiquetas antirrobo en los supermercados. Se suele usar en control logístico. La industria ha tenido muchos años de ir perfeccionando y preparando una tecnología ciertamente útil con las cosas hasta que alguien pensó que también podría ser implantada en seres vivos.
Paso 2: Primeros planes para controlar seres vivos mediante chip. En el salto al control de seres vivos usando chips, fueron elegidos los sectores más desprotegidos: los presos y los animales. Esta idea sugiere que existe una hoja de ruta progresiva.
Con respecto a los animales, en España, Madrid es pionero con la Orden 11/1993 de 12 de Enero, disposición cuarta que obliga a la identificación mediante “Implantación subcutánea de una cápsula legible por medios físicos, portadora del código emitido “, a todos los perros y gatos de la comunidad.
Y respecto a los presos, en el año 1999, el Ministro del Interior británico aprobó un plan para permitir que unos 30.000 presos anualmente no terminen sus penas en prisión siempre y cuando llevasen una pulsera con un chip.
Gracias a empresas privadas que colaboraban con el gobierno, se controlaba a distancia que los presos pasen en casa desde las 7 de la noche a las 7 de la mañana. El chip en presos se fue instaurando por todo el mundo (en España llegó en 2001) y fue vendido como una gran mejora a la población reclusa.
Paso 3: Chips subcutáneos. La natural miniaturización de la tecnología aplicada a los chips de identificación produjo los primeros prototipos de chips que podían ser implantados bajo la piel de un ser humano.
La compañía americana Verichip Corp. creó el primer dispositivo en ser aprobado por la FDA norteamericana (Food & Drug Administration) para su implantación en seres humanos. La licencia la obtuvo en 2004 y a partir de 2007 empezó a diversificar las áreas de su negocio: sistema Halo (protección de niños), RoamAlert (localización de personas), MyCall (sistema de respuesta a emergencias médicas) y Assestrac (sistema de seguimiento de individuos).
Verichip tuvo poca aceptación por las preocupaciones en torno a privacidad y así, en 2010, cambiaron la marca para hacer un lavado de imagen, pasándose a llamar “PositiveID”, que aún continúa en activo. Sin embargo, todos los desarrollos realizados en esos años siguen disponibles en el mercado.
Paso 4: Popularización y dispersión. Existiendo ya soluciones comerciales listas para aplicarse, es lógico que se invierta en publicidad y se hagan campañas de marketing para vender el chip. Hay dos grandes estrategias para presentarlo: una como un gran avance tecnológico pero muy sofisticado y muy exclusivo, y la otra es apelar a los más básicos instintos de seguridad y supervivencia.
Como ejemplo del primer campo, en 2004 se abrió en Barcelona el Baja Beach Club, una discoteca muy exclusiva que promovía la implantación de chips RFID a sus clientes como modo de ofrecer un trato exclusivo, VIP y fácil a la hora de pagar. El marketing de sofisticación y exclusividad lo obtuvieron al conseguir que las primeras personas en probarlo fueran algunos exconcursantes del programa Gran Hermano (nada más apropiada la referencia orwelliana). El Baja Beach Club de Barcelona (había al menos otro en Rotterdam) cerró en 2008, parece ser que no funcionó como se esperaba.
En el segundo campo, las estrategias son más efectivas. En mayo de 2007, el periódico El País publicaba un artículo para informar de las bondades de implantar chips a los niños. La entradilla ya tenía una idea manipulativa clave que ejemplifica toda la estrategia: “los chips en pulseras, prendas o injertados pueden evitar casos como el de Madeleine McCann”.
En YouTube, relacionados con el campo de la salud, se pueden encontrar anuncios sobre la necesidad de implantar el chip a ancianos con demencia senil, alzheimer, etc. En cualquier caso, el campo de batalla para implantar el chip siempre serán los niños, porque una vez puesto es más difícil que se lo quiten y lo tendrían toda la vida…
Paso 5: El salto al ámbito público. Paralelamente al paso 4, pero más lentamente, se han ido informatizando los sistemas de administración de los estados. El enorme buque que es la administración pública necesita años para emprender esa modernización. Sin embargo, se están dando pasos en este sentido. En España, ya todas las personas tenemos un chip oficial por el Real Decreto 1553/2005 de 23 de diciembre que regula el DNI y la firma electrónica. El chip está en nuestro documento nacional de identidad.
