¿Vivimos dentro de una simulación de ordenador?

Por Miguel Ángel Ruiz

En esta aventura apasionante que es el conocimiento, a veces, los descubrimientos científicos provocan que el mundo cambie tal y como lo conocemos. Por ejemplo, a principios del siglo XX, dos nuevas teorías: la relatividad y la mecánica cuántica hicieron que se derrumbase nuestra anterior concepción del mundo. Estas dos aportaciones científicas demuestran que el universo que habitamos es mucho más extraño de lo que habíamos imaginado. Prestemos mucha atención al desarrollo de la Ciencia. Porque cuando ésta avanza, el mundo cambia. Y cuando lo hace, es para siempre.

 

 Octubre de 2012.

 

Blue Brain hacia la conciencia artificial

Un área del conocimiento que está revolucionando el mundo es, sin duda, la de los ordenadores. Años ha, la gente se maravillaba de que los PC’s pudieran tener ’virus’ y más tarde lo sorprendente fue la búsqueda de la inteligencia artificial.

Desde 2002 existe un proyecto de investigación llamado ’Blue Brain’. Consiste en simular informáticamente a nivel molecular, el cerebro de ciertos mamíferos. La primera fase de este estudio consiste en simular una columna neocortical de las ratas, muy parecida  a la humana pero que cuenta únicamente con 10.000 neuronas y 108 conexiones sinápticas, frente a las 60.000 neuronas que tiene la capa neocortical humana. La segunda fase del estudio tiene por objeto replicar las columnas neocorticales hasta ser capaz de simular un neocórtex completo. Una vez conseguido, los siguientes objetivos serían pasar al gato y seguidamente a los primates.

El proyecto Blue Brain pretende conocer mejor el cerebro humano y arrojar luz sobre su funcionamiento interno. Para lograr este objetivo no sólo es necesario contar con ordenadores considerablemente potentes sino también con un modelo psicobiofísico adecuado al neocórtex real.

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Ordenador «Magerit» alojado por el Centro de Supercomputación y Visualización de Madrid (CeSViMa), Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

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Columnas neocorticales, unidad fundamental de simulación en el proyecto Blue Brain. A partir de la repetición de estas se puede obtener un neocórtex completo.

El proyecto Blue Brain abre sin embargo la puerta a la posibilidad de crear conciencia artificial, lo cual es tema de gran debate científico hoy en día. Las posturas, como veremos, están muy enfrentadas a este respecto…

El hecho de que la conciencia artificial sea posible es una cuestión que trasciende el ámbito científico. Hay una corriente de filósofos que opinan que vivimos dentro de un universo simulado. Es decir, que en realidad somos conciencias artificiales “ejecutándose” en un súper ordenador. Por ejemplo, el filósofo Nick Bostrom, de la universidad de Oxford abrió un debate académico serio con su artículo “Hipótesis de la Simulación” (2001), que se basa en tres postulados excluyentes entre sí y que uno de los cuales es: “Casi con toda seguridad estamos viviendo en una simulación”. Bostrom y otros autores piensan que existen razones empíricas para pensar que vivimos en una simulación por ordenador.

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2. El filósofo Nick Bostrom de la Universidad de Oxford autor del polémico artículo “The Simulation Argument” que llevo la Hipótesis de la Simulación al mundo académico.

Por tanto, el hecho de que sea posible crear inteligencia artificial tiene una importancia capital en la teoría del universo simulado. Pero a día de hoy, para que los científicos puedan crear todavía conciencias y un universo simulado, hay que resolver importantes problemas. Veamos algunos.

  

Capacidad de cálculo.

