Terraformación de Marte

Terraformación de Marte: ¿Podemos hacer el planeta Marte habitable?

 

Un estudio de WWF (Fondo mundial para la naturaleza) apunta a que en 2050 la humanidad necesitará casi 3 planetas como la tierra para satisfacer su demanda de productos. Adelantándose a un más que previsible deterioro planetario el ‘virus humano’ ya ha puesto sus ojos en Marte. El objetivo: convertir el planeta rojo habitable a imagen y semejanza de la tierra… Un reto no exento de riesgos.

  Mirando a nuestros vecinos planetarios

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Nikolái Kardashov

En 1964 el astrofísico ruso Nikolái Kardashov inventó una escala para medir el grado de evolución tecnológica de una civilización. Esta escala comprende tres grados,  denominados Tipo I, II y III. Esta clasificación se basa en la cantidad de energía que es capaz de obtener una civilización (la humana por ejemplo) y al grado de colonización del espacio que han conseguido.

Así, una civilización tipo I habría logrado el dominio de los recursos de su planeta de origen, una tipo II accedería a toda la energía de su sistema solar y una III a toda la de su galaxia.

Kardashov asume que todas las civilizaciones experimentarán esta evolución en el  acceso a la energía disponible. En estos términos, la civilización humana estaría cerca de completar ser del tipo I (aunque le quedan siglos) y tímidamente estaría iniciando planes y proyectos para entrar en el tipo II. Sorprende la sagacidad de la escala propuesta por Kardashov hace casi 50 años porque precisamente ese es el rumbo que está tomando la ciencia.

Pero esta colonización planetaria necesita de modificar otros mundos. Cambiarlos para hacerlos explotables por el hombre, es decir, terraformarlos.

¿Qué es la Terraformación? Consiste en un proceso de ingeniería planetaria, dirigido a mejorar la capacidad de un mundo estéril para sostener vida. Comenzaría cambiando las condiciones físicas del planeta (atmósfera, océanos, etc.) y concluiría con la creación de la biosfera.

Ya en 1973 Carl Sagan sorprendió con un artículo llamado «Planetary Engineering on Mars» publicado en la revista Icarus donde teorizaba sobre un planeta Marte habitable por la raza humana. Tres años después la agencia espacial NASA abordó el asunto seriamente en un estudio denominado «Planetary ecosynthesis» que aseveraba que «no había limitación conocida a la posibilidad de alterar Marte para mantener vida y hacerlo un planeta habitable». Había nacido la terraformación científica.

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Terraformando Marte

Marte en realidad es un lugar terrible para un ser humano. Es un erial, un desierto helado de temperatura media -62ºC, sin apenas agua líquida. Sin prácticamente atmósfera y la que tiene es de CO2 en un 95%. Debido a esto, la radiación solar es muy superior a la terrestre, lo que conlleva riesgos de cáncer. Además, la gravedad es mucho menor, lo cual podría suponer problemas para la vida humana. Tan inhóspito es el planeta rojo para la vida que una persona sin traje de astronauta sólo conseguiría sobrevivir 2 o 3 minutos y moriría con convulsiones mientras le explotan los pulmones por la falta de presión.

Y sin embargo Marte, es el planeta más parecido a la tierra del sistema solar. Paradójicamente hace pocos miles de millones de años tuvo mucha agua contenida en océanos.

A priori puede parecer una locura actuar sobre la superficie de Marte para lograr que llegue a ser un planeta acogedor. Sin embargo, hoy ya se sabe que Marte hace unos 4000 millones de años tuvo agua en abundancia, atmósfera y condiciones propicias para la vida. El objetivo es revertir las condiciones actuales y así el asentamiento humano sería posible.

Lo curioso es que desde hace años ya existen planes concretos para ello. Hay cierto consenso científico al respecto y varias soluciones propuestas. Pero no nos engañemos: es una empresa titánica que además de muy costosa tiene una duración estimada entre varios siglos y un milenio. Veamos brevemente en qué consiste.