Esta ley tuvo algunas campañas de concienciación e información para usar e-DNI y dar tiempo a la administración a que se preparase y pudiera usar esta tecnología. En España la información al ciudadano se abrió en marzo de 2006 contando con un dominio propio (www.dnielectronico.es). En mi opinión, en la actualidad la implantación no es total.
Se tenga o no una visión crítica acerca del chip del DNI, lo cierto es que todo este proceso ayuda a una maduración de los procesos de gestión telemáticos convergiendo en la idea de: una persona, un chip. En cierto sentido, ya tenemos la gente y el chip. Ahora solo falta meter el chip en la gente.
Paso 6: Implantación: Campañas de concienciación + guerra psicológica.
Realmente el proceso más complejo de todos es la implantación más o menos masiva definitivamente. Por ahora el escenario es bastante heterogéneo, no en todos los países se ha avanzado la misma cantidad de pasos. Por ejemplo, Estados Unidos parece estar más preparado que Europa en este campo.
Existen varios escenarios posibles de implantación, aunque lo más probable es que evite frontalmente la aprobación de una ley que lo declare obligatorio, ya que la protesta ciudadana sería palmaria. Parece más factible que se avance en varios frentes simultáneos, hasta que las denuncias por ataque a las libertades civiles lo acaben llevando a los juzgados y al foco de atención público.
Uno de los escenarios más probables es que los grandes medios de persuasión (mal llamados de comunicación) fueran orientando la mente de la opinión pública hacia problemas de seguridad que serán fácilmente resueltos mediante el chip.
Los siguientes temas podrían venderse fácilmente de una manera aparentemente inocente o que encajarían muy bien en debates de televisión o columnas de opinión: localización y rastreo en casos de secuestro de niños. ¿Qué padre no querría implantar a su hijo un chip al ver en las noticias casos como el de Madelein McCann, Yeremy Vargas o Marta del Castillo?… Asistencia a personas con demencia senil, alzheimer, autismo y otras afecciones. La idea, ya comercializada, es que en el chip se registre el historial médico del paciente para que no se puedan producir errores médicos. También existen chips que, alojados en diabéticos, liberan insulina. Otros usos serían: reconocimiento de víctimas en accidentes o terremotos, etc., identificación y geolocalización de terroristas y presos para detección y evitar fugas, o identificación para evitar ser tomado por un terrorista, etc.
Huelga decir que en realidad la implantación del chip no previene que se produzcan errores al codificar los chips, ni previene que éstos puedan ser alterados, o manipulados. De hecho, ya existen casos de chips RFID con virus informático. Aunque en el fondo quizás de un poco igual, porque lo importante para la industria, probablemente sea vender la falsa idea de seguridad que proporciona, no resolverla realmente.
Paso 7: Implantación: Ir acumulando ejemplos de una forma discreta y constante.
Lo más probable es que las primeras personas a quienes se los implanten sean presos, quizá militares. Por un lado se sienta precedente y por otro la excusa de la seguridad es inapelable.
Sabemos por documentos publicados en 2004 que los principales fiscales de la Procuraduría General mexicana (PGR), pertenecientes al Ministerio de Justicia, recibieron el implante de un chip bajo la piel, que constituye la única forma de ingresar a un nuevo centro de información estratégica. Dicho centro llamado “Centro Nacional de Información para la Procuración de Justicia” concentra toda la información criminal del estado. Como comunicó a la prensa el procurador Rafael Macedo de la Concha: «La idea de implantar el chip era evitar las fugas de información«. No sabemos qué tan efectivo fue el chip para el PGR pero sin duda sirvió como precedente para al más alto nivel.
Posteriormente, en 2006, la empresa de videoviligancia Citywatcher.com, de Cincinnati (Ohio), fue la primera que ha empezado a utilizar los “chips” para controlar el acceso de sus empleados a las zonas de seguridad restringidas de la compañía. El presidente de la compañía, Sean Darks, aclaró a la prensa que el chip es totalmente voluntario (¡cómo no!), como voluntaria es, también, cualquier perspectiva de ascenso en la empresa.