Los ordenadores actuales más potentes están muy lejos de la capacidad de procesamiento necesaria para simular una consciencia artificial y no digamos ya un universo con miles de ellas. Lo más potentes, a duras penas pueden con una parte de un cerebro de mamífero, sin embargo, desde que se crearon los primeros microprocesadores (alrededor de 1970) hemos visto que la capacidad de estos ha ido creciendo exponencialmente. De hecho, hasta la fecha se ha cumplido la Ley de Moore, que establece que el número de transistores de los computadores se duplica cada 18 meses aproximadamente. Si bien varias voces competentes predicen un futuro incumplimiento de esta ley debido a que no es posible la miniaturización infinita de los transistores, no es menos cierto que ya se está gestando una futura tecnología de ordenadores cuánticos que incrementarán la capacidad de cálculo de forma notable.

En cualquier caso, tanto debido a cambios en la tecnología como al procesamiento paralelo, es de suponer que la capacidad de procesamiento seguirá siempre creciendo y en definitiva, no arroja un obstáculo insalvable para la consecución de la conciencia artificial.

Por otro lado, los escenarios contemplados de universo artificial no implican simular el universo entero molecularmente. Realmente lo más importante serían las conciencias contenidas en ese universo y el “decorado” en sí, pero en éste se podrían adoptar mil y una técnicas para ahorrar procesamiento.

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16. Gráfico que demuestra el cumplimiento de la Ley de Moore entre 1971 y 2011.

  

Independencia del sustrato

Otro debate en torno a la conciencia artificial es si ésta puede existir sobre un sustrato diferente del Carbono. Es decir, si sólo los seres vivos como los conocemos pueden albergar en sí el milagro de la chispa de la conciencia o si por el contrario, el Silicio (una vez superadas ciertas limitaciones) sería también válido para sostener una mente pensante.

El físico Nick Bostrom cree firmemente en la Teoría de la Independencia del Sustrato, el cual proclama que los estados mentales se pueden dar en una amplia gama de sustratos físicos. Dicha afirmación asume la llamada “Teoría Computacional de la Mente” en la cual la mente se ve como una gran máquina que puede ser definida enteramente mediante operaciones lógicas.

 

Modelo anatómico y fisiológico cerebral.

Independientemente de los dos problemas anteriores, existe otro que, si bien entraña ciertas dificultades de investigación, es de suponer que se resolverá con el tiempo. El problema consiste en que para simular un cerebro humano, y que lo haga razonablemente bien, ha de contarse con un modelo fiel a la realidad. Es decir, que las conexiones y neuronas simuladas se comporten y este conectadas de una forma análoga a los homólogos biológicos reales. Aunque en la actualidad no se ha llegado aún a una descripción suficientemente exacta, los resultados de las investigaciones están avanzando mucho en este campo.

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Recreación de una neurona simulada informáticamente.

 

 

 

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6. Libro “La nueva mente del emperador” (1989), donde Roger Penrose explica la imposiblidad de crear la conciencia artificial mediante los actuales PC’s.

 

El Problema de la Posibilidad

Entre los expertos en ingeniería informática existen grandes controversias acerca de si es posible conseguir la conciencia artificial o no. Por un lado, el físico matemático Roger Penrose, en su libro “La nueva mente del emperador” (1989) dedica la mitad del mismo a demostrar la imposibilidad de construir una mente computacional. Defiende que la conciencia es el producto psíquico resultante de unos procesos físicos que no son computables. Esta imposibilidad se basa en el Teorema de Incompletitud de Kurt Gödel y, en definitiva, supone que el azar cuántico no sería simulable, sólo quedaría la opción de replicarlo, quizás mediante ordenadores cuánticos.

Además, un universo simulado siempre sería determinista, es decir, no existiría azar real. Pero, ¿y si el mundo real es pseudoaleatorio y no lo sabemos?

Otros científicos son más optimistas y, por ejemplo, en la Universidad Carlos III de Madrid proponen la arquitectura CERA (Conscious and Emotional Reasoning Architecture), un sistema integrado para experimentar y reproducir la conciencia en sistemas artificiales. Por otro lado, los ingenieros de Blue Brain piensan que cuando tengan completo su modelo de cerebro la conciencia surgirá espontáneamente en una máquina análoga a la mente.