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Fases de la terraformación

Inicialmente los principales problemas de Marte son: falta de atmósfera respirable, alta radiación solar, baja presión, bajas temperaturas y ausencia de agua líquida. Pero se pueden solucionar. ¡Creando una atmósfera!

Y esta atmósfera se podría conseguir calentando el planeta, especialmente el polo sur que tiene mucho CO2 congelado. Esta primera fase de la terraformación es posible mediante un efecto invernadero, el mismo que está siendo perjudicial en la tierra. El efecto invernadero calentaría el planeta y provocaría un efecto cascada porque todo el CO2 de Marte se evaporaría aumentando la presión atmosférica, sirviendo de escudo a la radiación solar y reteniendo el calor de los rayos del sol, lo cual elevaría aún más la temperatura. Esto nos llevaría a tener una atmósfera de CO2 en Marte.

Se cree que tan sólo un incremento de unos pocos grados científicos en la temperatura marciana sería suficiente para poner en marcha todo el proceso. Esto es posible porque Marte ya tuvo esas condiciones en el pasado y la materia necesaria está en el planeta. Para lograr calentarlo hay varios planes, desde algunos descabellados como construir un espejo orbital gigante de 125 km y dirigirlo al polo sur, hasta desviar cometas para estrellarlos contra su superficie. También se baraja construir fábricas generadoras de gases causantes del efecto invernadero que podrían usar gases muchísimo más eficaces que el CO2.

Con este último plan se obtendría una atmósfera de una presión similar a la que existe encima del monte Everest, habría unos 10 o 15º C de temperatura, poca radiación y se podría pasear por la superficie marciana tranquilamente, pero con una máscara de oxígeno por supuesto, porque la atmósfera sería de CO2.

Y, ¿cómo podríamos convertir una atmósfera de dióxido de carbono en una de oxígeno? Para ello existen unas máquinas altamente evolucionadas que en la tierra conocemos muy bien: la vegetación. Ésta es capaz de producir oxígeno a partir del CO2 mediante la fotosíntesis. Se podrían diseñar algas, bacterias, plantas y árboles que generasen mayores cantidades de oxígeno que la ya conocidas mediante ingeniería genética.

Para tener vegetación y vida haría falta algo muy importante: agua. Gracias a la sonda espacial ‘Mars Odissey’ sabemos que en Marte existe mucha en estado sólido (hielo). Se cree que el agua será lo suficientemente abundante para constituir océanos y por supuesto regar la vegetación necesaria.

Queda una pregunta crucial: ¿podría la vegetación vivir en una atmósfera de CO2? La respuesta es afirmativa y se conocen especies de árboles que podrían vivir en condiciones de poca presión (1 milibar) y una atmósfera compuesta casi enteramente por CO2. También se podrían emplear ciertos tipos de musgos que son muy resistentes.

Algunos siglos serían suficientes para revertir la atmósfera si se hace bien. Pero aquí empiezan los grandes problemas: la creación de la biosfera.

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Problemas biológicos

En la mayoría de literatura disponible sobre terraformación marciana, se incide mucho en lo magnífico y positivo del logro colosal que supondría y bastante menos en los potenciales riesgos que encierra. Desde Año Cero queremos echar una mirada diferente a la terraformación de Marte.

Las fases explicadas hasta ahora se basan principalmente en los aspectos físicos que realmente son los más sencillos de predecir y de diseñar. En gran problema, a mi entender, será la estabilización de los ecosistemas que se vayan diseñando e introduciendo en el planeta. Y sobre todo, que estos ecosistemas evolucionen de la manera esperada.

En la tierra ya tenemos experiencia con ecosistemas que escaparon a nuestro control. Por ejemplo, en 1890 Eugene Schieffelin, presidente de la Sociedad Americana de Aclimatación, soltó 60 estorninos pintos (Sturnus vulgaris) en el Central Park de Nueva York. Eugene quería “britanizar” Estados Unidos y se propuso introducir en América del Norte todas las especies de aves mencionadas en las obras de William Shakespeare. Esos 60 ejemplares se adaptaron tan bien al medio que ahora son 200 millones y suponen un problema ecológico.