Gracias a Wikileaks, sabemos por un cable secreto (nº 198178 con fecha 22-marzo-2009) que Arabia Saudita sopesaba la opción de implantar un chip a presos y poder rastrearlos por bluetooth…
En 2012, en el John Jay High School en San Antonio de Texas se obligó a llevar a los alumnos permanentemente al cuello un chip RFID. No es implantado pero quien no lo lleve puede ser expulsado de clase, como fue el caso de la estudiante Andrea Hernández, quien se negó a usarlo por motivos religiosos. Para Andrea (y un montón de gente en internet), la identificación de humanos con RFID es la marca de la bestia referenciada en el texto del Apocalipsis 13:16-17. “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”.
Sea como fuere, el “Proyecto Localizador Estudiantil” del instituto generó diversas protestas ciudadanas que consiguieron que se cancelase el proyecto y que Andrea Hernández fuese readmitida en clase.
Lo que es seguro, es que la implantación ya ha comenzado. En YouTube puede verse uno de los primeros implantes, todavía no obligatorios ( www.youtube.com/watch?=_zkmKAeU-Zo ). La pregunta a partir de ahora es cómo se avanzará hacia la implantación masiva. ¿Se decretará en algún estado un chipeado obligatorio con los problemas de repulsa que esto supone o irán dejando que se acumulen aquí y allá los ejemplos privados de implantación hasta que un día nos parezca normal?
Hay que recordar que en España (y seguramente en otras partes del mundo) entre 1997 a 2005 se pasó de tener 4 millones de líneas móviles a tener 42 millones, es decir, pasamos de reírnos de quien tenía un teléfono móvil a reírnos de quien no lo tenía… En prácticamente 5 o 6 años cambió el escenario completo. ¿Podría repetirse el ejemplo con el chip?
Además, hemos visto que los teléfonos sirven para espiarnos. Si desde Snowden sabemos las prácticas de espionaje masivo de la NSA, la cuales permiten el rastreo de un ciudadano vía Whatssap, Facebook, uso del Smartphone, ¿por qué no querrían avanzar en un chipeado personal que les dará la ventaja definitiva sobre el individuo? Todavía es posible ser otra persona de cara al sistema. Puedes dar de baja tu teléfono, cambiar de cuenta de Facebook, de correos electrónicos. En cambio con un chip por persona, esto ya no sería posible. Quizás por eso, cada protesta, cada proyecto fallido del chip es necesario y vital.
Paso 8: Desinformación cuando se declare o sea obligatorio de facto. Sea como fuere el escenario de implantación elegido, y por muy discreto y silencioso que sea, antes o después habrá un debate en la opinión pública. Debate que ya se espera.
En ese momento es seguro que habrá grupos que se declaren insumisos, lo cual suscitará muchos debates en prensa y televisión. Grupos antisistema o religiosos rechazarán una medida de control semejante. Sin embargo, los medios darán una opinión favorable, mezclando desinformación con debate enérgico para confundir sin llegar a ninguna conclusión como suele hacerse.
Sería este también el momento de que otros grupos de usuarios (reales o financiados) se sumen al carro del chip. Quizás internados, colegios o universidades muy caros y prestigiosos. Posiblemente a la vez reformatorios o institutos que avalen la mejora de sus servicios al implantar el chip… Toda una corriente de opinión del estilo “no se puede ir contra el progreso”.
Paso 9: Cese de la guerra psicológica. Sin embargo, un par de semanas después, a lo sumo tres, otros acontecimientos desplazarán al chip y la actualidad requerirá nuestra atención. Como decía Jean Luc Goddard “La televisión sirve para fabricar el olvido”.
Una vez que la mayoría de la población lo vaya teniendo, se producirá un silencio absoluto sobre el chip. Será un asunto “pasado de moda”, “que todo el mundo ya sabe”, y que “eso lleva ya muchos años haciéndose”.