Las discusiones son interminables a este respecto y el punto final es si acabaremos produciendo máquinas que son conscientes o que se comportan como si fueran conscientes. O llamados de otro modo: zombis filosóficos. Término que, en el campo de la filosofía de la mente, se refiere a una criatura que es idéntica al ser humano en su funcionamiento mental pero carece de conciencia fenomenológica. Dicho de otro modo, sería un emulador.

En cualquier caso, la conciencia artificial no es posible ahora y no lo será durante bastantes años más. Sin embargo, el autor de este artículo cree que antes de 2100 existirán en la tierra mentes atrapadas en silicio,  seguramente no antes de 2050, pero estoy convencido de que todos estos problemas se irán resolviendo.

 

La Paradoja de la Posibilidad

Filosóficamente, el mero hecho de que sea físicamente posible simular un universo con conciencia hace que el mundo en el que vivimos cambie. Vamos a dedicar unos instantes a imaginar una hipótesis. Supongamos que en el año 2070 se logra por primera vez, la primera conciencia encerrada en un mundo simulado mediante un potente ordenador. Ese momento concreto, llamado Tiempo Cero de Simulación (TCS) implicaría una enorme importancia. Porque previo al TCS cada conciencia sobre el planeta tendría una probabilidad del 100% de ser real. Pero posterior a TCS la probabilidad de ser una criatura simulada pasaría a ser mayor que cero.

Nick Bostrom estima que en una sociedad post-TCS, con el tiempo el número de mundos simulados sería mayor que el número de mundos reales, es decir, el mundo matriz, el cual sólo existe uno. Además concluye que con el paso del tiempo el número de conciencias simuladas sería mayor al número de conciencias reales del mundo matriz porque Nick asume que las simulaciones serían más fáciles de reproducir.

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Roger Penrose, físico matemático, profesor emérito de Matemáticas de la Universidad de Oxford. Premio Wolf de Física junto con Stephen Hawking en 1988.

Es muy importante señalar aquí que todas estas cuestiones que estamos planteando, surgen porque, de ser cierta la hipótesis de la simulación, estaríamos cercanos a conseguir una simulación dentro de la simulación. Que en cierto sentido es una evidencia a favor de que nosotros mismos seríamos simulados (prueba que es posible). Podríamos ser simulados también, pero recreados en la Edad Media, la diferencia ahora es que por primera vez estamos en condiciones de comprenderlo.

El problema en cuestión para una mente cualquiera, es decir, para cada uno de nosotros, es que es imposible saber si estamos viviendo antes de TSC o después. Y si estamos viviendo después, tampoco conocemos la probabilidad de ser simulados nosotros mismos. Como tampoco sabemos la función de mentes simuladas con el paso del tiempo, ni si quiera podemos saber si es más probable que seamos simulados o que seamos reales. Pero en conclusión, baste decir que la probabilidad de que el lector de estas líneas no sea real es mayor a cero. Usted puede no ser real.

 

¿Cómo saber si realmente vivimos en un mundo simulado?

Desde la antigüedad, pensadores de todas las culturas han dudado de que el mundo en el que vivimos sea real. Desde el mito en el Vedanta Advaita de la diosa Maya, pasando por Platón, Descartes, Schopenhauer y llegando a casi todos los místicos nos dicen que el mundo que vemos no es el mundo verdadero. Pero ¿Cómo demostrarlo? ¿Qué condiciones debe cumplir la realidad, el mundo sensible para que decidamos que no es el definitivamente real?