Los conejos en Australia constituyen un ejemplo similar. Thomas Austin introdujo 6 parejas de conejo común (Oryctolagus cuniculus) en 1859 para practicar la caza deportiva. Pero estos ejemplares, sin un depredador claro, tornaron la situación en insostenible. Una hembra adulta de conejo tiene hasta 40 crías al año, así que en torno a 1950 ya se contabilizaban unos 600 millones de ejemplares en toda Australia. Los conejos fueron culpables de la extinción de muchas especies nativas de Australia e incluso de haber arrasado bosques y mucha otra vegetación. Un buen ejemplo de la desestabilización de ecosistema. Finalmente se le puso remedio a la plaga mediante armas biológicas: mixomatosis, una enfermedad mejorada en laboratorio para acabar con los conejos. Aún está por ver si este remedio no tiene efectos a largo plazo.

Más extraña es si cabe la plaga de bacterias que sufre la famosa Estación Espacial Internacional (ISS en inglés). En una conferencia en Moscú, Anatoly Grigoryev, vicepresidente de la Academia rusa de Ciencias informó que la ISS tiene un grave problema de infección bacteriana. Según este científico se han identificado 76 clases de microorganismos diferentes en la estación espacial, la mayoría inofensivos, pero no todos. Algunos suponen un peligro.

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Parece ser, que a pesar de las precauciones tomadas para no introducir microorganismos en la ISS, estas medidas no han tenido éxito. El problema es que las bacterias iniciales han mutado al vivir en el espacio y ahora las nuevas cepas están atacando la estación. Corroen los metales y los polímeros y pueden causar fallos en los equipos.

Estas bacterias mutantes son un peligro ya que pueden vivir en las durísimas condiciones del espacio exterior. Sobreviven a las bajísimas temperaturas que hay más allá de la atmósfera terrestre. Y lo hacen sin agua, sin nutrientes y sin nada que las proteja de la intensa y letal radiación del Sol y las estrellas. Y lógicamente, también preocupa que puedan llegar a afectar al ser humano.

Y el problema no es nuevo. En 2001, año en que la estación espacial rusa MIR fue desmantelada, se contabilizaron hasta 140 microorganismos vivos a bordo. Los informes de los últimos cosmonautas hablaban de lámparas corroídas, agujeros en los paneles de control y filtraciones en los sistemas de abastecimiento de aire y alimentos. Muy de argumento de película de ciencia ficción pero absolutamente cierto.

Extrapolemos estos datos al escenario marciano. Si en condiciones mucho más controladas que las que existen en Marte, dos estaciones espaciales durante cortos periodos de tiempo (la estación MIR estuvo en servicio 13 años y la ISS lleva 15 a fecha de 2013) han sido testigos de cómo los microorganismos han mutado hasta el punto de atacar a la estación misma… ¿Qué podríamos esperar de la formación de un ecosistema planetario durante siglos? ¿Son predecibles los ecosistemas fuera de la tierra?

De hecho, puesto que está comprobada la resistencia de las bacterias en el espacio, es prácticamente seguro que Marte ya esté contaminado con bacterias terrestres que han viajado a bordo de la varias sondas que se han posado allí: las rusas Mars, Viking 1 y 2, Phobos 2, Observer, Mars Pathfinder, Curiosity y los robots Spirit y Opportunity, etc…

Colonos interplanetarios o cobayas humanas

Recientemente, la organización privada ‘Mars One’ presentó públicamente un programa para establecer la primera colonia humana en Marte en 10 años. Sólo 4 personas serán inicialmente seleccionadas, y sin embargo en pocas semanas casi 100.000 personas se han apuntado a este proyecto para un viaje de ida a Marte sin retorno. Jamás volverán a la tierra, a su vida anterior. Si algún lector está interesado se puede presentar solicitudes en http://applicants.mars-one.com/ hasta el próximo 21 de agosto.