En cualquier caso, el chip irá siendo de uso cotidiano paulatinamente y se le asociará muchas utilidades que en el fondo, harán nuestra vida más fácil, como navegar por internet con “mayor seguridad” o ir al cajero sin que nadie pueda atracarte y cosas así. La idea en esta fase será volverlo indispensable, como el smartphone.
Paso 10: Aislamiento civil a los no chipeados. Y a la par que se hace esto último, en este silencio mediático, las aplicaciones de los chips subcutáneos irán tornándose cada vez más útiles y vitales de manera que se aísle y margine socialmente a aquellos ciudadanos que no lleven el chip.
Por ejemplo, imaginemos que se almacena nuestro CV en los chips. Se alegará que así nadie puede falsificar un título que va alojado en tu dispositivo, pero si no tienes chip ya no puedes buscar trabajo. Al final un chip tendrá más entidad jurídica que la carne y la sangre que nos hace seres biológicos: chips para usar en el INEM, para pagar con tarjeta, para ir al médico, para contratar una nueva línea de teléfono, etc.
El mundo orwelliano del chip
Llegados a este punto de normalización del chip, la sociedad responderá, o mejor dicho, se conformará en torno a éste generando nuevas realidades sociales. Existirán “parias” sólo por no llevar el chip, como una nueva forma de exclusión social que afectará especialmente a inmigrantes venidos al primer mundo si no lo tenían ya implantado. Ya en 2006 se encuentran noticias de que en EEUU se planteaba implantar chips en inmigrantes ilegales.
El problema del implante masivo es que permitirá al poder la fiscalización total del individuo. Sería teóricamente posible “desconectar” a una persona del sistema. Hacerle invisible. Que no pueda comprar, viajar, ir al médico, o quizás tampoco circular libremente si no lo lleva.
Igual que en la actualidad en España todas las personas con DNI “tienen la obligación a exhibirlo cuando fueren requeridas para ello por la Autoridad o sus Agentes” (RD 1553/2005, 23 diciembre, art. 2), hacer una transposición a la obligatoriedad de tener chip es sólo un pequeño paso.
A los que nos interesan las libertades civiles, nos preocupa muy especialmente cuanta gente aceptaría implantarse un chip voluntariamente o qué percepción existe de ellos. Según una encuesta realizada en 2006 por el Instituto Británico para el Estudio del Sector de la Alimentación, un 10% de los adolescentes y un 5% de los adultos no tendría ningún inconveniente en implantarse un chip en su organismo con el fin de identificarse, pagar, etc. Aunque lógicamente esta encuesta es susceptible de cambiar.
El chip también podría contribuir a la desaparición del dinero metálico, lo que en principio se vendería como un paso hacia evitar la delincuencia, pero que en el fondo no lo será realmente. Hay otros cambios, como no tener que ir nunca al cajero (con un chip siempre tendrías encima todo el dinero de tu cuenta) o pagos por proximidad.
Sea como fuere, en la sociedad chipeada hay varias cosas seguras. La libertad y la privacidad habrán sufrido un durísimo revés. Agencias como la NSA (y otras) tendrán acceso prácticamente a la intimidad de todos los seres del planeta. Nadie estará a salvo y con algunos comandos en el sistema, podrían destruir cualquier disidencia. Borrar unos estudios, borrar un pasado, borrar una identidad, impedir libre circulación y quién sabe que más.
Todas las preocupaciones están más que bien fundadas. Recordemos el programa COINTELPRO (1956-1971) del FBI orientado a investigar y desarticular las organizaciones políticas disidentes dentro de Estados Unidos. El documento fundador de COINTELPRO dirigía a agentes del FBI a «exponer, desbaratar, descarriar, desacreditar o de lo contrario neutralizar» las actividades de estos movimientos disidentes y sus líderes. Un programa de ese estilo con una población con chip es una lucha demasiado asimétrica. ¿Serían considerados así también el movimiento 15M, Ocuppy Wall St o las primaveras árabes?
Pero estamos seguros de una cosa: el chip no traerá la seguridad ni la tranquilidad. En un mundo como este, el poder necesita grandes dosis de miedo interno e inseguridad personal. Hay que mantener la base de paranoia que nos hace moldeables.