Investigadores y científicos de la Universidad de Bonn, han publicado recientemente un trabajo llamado “Constraints on the Universe as a Numerical Simulation” donde se explora la posibilidad de que nuestro mundo sea una simulación numérica. Para ello se buscan consecuencias observables de este hecho, con el problema de que la simulación estaría pensada para imitar las leyes físicas y dar apariencia de realidad. Este trabajo se fundamenta en que en la simulación se basaría una “rejilla tridimensional” discreta que avance en pequeños escalones de tiempo (tal y como ocurriría en un ordenador). Este recurso de programación limitaría la energía que las partículas pueden tener, al contrario de lo que supondría la realidad. Curiosamente, el estudio encuentra evidencias de este hecho, porque en procesos cuánticos de gran energía —un haz de electrones, implantación de iones o rayos láser— esto efectivamente sucede. Esto sería porque no puede existir nada más pequeño que la celda o unidad mínima de simulación. Asimismo, los investigadores encuentran que se produce una simetría cúbica que se aparta significativamente de la isotropía esperable (homogeneidad geométrica).

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QCD, Cromodinámica cuántica, parte fundamental del modelo estándar de la física de partículas y que ha sido revisado por los científicos de la Universidad de Bonn para buscar evidencias observables de que vivamos dentro de una simulación por ordenador.

Aunque las conclusiones del informe revelan indicios que ahora necesitarían ser verificados mediante experimentos prácticos… ¿qué pasa si se verifican las observaciones del artículo científico? ¿No podría ser que la realidad simplemente es así? Es muy difícil llegar a obtener una prueba fehaciente de este hecho, aunque miles de evidencias apunten en la dirección de la simulación.

 

Independencia del tiempo simulado vs real

Si aceptamos la teoría de la simulación, habría muchas nuevas perspectivas que, hasta ahora,  no han sido consideradas. Por ejemplo, para nosotros como seres simulados, sería indiferente o transparente la velocidad del súper computador que nos “ejecutase”. Puesto que nuestra percepción del tiempo sería una sucesión de instantes cuantificables, daría igual que el gran simulador tardase 5 minutos de su tiempo en calcular un instante del nuestro o por el contrario le llevase igualmente 5 minutos en calcular todo un siglo de nuestra historia. Nosotros, (los Sims) jamás percibiríamos ese hecho.

Lo que sí podríamos percibir es que faltasen escalones o pasos de tiempo en nuestra simulación porque el mundo se aceleraría e iría a “trompicones”. Tampoco podríamos tener ninguna percepción del hecho de estar “pausados”.

¿Y las leyes de la física? Simplemente no existen. Todo lo posible, lo es en base a la voluntad del programador. Así, de un plumazo, se resuelven todos los fenómenos de alta extrañeza que desafían a la razón: OVNIS, combustiones espontáneas, bilocaciones, fantasmas, apariciones marianas, fenómenos forteanos, etc., etc.

 

Concluyendo

Como dice Nick Bostrom, quizá nunca sepamos a ciencia cierta si vivimos en una simulación. La única manera es deducirlo indirectamente, encontrar fallos, ser más inteligentes que el programador. Quizá no hayamos sido programados con tanta inteligencia. ¿Por qué pensamos que podemos conocer el universo en su totalidad? Como decía Albert Einstein: «¿Puede un pato comprender la teoría de la relatividad?» Posiblemente esté fuera de nuestro alcance.

Pero en definitiva, ser reales, ser simulados… ¿Qué diferencia hay?

 

 

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¿Lo sabías?

La mejor forma de proteger al creador-programador de su criatura simulada es encerrar su conciencia en un universo simulado cerrado, sin posibilidad de conocer nada externo a la simulación. De esta manera, incluso si se volviese más inteligente que su creador jamás podría rebelarse contra él pues no lo conoce. Es la forma de evitar el mito de Frankenstein o el golem judío.


 

Artículos científicos usados como documentación del artículo

1.- Constraints on the Universe as a Numerical Simulation. Silas R. Beane, Zohreh Davoudi and Martin J. Savage3. ArXiv, 09 October 2012. Leer

2.- Are you living in a computer simulation? Nick Bostrom. Philosophical Quarterly, 2003, No. 211, pp. 243‐255. Leer