Este programa es sin duda vital para la terraformación de nuestro vecino planetario porque podrá a prueba si es posible establecer colonias y vida en Marte. Lógicamente se pretende conocer mejor al planeta y aprender muchas cosas que ahora ignoramos. Esta información será muy importante si se decide finalmente terraformar Marte. Pero vayamos a lo que no se cuenta en la campaña publicitaria de Mars One.

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Aunque se informa claramente de que no existe ticket de vuelta, Mars One dice que no deben tener hijos en Marte porque se desconocen los efectos sobre el embarazo y los bebés. Lógicamente se teme por los riesgos de malformaciones en los fetos debido a las radiaciones. De hecho primero quieren hacer pruebas de gestación en animales. Y según informa la prensa, los elegidos firmarían un contrato para comprometerse a no tener hijos en los 5 primeros años. Me pregunto qué podría hacerles Mars One si lo incumplen una vez que ya estén allí…  especialmente porque Marte es territorio internacional, es jurídicamente absurdo.

En cualquier caso, si todo va bien, los primeros 4 astronautas viajarían en 2023 y cada dos años irían llegando nuevas personas a la colonia permanentemente.

Los riesgos que enfrentan son numerosos: problemas de adaptación, de enfermedades, de incomunicación, psicológicos. Posibles problemas bacteriológicos, de enfermedades y de emergencias no previstas. Desde mi punto de vista los elegidos serán una especie de colonos mártires por la ciencia que al partir saben que algún día (esperemos que lejano) serán los primeros seres humanos que descansarán eternamente en el planeta rojo. La duda es si ese honor vale la pena.

Lo que es indiscutible, se esté de acuerdo o no con el proyecto, es que la colonización del espacio ha de empezar de esta forma. Aunque no se diga explícitamente, son ratas de laboratorio, y quizás el requisito de no retorno tenga mucho que ver con una cuarentena preventiva para que sea imposible contaminar la tierra de cualquier agente extraterrestre traído de Marte (mutado de la tierra o no).

 

Problemas políticos

Al margen de los miles de problemas que pueda experimentar la primera colonia humana en Marte, supongamos que todo sale bien y que con las probabilidades en contra no tienen ataques bacterianos, ni sufren accidentes o enferman por las condiciones y la falta de gravedad. O incluso consiguen tener hijos y criarlos con éxito –que serían los primeros marcianos de la historia–.

En primer lugar serán siempre (o durante varios siglos si terraforman) una colonia absolutamente dependiente de la tierra. Mars One es una organización privada. Una  falta de fondos, cierre o cualquier otro problema dejaría a los colonos sin el cordón umbilical que les mantiene con vida. Aunque siempre podrían rescatarles un consorcio de gobiernos.

En segundo lugar, no ya decir que su calidad de vida será pésima sino que si tienen éxito la Tierra tratará a Marte como una colonia para explotarla, saquear sus recursos y hacerla productiva económicamente.

De hecho si tienen éxito, miles de personas viajarán a Marte en los próximos siglos a desempeñar trabajos tremendamente duros en condiciones infrahumanas. Si las colonias permanentes se consolidan y crecen, cientos de empresas rentabilizarán sus inversiones en Marte en condiciones que en la tierra serán consideradas explotación y esclavitud. Principalmente porque es posible que se produzcan grandes problemas de vacío legal y soberanía sobre los territorios ocupados marcianos.

Quién sabe si en varios siglos la historia no se repite, y al igual que la colonización de Estados Unidos, Marte vive tensiones de guerra de independencia para escapar del control terrestre. Cosa que sin duda no ocurrirá hasta que no sea autosuficiente, lo cual aún está a varios siglos de distancia.

Pero hay otros riesgos que no están tan lejanos en el tiempo. Marte es territorio de nadie debido a las resoluciones de la ONU de 1961 y 1963 que prohíben que ningún estado terrestre pueda reclamar soberanía sobre él. Se permite explorarlos pero no ‘poseerlos’. Esto es un poco como decir que Marte es ‘aguas internacionales’ lo cual abre un vasto campo para todas las acciones ilegales que las corporaciones quieran perpetrar allí.

Miguel Ángel Ruiz